¡Ah, esa debilidad de Lot, dejarse emborrachar así por sus hijas, entregarse, un santo varón, a los impúdicos deseos de esas hembras peligrosas! Y sin embargo, parece decirnos Eve Gil, ya lo ven, queridos lectores, acosados lectores, deseados, desvergonzados lectores, ya lo ven, el castigo no es tan grave, nada parecido a la transformación en estatua de sal de su curiosa esposa y madre. Ustedes pueden mirar, no hay peligro, Eve Gil los invita a pasar sin miedo a esta exhibición escandalosa de los Sueños de Lot. Prepárense, porque en estos textos no se les ahorra el desparpajo, las hembras fuertes y locas, el pulso del deseo. Por aquí, en estos cuentos, nada es lo que parece ser, los personajes se visten y se de desvisten de su nombre y su persona, como si su propia identidad fuera una lencería erótica, lista para volar por el aire en cuanto incomode al placer.
¿Quién es en realidad la dolida Elektra, siempre a la espera? ¿Qué pretende Gabriela, joven y salvaje, irrespetuosa? ¿A qué extremos puede llegar, indiferente al amor, pura avasalladora lujuria, la aventurera Aquamarina? Aquí no hay límites, señores. Y por si fuera poco, Eve Gil nos regodea con la sutileza de su prosa, trazando en sus cuentos los vínculos sutiles que unen personajes, sensaciones, actos aparentemente desligados en un mapa de caminos que no recorren la tierra ni el aire, sino que activan conexiones ignoradas en la mente del lector. Entonces, se hace la luz. La palabra se vuelve creación, revelación. Alerta a las percepciones, la prosa se desliza por sonidos y asperezas, por terciopelos y sabores. Con un dominio de la narración que incluye el más sutil de los suspensos, Eve Gil ha escrito estos cuentos llenos de sonido y lujuria, más perturbadores que complacientes, necesarios y peligrosos.
Ana María Shua
Narradora argentina
¿Quién es en realidad la dolida Elektra, siempre a la espera? ¿Qué pretende Gabriela, joven y salvaje, irrespetuosa? ¿A qué extremos puede llegar, indiferente al amor, pura avasalladora lujuria, la aventurera Aquamarina? Aquí no hay límites, señores. Y por si fuera poco, Eve Gil nos regodea con la sutileza de su prosa, trazando en sus cuentos los vínculos sutiles que unen personajes, sensaciones, actos aparentemente desligados en un mapa de caminos que no recorren la tierra ni el aire, sino que activan conexiones ignoradas en la mente del lector. Entonces, se hace la luz. La palabra se vuelve creación, revelación. Alerta a las percepciones, la prosa se desliza por sonidos y asperezas, por terciopelos y sabores. Con un dominio de la narración que incluye el más sutil de los suspensos, Eve Gil ha escrito estos cuentos llenos de sonido y lujuria, más perturbadores que complacientes, necesarios y peligrosos.
Ana María Shua
Narradora argentina
Sueños de Lot, Premio Nacional de Cuento Efraín Huerta 2006, Editorial Porrúa/Gobierno Municipal de Tampico, 2007