Una Trenza para la Trenzuda

Por: Teresa Dovalpage
Fotos: Victoria Carolina Martinez
Conocí a Eve Gil gracias a una amiga común, la también escritora Elena Méndez que es una bárbara, como decimos en Cuba, estableciendo comunicaciones. Desde entonces frecuento con peligrosa asiduidad los blogs de Eve, especialmente La trenza de Sor Juana, donde he encontrado utilísimas sugerencias sobre libros que estoy leyendo en estos momentos y otros que leeré más adelante, así como datos deliciosos (algunos, escabrosamente interesantes) sobre una pléyade de escritoras. Cada una de ellas compone una hebrita de esa trenza virtual cuyas guedejas se extienden desde Cristina de Pizán “el primer escritor profesional de la historia, es decir, el primero en obtener ventajas económicas de su talento” (cito a Eve Gil) hasta la muy contemporánea Margaret Atwood.
Siempre me he preguntado de dónde saca Eve el tiempo para mantener a flote sus distintos proyectos literarios, todos primorosamente elaborados. Y también cómo se las arregla para escribir en distintos géneros que van desde el periodismo hasta la novela (de adultos e infantil), pasando por la ficción especulativa, y ser madre y esposa al mismo tiempo. Sus días deben de ser de cuarenta y ocho horas porque cada uno de esos trabajos es un verdadero full-time en sí mismo, a mi modo de ver...
Las obras de Eve Gil exudan dinamismo y destreza literaria, con un estilo personalísimo. En su novela Réquiem por una muñeca rota, que tuve la oportunidad de reseñar, dos muchachas descubren su sexualidad en un momento clave de sus vidas, ese en que todos cargamos nuestro cuerpo como una cruz o lo ostentamos en una vitrina. Más tarde leí Virtus, y a veces me parecía que estaba enfrentándome a una obra futurista y otras, que se refería a la Cuba de mi pasado (esto es, a la Cuba de hoy, que ya yo dejé atrás.) Así pude comprobar y admirar la inagotable imaginación de su autora, que pasa con igual facilidad de la pintura de una adolescente gordita y anhelante a la de una chica nerd, habitante de un México no por imaginado menos real. Y al terminar con esta última obra me quedé pensando en ella por días, atrapada por una enredadera de preguntas.
De estas interrogantes se compone la entrevista que les presento. Lamento no tener las manos hábiles de Eve Gil para tejerle una trenza literaria como las suyas, que bien se la merece. Pero éste es mi homenaje a ella y a su labor de crítica: una casi trencita para la Trenzuda Mayor.
Teresa Dovalpage: En Virtus y en Réquiem por una muñeca rota, las narradoras son jóvenes, casi niñas, (aunque en Virtus seguimos a la protagonista, Juana Inés, hasta que se convierte en adulta.) ¿Por qué escoges contar las historias a través de los ojos “lastimados por la luz” de las pequeñas?
Eve Gil: No sabría explicar por qué, pero siempre se me ha facilitado mucho más narrar desde el punto de vista infantil, concretamente de niñas, y de varones también. En este caso hablamos concretamente de niñas, que desde que soy mamá me son más entrañables, aunque yo misma, creo, no he dejado detrás a la que fui, que por cuestiones de madurez precoz y de prejuicios familiares, pasé a convertirme en una especie de niña clandestina, porque me desarrollé muy pronto y a los doce años ya se me sancionaba por jugar avión, por ejemplo, “porque ya eres una mujer”, esto es, ya tenía “cuerpo de señorita” y yo viví eso como un castigo y una traición mi propio cuerpo. De un día para otro cesaron los permisos para fiestas y todo hombre que se acercaba a mí era, según mi mamá y mi abuelita, un violador potencial. Quizá por lo mismo seguí jugando con Barbies (a escondidas) hasta los quince años y cobré conciencia de mi sexualidad mucho después que todos a mi alrededor: por rebeldía, como casi todo lo que he hecho en mi vida. También fui una escritora y una lectora muy precoz, creo, por lo mismo: porque era algo que hacía con mi mente y no con mi cuerpo. Era ganar respeto para mí como persona. Esta actividad era vista con cierta condescendencia por mi familia, no tan condenada como hacer cosas de niña… quizá por eso soy escritora.
Teresa Dovalpage: Como vengo de un país en el que a los ciudadanos se nos ha ordenado en ocasiones “desconectarnos ya, ya, ya”, con otras palabras, naturalmente, pero con un sentido muy similar (sacrificio por la patria, patria o muerte, etc.) me pregunto: ¿piensas que la sociedad mexicana, o cualquier otra sociedad contemporánea, está en el caso de convertirse en un nuevo Proyecto V? ¿Y qué se puede hacer para impedirlo?
Eve Gil: Cada día veo más lejos la posibilidad de parar esto, ¿por qué?, porque cada gobierno –refiriéndome concretamente a México- se aleja más y más de la educación y la cultura. Te pongo un ejemplo: mi mamá ejerció como contadora con solo la primaria terminada, aprendiendo ella sola, que tiene un talento nato para las matemáticas. La primaria le bastó para saber, por ejemplo, cuestiones básicas de la historia de México e interesarse por los números. Actualmente, hay licenciados que no tienen idea de quien fue Benito Juárez, ni por qué la cuestión del Petróleo es tan delicada e importante (histórica y sociológicamente hablando) para los mexicanos. Cada año que pasa, son menos materias las materias que se abordan o, en todo caso, cambian Historia o Civismo por algo que se llama Economía Familiar o cualquier tontería por el estilo que solo consigue aburrir y hastiar a los niños… pero se hace precisamente con ese propósito: alejar a los estudiantes del conocimiento, esto es, de los libros, y mientras más lejano esté uno de estas cuestiones, más se aleja de la conciencia crítica, y un pueblo que carece de esto, carece de absolutamente todo.
Teresa Dovalpage: En la misma cuerda, ¿cuán cercana a la realidad de Virtus crees que es la del mundo de hoy, saturado de ídolos televisivos, comidas instantáneas y casi más comunicación virtual que real? (De hecho, nosotras no nos conocemos personalmente, e incluso mi lectura de tus libros ha sido, verdaderamente, “virtual”).
Eve Gil: Lo que en Virtus se plantea como “ciencia ficción” es, por desgracia, lo actual, aunque, supongo, las condiciones habrán de “evolucionar”, por así decirlo, porque llegará el momento en que la Internet, como la conocemos ahora, dejará de satisfacernos, y se inventarán más y más servicios. La tecnología de la que hablo en “Virtus” no solo es viable: es un hecho ya. Que no se haya aplicado es otra cosa, pero se ha experimentado con ella (lo que menciono en el libro sobre la colonia de Florida que se prestó como conejillo de indias a finales de los 80 de siglo pasado, es absolutamente verídico). Ejemplo: existen ya chips que pueden adecuarse al cerebro humano para ingresar al sujeto al mundo virtual sin que tenga que recurrir a aditamentos. Lo que no existe todavía es el medio a través del cual se instalaría dicho chip en el cerebro… pero se está trabajando ya en ello, se supone, para controlar el Parkinson… y digo “se supone” porque aunque la intención es buena, no faltará quien le de un mal empleo a esta tecnología… y es ahí donde surgirán los conflictos planteados en “Virtus”, una confusión entre espacio real y espacio virtual que ya hoy empieza a ser un problema en las generaciones que crecieron familiarizados con la Internet. Por otro lado… bendito Internet que me ha permitido conocer a una amiga tan maravillosa como tú. Este invento milagroso puede aportar auténtica magia, pero no ha faltado quien le de mal uso, como los pedófilos, los estafadores y demás fauna enferma. Con todo, qué bueno que existe la Internet.
Teresa Dovalpage: Soy cubana y en mi isla la censura es, por desgracia, el pan nuestro de cada día. Pero fue una tremendísima sorpresa enterarme de que tu novela El suplicio de Adán (1998) había sido censurada en Hermosillo. ¿Cómo y por qué ocurrió esto? ¿Ya se levantó la censura? ¿Dónde puede encontrarse esta obra?
Eve Gil: Nunca se dio una explicación pública a la censura. Ni siquiera se le denominó como tal, pero… ¿cómo llamarle a un decomiso de libros que permanecen embodegados durante seis años? Nadie volvió a ocuparse del asunto. Se supo, extra oficialmente, que el entonces director del Instituto Sonorense de Cultura, Juan Antonio Rubial Corella, luego de leer la novela, recién publicada –había ganado un concurso de la novela durante la administración anterior, que recién había concluido el sexenio-salió de su despacho gritando que esa novela no salía de ahí, y se le embodegó sin que, insisto, nadie protestara ni se preguntara nada al respecto. Nadie sacó la cara por mi trabajo en ese momento. Creo que fue más la total ausencia de solidaridad de mis colegas escritores y periodistas lo que me empujó a salir de Hermosillo, que la censura en sí. Las causas las deduzco: la novela aborda el periodo de la revuelta cristera, en la que los generales sonorenses que desataron la persecución contra los curas, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, que fueron presidentes de México, son ridiculizados… lo mismo que ridiculizo al clero (nadie podrá acusarme jamás de tomar partido… Virtus es otra muestra de ello) y el señor aquel no solo era un seudo historiador fanático de los políticos antes mencionados… también era miembro del OPUS-DEI… así que ahí están los probables motivos de la censura.
Teresa Dovalpage: En Réquiem... Vanessa es explotada por su madre, que la hace trabajar como modelo; en Virtus, los AAA-390 , los niños genios, son explotados por un ente llamado el Tío Pu: “un chinito afable que de cuando en cuando se nos aparecía, enmascarando sus irrupciones en el DAVID de visita de tío favorito —de ahí que nos refiriéramos a él como Tío Pu—, nos explotaba en forma grosera, ridícula… como quien arrebata un caramelo a un niño lleno de babas. Lo nuestro no eran prácticas académicas sino generación de productos comerciales de los que, obviamente, nunca veríamos un céntimo.”
Obviamente el tema de la explotación infantil te interesa, ¿consideras que la literatura puede jugar un papel en su extinción? ¿Cómo?
Eve Gil: Puede más bien jugar un papel como conscientizador respecto a esta realidad que tanto nos lastima. Por un lado, los padres tienden a creer que son dueños no solo del destino de sus hijos, también de sus cuerpos, y no me refiero concretamente a aquellos que los explotan sexualmente: también, por ejemplo, a aquellos que no aceptan, por ejemplo, que su hijo o hija sea homosexual y pretenden cambiar eso. Las televisoras mexicanas están usando a niños discapacitados, integrándolos a shows televisivos denigrantes donde, al tiempo que se exhibe a estas criaturas de manera patética, y se recurre a la compasión de los telespectadores para que “donen dinero a la causa justa”, se anuncian las “marcas patrocinadoras”, y la gente no se percata de que se está lucrando con estos niños, que, se supone, tienen derecho, por el simple hecho de ser mexicanos, a todos los servicios por los que el pueblo aporta dos veces –vía impuestos y vía “donaciones”. Y mientras la gente permanece idiotizada ante la TV, viendo desfilar a deleznables artistas que amenizan esta especie de circo de niños discapacitados, otros niños son objeto de otra clase de explotación que ha sido valientemente denunciada por Lydia Cacho: pornografía infantil, negocio en el que están coludidos políticos y empresarios que actualmente, por cierto, ocupan secretarías y diputaciones… y donan dinero para el TELETON, que no es otra cosa que evasión flagrante de impuestos por parte de los poderosos.
Teresa Dovalpage: Leyendo tu blog, he sabido que una de tus hijas tiene Síndrome de Asperger y que esto te llevó a escribir Sho shan y la dama oscura. ¿Puedes darme un avance de esta novela?
Eve Gil: Esta novela la escribí, en primera instancia, para mis hijas, que a su manera son niñas con “capacidades diferentes”: la mayor porque es algo así como una niña genio con una imaginación desbordada, obsesionada con la cultura japonesa y especialmente con los animes, tan incomprendidos por los occidentales y más concretamente, por los latinoamericanos. Yo era una mamá horrorizada de que su niña pasara tanto tiempo ante el televisor viendo Ranma, Dragon Ball y todo eso… hasta que me puse a estudiar este arte- para los japoneses el anime y el manga son un arte y una base muy importante de su cultura-y supe darle la canalización correcta, de manera que mi hija aprendiera de los valores planteados en estos dibujos animados –la lealtad, la justicia, la amistad, el respeto- y no se fijara tanto en el aspecto de la violencia. Mi hija menor, por otra parte, ha sido corrida de cinco escuelas… como tantos otros niños que padecen trastornos neuronales, que muy pocos pedagogos en México están capacitados para entender y tratar. En su caso específico: Síndrome de Asperger, sobre el que hablo abundantemente en la nueva novela.
Aunque también están los niños autistas e hiperactivos, que cabrían en esta categoría… y los TDA (trastornos por déficit de atención), que en lo personal, considero, son niños normales sobrediagonosticados por médicos sin escrúpulos: otra forma de explotación de los infantes. Actualmente hay muchos niños medicados y sobre diagnosticados porque la propia escuela lo exige: que niños “traviesos”, que, creo, están en vías de extinción, porque ahora resulta que son enfermos psiquiátricos, permanezcan sedados para que no den la lata. El trastorno que tiene mi hija menor, por desgracia, es real y sí requiere tratamiento médico, y aunque es más común de lo que parece, nadie sabe de qué se trata. Vamos: Bill Gates y Michael Phelps, el medallista olímpico, son Aspergers declarados. Uno de sus rasgos distintivos es una inteligencia hiperespecializada en un tema muy específico, y nuestro sistema escolar no contempla a niños con inteligencias diferentes.Sho-shan está protagonizada por dos hermanitas, una niña aparentemente súper dotada y otra aparentemente infra dotada, y abordo la necesidad de aprender a aceptar –que no tolerar ni sobrellevar- las diferencias del Otro. Todos los personajes infantiles de Sho Shan son “diferentes” a su manera: están las hermanitas pero también un niño al que le gusta travestirse, un niño de color distinto y una familia budista.
Teresa Dovalpage: ¿Consideras a Virtus una alegoría de principio a fin? ¿Pura ciencia ficción? ¿Cómo la defines en términos literarios?
Eve Gil: Virtus es todo lo que asegura no ser y más. Dice ser un ensayo, y de hecho está escrita con formato ensayístico, pero es novela. Se anuncia como “ciencia ficción”, pero en realidad es “ficción especulativa” Es también una novela política, una denuncia literaria contra el abuso de poder. De hecho parte de una petición que me hizo la editorial de escribir un ensayo sobre el abuso de poder en México, pero terminó siendo una novela… y de ficción especulativa porque me parece la única forma decente de hablar sobre el presente sin resultar obvia y brutal.
Teresa Dovalpage: Hay quien escribe a fin de exorcizar fantasmas; otros, por pura diversión. ¿Y por qué escribes tú?
Eve Gil: A través de mi vida he escrito por diversas razones. La primera fue porque no soportaba el mundo que me rodeaba y opté por forjarme uno propio. Poco a poco he evolucionado: ahora escribo para tender un puente entre los lectores y yo y aportarles lo mejor de mi persona que es mi imaginación y mis lecturas.






Teresa Dovalpage, autora cubana, autora, entre otras, de la novela "Muerte de un murciano en La Habana", finalista del Premio Herralde de Novela 2005. Checa la web de Teresita aquí


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