Uno de los episodios legendarios de mi familia, es el mega pleito que sostuvieron mis padres cuando llegó el momento de bautizarme... era tal el conflicto, que no recibí las aguas bautismales hasta pasados los seis meses de edad (y eso, en una familia tan católica, es algo así como una anormalidad, cuando no una herejía)
¿Y en qué consistía el dilema? Pues que mi mamá quería ponerme "Claudia" y ya desde que estaba yo en el vientre, sin lugar a dudas de que sería del sexo femenino, solía referirse a mí con ese nombre... y ya desde entonces mi papá protestaba airado: "No se llama Claudia, se llama Carolina", y mi mamá: "¡No, se llama Claudia!", y así se la llevaron meses y meses en los que incluso hubo peleas y hasta portazos, porque mi papá sencillamente no podía concebir que mi mamá quisiera ponerme nombre de revista, "de una vez pónle Kena o Buenhogar", se burlaba, mientras que a mi mamá le parecía cursi el nombre de "Carolina" Al momento de llevarme a registrar por la ley de los hombres, no habían terminado de ponerse de acuerdo: "que Claudia... que Carolina... ¡No, Claudia!... ¡Claudia es nombre de revista, chingao...!", hasta que la jueza (porque era mujer) les sugirió nombrarme de otra manera que no fuera ni una ni la otra... tras tanto borlote, terminé llamándome igual que mi mamá, "Evelina", y mi papá, que sufría mamitis, se apresuró a agregar: "¡María!", porque su mami no podía quedar al margen del asunto. Todavía al salir del juzgado, papá, no del todo satisfecho, le advirtió a mi mamá: "Para mí siempre será Carolina".
Casi nadie, excepto mi abuela materna, que empleaba los dos nombres para referirse a mí y no confundirme con mi mamá, me llamaban por mi nombre legal y siempre fui "Eve"... solo papá insistió en llamarme "Carolina": Jamás se refirió a mí como "Evelina" ni "Eve" y como homenaje a aquel, llamemos, sobrenombre, yo misma le puse Carolina como segundo nombre a mi hija mayor.
Presiento que ahora que apareció en el mercado mexicado la revista eve (muy famosa en Europa) mi papá, donde quiera que esté, estará lamentándose: después de todo...¡su hija terminaría llevando nombre de revista!