VIII Feria del Libro de Hermosillo 2007







Este miércoles 14 de noviembre viví un momento de intensa emotividad durante la presentación de mi libro de relatos "Sueños de Lot", en el marco de la VIII Feria del Libro de Hermosillo 2007.
Para empezar, el hecho de que la Feria lleve el nombre de la poeta Laura Delia Quintero es, en sí mismo, un motivo de satisfacción. Conozco desde hace muchos años a esta distinguida maestra sonorense que ha pretendido pasar inadvertida por la escena literaria sonorense y sin embargo ha impactado las sensibilidades literarias, especialmente la de los muy jóvenes, con su poesía enérgica, sensual y de, si fuera válido el término, ríspida belleza. Noto que en la cultura sonorense empiezan a dispersarse las sombras de la misoginia y, sobre todo, del prejuicio contra los creadores jóvenes que durante muchos años se ostentó como una dudosa joya en la cultura oficial. Empieza a hacérsele justicia a nuestra más grande y querida poeta que sigue siendo la misma señora tímida y encantadora que recuerdo.
Por otra parte, fui presentada por dos jóvenes talentos de la literatura y el periodismo sonorense: Jósué Barrera y Liliana Chávez. El primero, editor de la revista literaria La línea del cosmonauta y promotor de la literatura sonorense, autor asimismo del libro "Conducta amorosa", mencionó la ocasión en que nos conocimos con ocasión de la presentación de la antes citada revista es la Fería del Palacio de Minería, en la que, si bien habíamos mantenido contacto vía mail, nos conocimos personalmente. El trabajo de este muchacho no es, como pudiera esperarse en alguien de su edad (23 años) un experimento alocado, sino un proyecto sumamente profesional que ya deja entrever a un escritor/ editor de enorme talento. Por su parte, Liliana Chávez, también muy jovencita, le ha dado al periodismo cultural del estado un giro fresco e innovador con las amenas entrevistas y reportajes que publica en el diario El Imparcial.
Una de las experiencias más lindas de mi presentación, fue haber tenido entre mi público a dos jóvenes actores que se acercaron para comentarme que actuaron en la puesta teatral del primer texto que publiqué, en 1990, Retrato de una pareja perfecta. El muchacho me dijo lo más lindo que alguien puede decirle a un autor dramático: que el personaje de "Ildefonso", que le tocó representar, lo hizo cambiar su forma de pensar... ¡guauuuu!
Me emocionó enormemente reencontrarme con mis viejos y más queridos amigos: la poeta Gloria del Yaqui, el cronista José Luis Barragán, Nacho Mondaca (alias Humphrey Bloggart), la pintora Marisela Moreno, el poeta Miguel Manríquez, la fotógrafa Edith Cota... naturalmente el joven poeta Iván Figueroa, en gran parte responsable de este giro radical que ha dado la cultura sonorense; la mismísima Laura Delia y mi siempre admirada María Antonieta Mendívil, a quien agradezco haberme hecho una pregunta que me hizo llegar a una interesante conclusión que no vislumbré antes: gracias a mi lectura de cuentos, he aprendido a escribir novela. No fue sino hasta que incursioné con seriedad en el género cunetístico, tanto en la lectura como en la práctica, que adquirí el aliento necesario para expresar muchas cosas en menor espacio.
Conté también con las invaluables presencias entre el público de dos escritores muy admirados por mí, a quienes puedo llamar mis amigos: Agustín Ramos, que vino a presentar su nueva novela, La noche, y la poeta Dana Gelinas, que presentó su poemario Altos hornos.
Reconozco, y lo dije en mi presentación, que yo aprendo de cuanto autor me apasione, no importa si es un clásico como Dante, o jóvenes como los que me hicieron el honor de presentar mi libro. El escritor (y, claro, la escritora) es el eterno aprendiz. Maestro nunca, aunque se nos atribuya el formar a otros escritores: en este oficio el aprendizaje termina con la muerte... esa es una de las enormes virtudes que han forjado a esa enorme poeta que es Laura Delia Quintero, por ejemplo...