Traducción: se les inculca a estos padres desorientados y angustiados que sus criaturas no tienen remedio, que son y seguirán siendo unos marginados sociales, una carga, que no les queda más remedio que resignarse y cargar su cruz... o su "muertito" (pues, según los criterios de la "experta", los niños autistas son muertos en vida por quienes hay que rendir un "duelo")

Como mamá de una niña con síndrome de Asperger, variante del autismo, no pude menos que enfurecerme... como siempre que una "prudente" maestra alude a la "enfermedad" de mi hija o insiste en hacerla hablar a como dé lugar... o alguien la contempla con ojos llenos de desconcierto y compasión. Necedad de gente como la señora que regentea la citada asociación para niños autistas; la ausencia de sensibilidad y experiencia y nula actualización de las maestras que decidieron correr a Lu por antisocial, sin realizar un mínimo esfuerzo por entrar en sintonía con ella y su silencio, fue el detonante de la escritura de Sho shan y la dama oscura, novela que publicaré en el 2009- que contempla no solo el caso de una niñita Asperger, sino de una típica niñita nerd, un niñito travesti, otro más, albino y una familia budista -intenta explicar con la mayor claridad posible en qué consiste el síndrome de Asperger, cómo estos niños y niñas son percibidos por una sociedad intolerante que lo mismo repudia a esta clase de criaturas que a los gays o a los extranjeros.

Para este Gobierno que se llena la boca con el rebuscadísimo término “personas con capacidades diferentes”, los niños hiperactivos son “traviesos” y “rebeldes”; los autistas, “loquitos” y los Asperger -que son un poco de ambos-, casos perdidos, niños antisociales que merecen ser castigados. En vista de que ninguna escuela oficial contempla la posibilidad de contratar personal especializado en niños con Síndrome de Asperger, por la sencilla razón de que ignoran que tal cosa existe, los niños de estas características deben recurrir, necesariamente, a escuelas privadas… y ni siquiera así se nos garantiza que recibirán un trato óptimo, porque a fin de cuentas la SEP es la SEP, y la SEP excluye flagrantemente a niños que no son “normales”.

Otros Asperger que fueron echados de varias escuelas y tipificados como niños problema o de plano idiotas: Bill Gates, el director de cine Tim Burton y el pianista David Helfgott, magistralmente interpretado por Geoffrey Rush en la película Shine: en serio, yo que soy madre de una niña de las características del pianista, puedo afirmar que la actuación de Rush es perfecta: su forma de andar, de hablar, de sacudirse, de “enconcharse”… su total ausencia de empatía social que lo vuelve de una franqueza arrolladora, etcétera. Si tomamos en cuenta que Helfgott prácticamente rompió con su familia –en especial su autoritario padre, un pianista frustrado- para aceptar una beca que le permitiría estudiar piano en el extranjero pero le exigiría asimismo rascarse con sus propias uñas, es un milagro de la naturaleza pues los Asperger casi nunca salen adelante por sí mismos. Tienen que haber una madre o un padre que canalicen sus conductas obsesivas por el rumbo adecuado: estos niños son, sí, potenciales genios… pero también potenciales sociópatas, ¿cómo no van a serlo cuando todo mundo a su alrededor los señala como “raros” y “loquitos”?

Mi hija posee dos intereses obsesivos, uno más que otro: el primero la ropa. Nunca está contenta con las prendas que se le compran. La primera vez que le cortó las mangas a un vestido nuevo me quise morir, pero más tarde entendí que podía ser indicio de algo. A sus siete años, Lulú prácticamente diseña su propia ropa. Cose muy mal, corta muy chueco, pero lo hace con singular alegría y se ha ido perfeccionando. Su última gracia fue intentar re-diseñar el uniforme nuevo de su hermana mayor, aunque lo rescatamos en último minuto, cuando ya tijeras e hilo mágicos de nuestra futura Carolina Herrera se disponían convertir una convencional falda tableada en un traje de drag queen.
Su otra fijación es el dibujo. Puede pasar horas y horas cubriendo libretas enteras de individuos raros mirando al piso y caminando con los talones. O una niña que camina distraída mientras un piano le cae del cuelo. Entre los famosos personajes que mi niña Asperger ha “inmortalizado”, están el Sub Marcos, John Lennon y los Tres Ositos (con un ricito que representa al cuarto personaje del cuento). Y sus dibujos remiten instantáneamente a los de Basquiat, de ahí su apodo.
Y yo estoy orgullosa de su diferencia, como lo estoy de la diferencia de mi hija mayor que tiene otra clase de “capacidades diferentes”: es un genio del diseño en computadora desde los seis años. No es niña de dieces –la geografía es su debilidad, le cuesta trabajo memorizar capitales- pero asombra a propios y extraños con su habilidad con el diseño y la animación y ya ha expuesto públicamente sus creaciones en el Claustro de Sor Juana. Por desgracia el gobierno considera “niños talento” a los que se memorizan las capitales y acumulan dieces, no a los que brillan en una materia específica, particularmente si tiene algo que ver con el arte. De los Asperger: ni hablar. Los mensajes paternalistas no consideran a niños como ellas cuando hablan de “capacidades diferentes”. A lo que se refieren, en realidad, es a aportar limosnas –o hacer como que aportan, que es peor- y no a facilitarles la existencia a los seres a quienes aluden y que, en términos realistas, son tan invisibles como los Asperger y los pequeños Mozart de cualquier disciplina artística.