El rey ha muerto... viva el rey

La expresión del todavía gobernador de Sonora, Eduardo Bours Castelo, lo decía todo: impotencia, dolor, frustración… furia contenida: lágrimas.
La expresión que debió ostentar, qué curioso, cuando se suscitó la tragedia de la guardería ABC que él manejó como si se tratara de un asunto molesto y fastidioso, que podía resolverse con un pequeño soborno para los afectados.
Durante su más reciente conferencia, en la que se manifestó respecto al inminente triunfo del candidato panista a la gubernatura, Guillermo Padrés Elías, Bours atribuyó el estrepitoso fracaso de su “gallo”, Alfonso Elías Serrano, a que “la gente no salió a votar” y “al manejo que los medios insistieron en darle al asunto de la guardería”. Lejos de legar para la posteridad un último rasgo de dignidad, Bours no reconoció que fue su reprobable actitud y no otra cosa, lo que impulsó a los sonorenses a darle la espalda en las urnas y otorgarle el ominoso título de “último gobernador priísta de Sonora”
Mucho se insistió en los medios del “arrasador triunfo” a nivel nacional del PRI, el partido que no hace ni ocho años nos ufanábamos de “haber sacado de Los Pinos”, y le restaron importancia a este, su más vergonzante fracaso de la jornada electoral: un gobierno de larguísima tradición priísta ininterrumpida de casi 80 años, abandona el poder con el rabo entre las patas y el sino de Herodes el Grande en el recuerdo de los sonorenses. Algo que ni en mil años conseguirán olvidar.
Bours nunca reconoció –y sigue sin reconocer- su injerencia en la tragedia que arrebató 48 vidas inocentes: sacarle la vuelta al bulto, proteger como leona a sus cachorros a su parentela, entre quienes se encuentran los responsables de esta negligencia criminal; facilitarles la salida del país para que no se les tocara con el pétalo de una rosa, encarcelar inocentes y tratar de sobornar a los padres afectados para que desistieran de demandar… y sin embargo, según él, quienes perpetraron su caída y la de su “delfín”, fue el abstencionismo y la saña de los medios de comunicación.
En una cosa tiene razón: el gobierno federal sacó raja del asunto. Vieron en la tragedia de la guardería una especie de tabla que podría salvarlos de zozobrar en medio del pavoroso desastre marcado por la violencia de una “guerra contra el narco” que más bien es una guerra contra el pueblo… pero tan culpable y escupible uno como el otro, y el electorado se los hizo pagar a través de un voto a todas luces de castigo.
De cualquier forma, para ser objetivos, Padrés Elías se presentó desde el principio como un candidato infinitamente superior al llamado “vaquerito” Elías que, para empezar, le arrebató la candidatura al que legítimamente reclamaban los sonorenses a voz en cuello: Ernesto Gándara Camou. La experiencia política de Padrés, sin contar su discurso vitalista y refrescante y su sonrisa sin afectación, superaba por mucho las frases hechas y manidas y la pretendida pose de “hombre-de-campo” con que el candidato de los i-pods pretendió seducir a los votantes.
En cuanto a la alcaldía de Hermosillo, gana el natural sucesor de Gándara Camou: su primo hermano Javier Gándara Magaña, no importando pertenezcan a partidos distintos. No se trata, como se ha dicho en los medios del DF, de una manifestación de repudio contra el hasta hoy muy querido alcalde de Hermosillo, sino justamente lo contrario: Gándara no le gana a su pariente, sino al Pano Salido, ese muchachote sonrosado e insensible, muy parecido físicamente a aquel Gastón que plantó un relojote y salió cargado de billetes del Palacio de Gobierno. la única credencial del Pano: haber servido a la televisora enquistada en el poder.
Por cierto: será sumamente divertido presenciar la “metamorfosis” de Telemax que se verá obligada, de la noche a la mañana, a servir al “enemigo”. Esto, y la larga hilera de suspirantes a hueso, entusiastas firmantes de cartitas de apoyo al Vaquerito, que se negaron a apoyar a los padres de los niños siniestrados en las diversas marchas, lloran ahora en las esquinas, como niños regañados. Ni quien los salve de tener que buscar, ahora sí, una chamba decente y renunciar a sus sueños guajiros. Quien quita y el vaquerito, muy agradecido él, los enseñe a arrear vacas… chamba, por cierto, muy honesta.
Todo lo anterior debe haberles enseñado una gran lección: ponerse del lado de los débiles, y no de los poderosos. El poder es efímero… y si no, pregúntenle al emperador Claudio, a quien un error táctico le bastó para hundir para siempre al gloriosísimo Imperio Romano.
Ah, y se los dice alguien que vive en el DF, no tiene la menor intención de pescar chamba en Sonora y por lo mismo no tuvo el placer de votar por Padrés (aunque sí por uno de los pocos candidatos perredistas que perdieron en esta ciudad: Bernardo Bátiz)
El rey ha muerto… viva el rey…