Me acuerdo

Por:EVE GIL
Joe Brainard (1942-1994) fue un ecléctico artista gráfico que prácticamente explotó todas las posibilidades de dicha disciplina, desde el cómic hasta la instalación y no dejó pasar de largo la escritura, aunque habría que preguntarse hasta qué punto Me acuerdo es literatura o una variante de su interés estético. Muchas son las dudas que asaltan al lector de este peculiar libro que, vale la pena aclarar, no es el único de la autoría de Brainard, pero sí el primero considerado literario… el que fascinó a Paul Auster que sin ambages lo denominó “obra maestra”. Brainard tiene en su haber una decena de títulos, de arte la mayoría, entre los que destacan The Nancy´s book (esbozos y apuntes) y The imaginary still lifes (notas), así como un estudio de su obra de la autoría de Constante M. Lewallen, Joe Brainard: a retrospective.
Para Joe Brainard ningún material u objeto carecía de valor, según se aduce por la simple visión de su caótica mesa de trabajo donde se aprecian billetes descontinuados, empaques de comida, envolturas para regalo, tarjetas navideñas y una asombrosa colección de lápices. Su obra abarca desde las madonnas ultra ortodoxas hasta Periquita, una Mafalda light y gringa, creación original de Ernie Bushmiller, a quien Brainard renombra “Nancy”. Yo lo definiría como un Warhol con malicia de niño. Para los familiarizados con la interesante obra conceptual de este artista –no era mi caso: leí el libro y posteriormente me avoqué a investigar sobre su faceta plástica-, leer Me acuerdo resultará doblemente disfrutable, pues en ese libro se consignan flash backs de sucesos e ideas que forjaron la totalidad de su obra. El empleo del término cinematográfico no es gratuito: imita los saltos de la memoria que no respetan orden ni concierto. La curiosidad, en su caso, es lo que define su existencia, desde su incursión en el sexo hasta su vocación artística, según denuncian sus evocaciones que van de lo conmovedor a lo hilarante.
Cuando uno se entera de que el autor murió de SIDA en 1994, imagina que este nostálgico libro tiene su origen en el momento en que se entera de que no le queda mucho tiempo, pero no, se publicó en 1975, cuando la carrera de este peculiar artista gozaba su mejor momento. La sensación, sin embargo, de que Brainard teme no alcanzar a decir todo lo que quisiera, persigue al lector. Me acuerdo está constituida por parrafadas que empiezan con esa misma frase: me acuerdo. Algunas son frases brevísimas, contundentes… otras destacables a manera de micro relatos, género, por cierto, nada valorado en la literatura en lengua inglesa. A golpe de vista, pareciera un libro de aforismos: nada más lejano. Se trata de un collage de recuerdos que el autor consigna conforme aterrizan en su memoria: “Me acuerdo de cuando vendía sangre cada tres meses en la Segunda Avenida”, “Me acuerdo de un niño muy pobre que tenía que ponerse las blusas de su hermana para ir al colegio”.
A partir de estas frases, que van de lo banal a lo muy elaborado, se arma ante nuestros ojos el retrato del artista, que no hace distingos entre la parte humana y la parte artística, en su caso no solo complementarias sino indisolubles. Me pregunto hasta qué punto el haber tenido una memoria tan fresca de su infancia clasemediera, que, con sus bemoles, parece haber sido feliz, haya contribuido al arte de Brainard, particularmente en su gusto por los collages que incluyen todas esas pequeñas cosas que surgen en varios de sus recuerdos: cuadernos de papel verde clarito, muñecas vestidas de novia, tutús, esponjas, bolitas de mercurio. La mención que hace de estos pequeños objetos les otorga una dimensión distinta; los extrae de la vulgaridad, y con esa misma visión transforma sucesos que enumera como trascendentes y más de un lector habrá experimentado aunque no se trate de experiencias, digamos, demasiado recurrentes.Este libro, pues, es una colección de momentos, de sensaciones, de experiencias a través de las cuales reconstruye una época que lo mismo se caracterizó por el racismo que por ciertas prendas de vestir: “Me acuerdo, cuando los cuellos de cisne eran realmente altos, de hablar sobre en qué restaurante te dejarían entrar con ellos y en cuáles no.”

Me acuerdo
Joe Brainard
Traducción de Julia Osuna Aguilar
Sexto Piso
México, 2009