No más sangre de Narciso

En honor a Javier Sicilia, con admiración y respeto...

Esta semana reestructuré él blog de La Trenza de Sor Juana, que de un tiempo a la fecha venía actualizando casi por inercia. Algo sucedió que tuve la sensación -terrible- de que la magia se había desvanecido entre mis dedos...que La Trenza había perdido su encanto, su brillo...que había perdido el deseo de alimentarla pero, al mismo tiempo, sería absurdo dejar morir por inanición un proyecto que este año llega a su décimo aniversario.

Pero los milagros ocurren...incluso en este pobre país dividido, convulsionado, herido en lo más profundo de su historia y de su tradición...incluso en México una simple escritora como yo puede vislumbrar una luz al final del túnel; decidirse a continuar navegando contracorriente, aunque sea en solitario...o más exactamente: impulsada por sus fieles lectores, que nunca la abandonaron ni siquiera cuando ella los abandonó a ellos sin expresar respetuosamente su frustración.

Este fin de semana agregué como lema a La Trenza de Sor Juana, unas líneas que localicé en el libro que actualmente me tiene en trance: La paradoja del amor, de Pascal Bruckner (Tusquets, Ensayo, 2001). Esta obra extraordinaria tiene poco que ver con la crítica literaria...y sin embargo me hizo ver la estrecha relación que existe entre el amor -tema central de este ensayo que nos hace ver que el amor nunca será lugar común, como insisten en afirmar algunos "críticos" que sistemáticamente denostan y niega, de palabra y acción- y el ejercicio literario. Esa frase que adopté como lema, dice: "La vida consiste también en glorificar y la admiración a menudo es más bella que la crítica".

La razón por la que casi dejo morir de inanición no solo el blog de La Trenza, sino éste mismo, fue, en primer lugar, el horror, el asco que me produce presenciar ese Circo Romano que los intelectuales mexicanos insisten en denominar "crítica literaria"; en segundo, caer en la cuenta de que esa masacre simbólica -o no tanto- no es sino la repetición más que la consecuencia, de lo que a diario nos deparan los noticiarios, o la vida real para por lo menos la mitad de los mexicanos. La palabra es un arma blanca, y los autoungidos críticos literarios mexicanos la emplean con la misma impunidad y salvajismo de los sicarios...y afirman, muy convencidos, muy orondos, que eso es crítica...que la crítica debe ser complaciente con los capos, y letal contra quienes no se adaptan a las reglas que rigen su imperio de papel. Y las víctimas de esos ataques fortuitos, pueriles la mayoría de los casos -porque quienes se atreven a apuntar el arma o encajar el filo en una carne blanda, aprendieron a hacerlo en la calle, mirando hacer a otros pájaros de cuenta que se dicen "autodidactas": por supuesto, el sicario no cuenta con manuales para realizar su trabajo: mata, y ya- caen en la trampa una y otra vez, y no solo parecen suplicarles a estos sicarios de las letras que, por favor, rectifiquen y les perdonen la vida, "tengo cinco niños que alimentar", legitimando con ello este rudimentario ejercicio de lo que insisten en llamar "crítica literaria" y no es otra cosa que la perpetuación del terrorismo que padecemos en las calles...encima de todo, aquellos a quienes les ha sido perdonada la vida, se arrodillan ante estos perpetuos adolescentes y, a manera de gratitud, los ensalzan con el mismo ímpetu con que los zalameros súbditos de aquel inolvidable Emperador Desnudo, alabaron la perfección y buen gusto de sus invisibles atavíos.

Esa es la razón por la que me mantuve al margen durante largo rato: quiero creer que no soy la única que no se ha percatado de que este sistema no es sino una triquinuela muy propia del régimen que actualmente padecemos para mantener a los escritores metidos en cintura, a través de una pequeña banda de farsantes que ni leen, ni escriben, pero pomposamente se dicen "escritores", peor aún: "críticos". Le han hecho creer a muchos que su invisible fasto son maravillosos ropajes que reafirman su condición de Todopoderosos...han hecho creer a muchos que el ejercicio crítico consiste en destruir personajes y reputaciones, y que un honesto comentario elogioso sobre una obra no es verdadera crítica. Le llaman "falta de rigor", frase con la que han llegado a calificar la crítica que ejerzo en La Trenza de Sor Juana. No entenderán jamás, por la simple razón de que ignoran por completo lo que la verdadera crítica literaria representa, que el Crítico no emprende una labor destructiva, sino exactamente lo opuesto: la crítica es un ejercicio de amor por la literatura; por los libros que nos han marcado y nos han reconstruido...La Trenza de Sor Juana es un acto de amor, cual debe ser la crítica literaria...y esto no lo digo yo, lo dicen quienes ejercen una crítica auténtica y aman a los objetos y sujetos de la misma, sin esperar nada a cambio.

Gracias a esa sencilla pero sabia frase de Pascal Bruckner, se reavivó mi deseo de perpetuar la larga Trenza que he rescatado de la tijera en más ocasiones de las que alguien pudiera imaginarse...y también de reavivar este blog que se compremete a ser un acto de amor y de justicia, y no un palco más de ese asqueante Circo Romano que yo desconozco como parte de mi vida, de mi trabajo y de mi proyecto artístico, que ya no es solo literario. 

México merece espejos mucho más nítidos, claros y genuinos donde verse reflejado...no más estas aguas enturbiadas de sangre de Narciso.

BIENVENIDOS A ESTA NUEVA ETAPA DEL BLOG ALL ABOUT LA EVE
"Marble place"
Foto: Eve Gil

"Roses for Jackie"
Foto: Eve Gil