Réquiem por una muñeca rota


Por: Agustín Cadena
Tomado de su nuevo blog Las letras son alas
(Publicado por primera vez en noviembre de 2000)


Eve Gil es una de esas narradoras poco comunes que nacieron literariamente en la novela, sin los devaneos con el cuento que parecen ser parte de la formación de todos los escritores jóvenes. Ciertamente, sus dos libros anteriores, Hombres necios (1996) y El suplicio de Adán (1997), son novelas. Dos novelas feministas, enjundiosas, cuyas protagonistas son mujeres que deben aprender a sobrevivir en un mundo sexista. El fervor militante que Eve Gil puso en estas obras de juventud, al convertirlas en un artefacto más ideológico que estético, limitó visiblemente sus posibilidades.

A tres años de aquellos desahogos, la autora nos sorprende con una obra notable, en la cual la ideología ya no ahoga a la literatura sino la alimenta y la carga de poder expresivo: Réquiem por una muñeca rota (Cuento para asustar al lobo). Aquí, las convicciones de Eve Gil se convierten en una forma de realismo, en un instrumento de indagación de la realidad y en un estilo de escritura. Se trata de una intensa bildungsroman, tal vez la primera de calidad que produce esta generación de narradoras.

Moramay y Vanessa son las protagonistas de la historia. Cuando transcurre la acción principal, ambas tienen trece años. Moramay ha crecido en una familia un poco rara: una de su tías es lesbiana y juega béisbol; su padre no parece interesarse mucho en ella y poco a poco comenzamos a sospechar que en realidad está casado en otra parte y Moramay es una hija bastarda. Por su parte, Vanessa tampoco viene de una familia normal: conforme la novela avanza, nos enteramos de que toda su vida ha estado acompañada de historias sórdidas y más o menos ocultas. Cuando ella y Moramay se hacen amigas, gracias a un incidente escolar, las dos comienzan a vivir una intensa relación de amor entre amigas, no lésbica propiamente, pero sí muy íntima, llena de momentos tiernos y de amistad apasionada. La novela se va desarrollando como un proceso de iniciación femenina a través del cual las dos protagonistas descubren juntas el sentido de la lealtad, el coqueteo con muchachos, el noviazgo, el enamoramiento, la rivalidad, los celos. Su amistad es posesiva y desbordada; se acarician, se besan, se hacen juramentos como dos amantes. Cuando Vanessa tiene su primer novio, Moramay se siente desplazada y pelea su sitio. Luego vienen experiencias más fuertes. Un día, el padre de Moramay decide enviar a la familia a Hermosillo. Las dos adolescentes hacen un pacto suicida a fin de evitar que las separen. Toman pastillas. Sin embargo, el suicidio se ve frustrado. Moramay es de todos modos forzada a vivir una vida que no le es permitido elegir. Por su parte, Vanessa se queda en México y, después de algunas experiencias como modelo, comienza a realizar su sueño de ser cantante. Ésta es, grosso modo, la historia.

La estructura de la novela es muy tradicional. Está contada en orden cronológico, sin juegos de planos ni de voces narrativas. En esta sencillez, posiblemente, radica su poder de convencer. Es una historia simple en la cual no sucede nada extraordinario: dos muchachas se hacen amigas y viven su afecto con pasión mientras dejan de ser niñas y se hacen mujeres. No es necesario más. Con un estilo limpio, fresco, rico en matices emotivos, Eve Gil logra retratar a dos personajes muy humanos y entrañables. Ciertamente, hay en esta obra riqueza humana: situaciones, conflictos, pasajes propios de una adolescencia desamparada. Y todo visto desde la perspectiva de alguien que conoce bien a sus personajes pero nunca los juzga ni los defiende ni los justifica. Sólo cuenta su historia. Y la cuenta muy bien.

Réquiem por una muñeca rota (Cuento para asustar al lobo), de Eve Gil.