La muñeca rota
Por José Pérez Chowell.
Normalmente leemos un libro y nos quedamos con lo que nos quiere dar el autor a quien nos gustaría preguntarle por qué esto o lo otro, sin que tengamos la oportunidad de hacerlo, porque está allá en su mundo especial y los lectores aquí, en el de verdad.
Ahora estoy leyendo la novela “Réquiem por una Muñeca Rota”, de Eve Gil. Y sí, me dieron ganas de ir más allá del texto y saber qué tan verdadero o imaginativo es lo que nos da…
Eve Gil es una linda sonorense radicada en el Distrito Federal, encargada de la sección cultural de la revista “Siempre!”. En 1993 recibió mención honorífica en el Certamen Nacional de Poesía Anita Pompa de Trujillo; y en 1994 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Fernando Benítez.
Una mujer llena de éxitos y con mucho todavía por dar. ¡Ah, y es mi amiga! De pronto establecimos contacto epistolar vía Internet. Y ahí estamos, ya sabes, bien inmersos en el estimulante ritual de los elogios mutuos.
Por lo poco que la conozco sentí que la protagonista de “Réquiem por una Muñeca Rota” es ella misma y no quise quedarme con la tentación, preguntándole por correo electrónico si es lesbiana.
Cuando me referí a esto en el espacio radiofónico de cada tercer día (“La Crítica Literaria”), dentro del noticiario “En Contacto Informativo”, Gustavo Estrada Guerra me preguntó qué carambas me puede importar la sexualidad de cualquier persona.
Es que no me gusta quedar con dudas, aparte de que la prudencia no es algo que se me dé… Esto fue lo que me contestó Eve: “Ja, ja, ja, ja. Todo mundo me pregunta lo mismo, hasta me incluyeron en una lista muy divertida de Internet de escritoras lesbianas latinoamericanas… Y el que más se rió fue mi esposo…
“No, no soy lesbiana. Soy casada, tengo dos niñas y hasta antes de casarme era muy enamoradiza… de hombres”.
Me dio más información sobre la novela, que no transcribo para que la busques y leas. Te vas a divertir y escandalizar, pero te encontrarás con personajes de carne y hueso, algunos gratamente positivos y otros llenos de truculencias y maldad, pero reales.
Y ya le di a Eve mi punto de vista, en cuanto a la convicción que deja en mí su novela, puesto que significa que nos da justo lo que nos quiere vender, convenciéndonos de su verdad, el ideal de todo escritor.
No vayas a pensar, por favor, que de la respuesta a mi pregunta dependía la aceptación o no de la autora. Allá cada quien con su vida y tengo amigas lesbianas muy queridas y admiradas… No por su sentir, sino por su ser, hacer y dar, que es el reflejo de su espiritualidad.
Cuando escribí “Cecilia La Capitana” me sentí profundamente satisfecho, porque la protagonista es una mujer y conseguí dar la sensación de que realmente habla y actúa una mujer. Y no por eso me transformé… Fue en lo que pensé después de salir con mi impertinencia a la tolerante amiga Eve Gil, magnífica escritora.
Normalmente leemos un libro y nos quedamos con lo que nos quiere dar el autor a quien nos gustaría preguntarle por qué esto o lo otro, sin que tengamos la oportunidad de hacerlo, porque está allá en su mundo especial y los lectores aquí, en el de verdad.
Ahora estoy leyendo la novela “Réquiem por una Muñeca Rota”, de Eve Gil. Y sí, me dieron ganas de ir más allá del texto y saber qué tan verdadero o imaginativo es lo que nos da…
Eve Gil es una linda sonorense radicada en el Distrito Federal, encargada de la sección cultural de la revista “Siempre!”. En 1993 recibió mención honorífica en el Certamen Nacional de Poesía Anita Pompa de Trujillo; y en 1994 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Fernando Benítez.
Una mujer llena de éxitos y con mucho todavía por dar. ¡Ah, y es mi amiga! De pronto establecimos contacto epistolar vía Internet. Y ahí estamos, ya sabes, bien inmersos en el estimulante ritual de los elogios mutuos.
Por lo poco que la conozco sentí que la protagonista de “Réquiem por una Muñeca Rota” es ella misma y no quise quedarme con la tentación, preguntándole por correo electrónico si es lesbiana.
Cuando me referí a esto en el espacio radiofónico de cada tercer día (“La Crítica Literaria”), dentro del noticiario “En Contacto Informativo”, Gustavo Estrada Guerra me preguntó qué carambas me puede importar la sexualidad de cualquier persona.
Es que no me gusta quedar con dudas, aparte de que la prudencia no es algo que se me dé… Esto fue lo que me contestó Eve: “Ja, ja, ja, ja. Todo mundo me pregunta lo mismo, hasta me incluyeron en una lista muy divertida de Internet de escritoras lesbianas latinoamericanas… Y el que más se rió fue mi esposo…
“No, no soy lesbiana. Soy casada, tengo dos niñas y hasta antes de casarme era muy enamoradiza… de hombres”.
Me dio más información sobre la novela, que no transcribo para que la busques y leas. Te vas a divertir y escandalizar, pero te encontrarás con personajes de carne y hueso, algunos gratamente positivos y otros llenos de truculencias y maldad, pero reales.
Y ya le di a Eve mi punto de vista, en cuanto a la convicción que deja en mí su novela, puesto que significa que nos da justo lo que nos quiere vender, convenciéndonos de su verdad, el ideal de todo escritor.
No vayas a pensar, por favor, que de la respuesta a mi pregunta dependía la aceptación o no de la autora. Allá cada quien con su vida y tengo amigas lesbianas muy queridas y admiradas… No por su sentir, sino por su ser, hacer y dar, que es el reflejo de su espiritualidad.
Cuando escribí “Cecilia La Capitana” me sentí profundamente satisfecho, porque la protagonista es una mujer y conseguí dar la sensación de que realmente habla y actúa una mujer. Y no por eso me transformé… Fue en lo que pensé después de salir con mi impertinencia a la tolerante amiga Eve Gil, magnífica escritora.
TOMADO DE PERIÓDICO AM DE GUANAJUATO, GTO.