¡ESO TE PASA POR INVOCAR AL DIABLO! III ENCUENTRO DE ESCRITORAS EN PUEBLA

En la foto: Victoria Pérez y yo antes de que se desatara la ira divina.
Toma de Lina Zerón

Por tercer año consecutivo tuve el honor de ser invitada por las organizadoras del Encuentro Mujeres que Escriben que este 2007 llega a su tercer aniversario gracias al empeño, tezón y amor por la literatura de un grupo de académicas de la Benemérita Universidad de Puebla, lidereadas por Raquel Gutiérrez Estupiñán, especialista en la obra de Luisa Josefina Hernández y ganadora del Premio Nacional de Ensayo Abigael Bohórquez 2003.
Tuve la oportunidad de reunirme nuevamente con grandes amigas poblanas, todas ellas escritoras que, aunque no masivamente conocidas, gozan del prestigio y el talento suficientes para llegar a serlo: Beatriz Meyer, Amelia Domínguez, Isabel González y la jovencísima Judith Castañeda Sauri. La novedad de este año, fueron las escritoras Rosa Nissán, invitada de honor y la poeta Lina Zerón que sorprendió gratamente a la audiencia en su faceta como narradora.


La dinámica de este encuentro se sale de lo común pues cada escritora se presenta en compañía de una académica que, tras la lectura del texto, procede a realizar un análisis concienzudo de la obra y a comentar la trayectoria de la autora en turno. Se trata, pues, de un coloquio amistoso entre la crítica académica y las autoras, algo nunca antes visto. La mayoría de la audiencia está constituida por jóvenes preparatorianos y universitarios que muestran un entusiasmo raras veces visto por esta servidora en otros estados de la república.


La ira divina se desata en pleno encuentro


Llegado mi turno de leer, asistida por Victoria Pérez (que en realidad es rusa pero usa el apellido de su esposo mexicano y es una mujer sumamente sensible a quien agradezco su maravilloso análisis de mi relato), se desató un aguacerazo con tintes diluvianos. Las lecturas se llevaban a cabo en un patio techado de la llamada Casa Amarilla y salvo el problema que representaba tratar de hacerme escuchar en medio de una granizada, nada parecía anunciar algún incidente que pudiera empañar el encuentro. El cuento que leí, inédito, se titula "Alicia o el diablo" y por supuesto hace alusión al personaje del traje colorado y los cuernitos... ¿qué creen que sentí cuando en plena lectura se nos vino encima el techo de plafón, que no pudo resistir el peso del granizo acumulado? Fue necesario evacuar el patio que terminó en zona de desastre. Me resguardé a tiempo de un enorme trozo que de haberme en la cabeza, mínimo, me hubiera descalabrado pero solo rozó mi espalda y me aplastó un pie, aunque una de las maestras, Mary Carmen García Aguilar, a quien se le había asignado la presentación de Rosa Nissán, tuvo que ser llevada al hospital porque la sangre le escurría por entre los dedos de las manos y el antebrazo. La maestra Jiménez y Romano tuvo que desinfectarse una herida en la pantorrilla. Aunque solo hubieron heridos por las esquirlas, nada que lamentar, el susto no nos lo quita nadie. Medio en broma, medio en serio, porque todavía estaba temblando, les dije que nunca más volvería a invocar al demonio en mis cuentos. Tuvimos que mudarnos a una pequeña aula donde Victoria terminó de realizar su análisis público de mi demoniaco texto y Lina Zerón y Rosa Nissán pudieron llevar a cabo conmovedoras lecturas. Me voy de Puebla con la espalda amoratada, la pata más fregada de lo normal, pero llena del cariño de mis viejas amigas, incluidas las académicas María del Carmen Jiménez y Romano y Virginia Hernández Enríquez, así como de dos nuevas: Rosa Nissán y su acompañante, Eufrosina, una alumna suya del taller de autobiografía de quien algún día me permitiré hablar más ampliamente porque esta maravillosa mujer que ni siquiera leyó pues acudió solo a escuchar a su maestra, merece comentarios mucho más extensos.
Los invito a checar fotos exclusivas para este blog de este maravilloso (y endemoniado) encuentro en el Álbum de la Eve & Friends. Por desgracia no alcanzamos a captar imágenes del momento en que cundió el pánico por el desplome del techo.