Presagios de Alicia

Por: Lina Zerón
La tarde presagiaba lluvia. El segundo patio de La Casa Amarilla cubierto por una enorme lona de color amarillo fosforescente, soportada por unas vigas de acero era el escenario del III Encuentro de mujeres que Escriben. Había colocadas una mesa para cuatro cubierta por fieltro verde y un hermoso arreglo florar de rosas y margaritones, unas 60 sillas y dos bocinas de pedestal una al frente y otra posterior.Las 17:15, turno de Eve Gil que nos presentaba su cuento: “Alicia o el diablo”, la presentación de la autora corría a cargo de Victoria V. Pérez. Comenzaron los relámpagos acompañados de un estruendoso aguacero y copos de granizo, recordé cuando de pequeños mi abuela nos decía que apagáramos las luces y desconectáramos todos los eléctricos ya que podíamos atraer un rayo con la antena del televisor. Eve se esforzaba por alzar la voz y hacerse escuchar, Victoria miraba hacia arriba, todos estábamos atentos al cuento de Eve sin dejar de preocuparnos por la cantidad de agua que se almacenaba en la lona del lado izquierdo, presagiando que el Diablo del cuento de Alicia haría presencia esa noche. Pensé que el diluvio traspasaría la lona cayendo como cascada sobre los asistentes. Maricarmen Jiménez y Raquel Gutierrez iban y venían tratando de conseguir otro salón o de subir el volumen al micrófono para que no compitiera con la dulce voz de Eve, de pronto un sonido igual al que hacen los buñuelos al romperlos en dos pero con amplificador para un estadio de futbol, se escuchó por todo el patio, ¡craz, craz, craaazzz! el plafón de acrílico que soportaba la gruesa lona repleta de lluvia, lo mismo que una camilla a un herido, se vino abajo en mil pedazos, justo arriba de la mesa de lectura. Eve Gil, Victoria y Raquel corrieron hacia la ventana de la biblioteca situada a sus espaldas, un enorme pedazo de acrílico cayó de filón sobre la cabeza y la espalda de Eve, cosa que aminoró el golpe que recibió en el pié protegido por sus inseparables tennis sin lastimarla, esta vez su Ángel de la Guarda venció al diablo del cuento. Victoria se fue deslizando hacia la derecha y Raquel intentaba esconderse tras la bocina, para protegerse por ella como si fuera un paracrílicos en vez de paraguas, su cara reflejaba terror y sorpresa, su bastón cual herido de muerte yacía a medio patio. Las asistentes de la primera fila fueron alcanzadas por enormes proyectiles mientras corrían, dejando bolsos y prendas en las sillas, al compás de los crujidos del techo transparente que seguía desprendiéndose. Eve se agarraba la melena con ambas manos y sus ojos abarcaban casi toda su cara. Varios corrimos hacia el lado izquierdo, por donde llovía pedacería de plafón, tratando de protegernos, los otros se replegaron contra la pared del lado derecho. Con sorpresa y horror Maria del Carmen García Aguilar levantaba su mano izquierda de donde brotaba sangre, yo imaginé un hueso traspasando la piel, pero por fortuna no fue tan grave, eso nos dijeron las que la llevaron al hospital. Algunos valientes decidimos volver a atravesar el patio retando al Demonio de Alicia para subir por las escaleras al segundo piso y continuar con la lectura en el salón 4, llegamos hasta ahí para concluir la lectura de Eve Gil, continuar con la mia para cerrar con Rosa Nissán. Durante hora y media mas, el cielo de plástico no dejó de tronar cual cascos de caballos despavoridos, ni el techo dejó de escupir pedazos de plástico. La cena postraumática en el Hotel Palace fue muy cálida. Rosa, Eufrosina, Eve y yo intercambiamos correos, teléfonos y confidencias. En la bolsa de cada una yace en el fondo un pedazo de acrílico que nos regaló la noche como recuerdo de una bella tarde de romántica lluvia y lectura de cuentos.