
Por: Juan Carlos Aguilar García
“La televisión me da terror porque ha producido verdaderas catástrofes políticas en todo el mundo”, señaló la escritora Eve Gil, quien recientemente presentó Virtus (Jus), su más reciente novela, en la que describe un mundo apocalíptico sometido a la dictadura de este medio de comunicación.
“Una televisión puede destruir en el ámbito internacional la reputación de un personaje en apenas cinco minutos. Me asusta ese poder que tienen en general los medios de comunicación masiva. Me asusta percatarme que el poder que ellos quieren tener, no es simplemente económico, es también político. Quieren dominar a las masas”.
Algo que es inadmisible, agrega Gil, es que la realidad que muestra la televisión es totalmente diferente a lo que se ve en las calles.
“Es como vivir en mundos paralelos... No sé a qué grado de manipulación nos están llevando. Lo malo es que la gente cree que es verdad todo lo que ve en la televisión”, lamentó Gil, quien comentó que su novela es también un homenaje a escritores como George Orwell, Philip K. Dick, Isaac Asimov y Aldous Huxley, quienes llevaron a la ciencia ficción a sus más altos niveles.
Para Gil, mucha responsabilidad también la tienen los políticos, quienes “han superado los niveles de demagogia para instalarse en la total vacuidad”.
“El de los políticos es un lenguaje vacío, no dice absolutamente nada. En una parte de la novela vacié el lenguaje tal cual para que la gente se dé cuenta que no dicen nada”.
—Aunque la televisión podría ser bien utilizada.
—Por desgracia, aunque los programas culturales son muy buenos, son mero ornato. La gente que la hace es muy bien intencionada, pero al gobierno no le interesa en realidad que esos programas se vean.
Yo no veo la televisión porque me quita mucho tiempo. Puede ser buena si se sabe ocupar. Por desgracia la televisión pública explota lo peor de lo peor: el morbo, la madre de todos los vicios. Es terrible cómo están jugando con la sociedad.
Ante este panorama tan vacío, la autora de El suplicio de Adán advierte que las únicas salidas viables son la literatura y el deporte. “Cuando digo deporte, me refiero a que se practique, no que sólo se vea desde la sala de una casa, si no estaríamos hablando de los mismo”.
Fragmento de Virtus

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Eve Gil, La reina baila hasta morir. México, Fósforo, 2008
En los últimos meses he encontrado varios artículos y ensayos –en su mayoría publicados en los Estados Unidos o en el espacio más difuso de la red en lengua inglesa– que ponderan la enfermedad y la muy probable agonía y muerte próxima del cuento como género literario. Simplemente porque no tiene lectores: porque los libros de cuentos no se venden y las revistas especializadas que todavía publican cuentos tienen como público sólo a escritores de cuentos, quienes las leen sólo para averiguar qué le gusta publicar a los editores de las mismas.
Aquí en México, la periferia del Occidente, bien podemos suponer que la situación está peor, como siempre que comparamos la periferia con el centro: no sólo se tiene poco aprecio por las narraciones breves, sino que para muchas personas la palabra "cuento" equivale a "cuento infantil", del mismo modo en que una "novela" es algo que se ve por televisión. Además, las revistas y editoriales aún dispuestas a publicar cuentos rara vez consiguen que éstos sean leídos más allá de un círculo pequeño de iniciados y lectores próximos. Por último, incluso el hecho de que todavía se escriban cuentos, y libros de cuentos, podría interpretarse sólo como un signo de la persistencia de varias costumbres del pasado, algunas descaminadas pero simpáticas como el aprecio por la simple belleza de las narraciones breves, y otras descaminadas y desagradables, como el lugar común de que el cuento es sólo una parada en el camino hacia la novela y se puede llegar a ser el nuevo Tolstoi simplemente acumulando páginas y páginas y páginas.
Podemos suponer todo esto y entonces encontrar libros de cuentos recientes y extraordinarios. Como si fueras a entender de Jim Shepard, para mencionar un ejemplo de allá; Pétalos de Guadalupe Nettel y La noche es luz de un sol negro de Edgar Omar Avilés, para mencionar dos de aquí, prueban que la distribución, la popularidad, incluso la pertinencia del cuento como forma artística pueden ser cosa del pasado, pero la propia forma está intacta: no sólo la simple belleza sino las posibilidades creativas de las narraciones breves. Ni siquiera se trata de que el cuento se haya convertido ya en una práctica muerta, olvidada durante siglos y vuelta a la vida, como zombi, por especialistas que ya no pueden saber exactamente cómo se hacía tal cosa, cómo se producía tal efecto. El cuento sigue aquí, siquiera como un campo de experimentación para cuanto pueda quedar de belleza en la mera literatura.
Dos muestras están en los libros mencionados arriba, que llegaron a mí más o menos en las mismas fechas y son obra de dos escritoras mexicanas.
1. Re-Sentir: El mundo de lo apagado
Entre quienes siguen los postulados de la literatura del siglo XIX (y son casi todos, aunque nunca hayan oído de ellos) se respeta aún la noción poeiana de la unidad de efecto: la subordinación de todos los elementos de una historia a un "fin" que se ha entendido casi siempre como una revelación de la trama, un giro sorprendente de los acontecimientos. Con el siglo XX y la modernidad literaria vinieron todas las numerosas formas de la rebelión contra esa regla, pero ahora podemos ver que duraron poco: en el XXI hemos arribado a cierta uniformidad nueva y no muy estimulante; la mayor parte de los cuentos que pueden encontrarse se limita a negarse una trama, negarnos una conclusión contundente y presentar sólo una "situación", un "ambiente", un "desvelamiento" de circunstancias inmutables.
La estrategia de Carmen Simón en sus cuentos parecería, en un primer vistazo, estar más cerca de estos hábitos: sus cuentos se concentran, casi siempre, en un solo episodio, que se examina cuidadosamente mientras se desarrolla pero cuyos momentos más apremiantes o más llamativos no están nunca en los últimos párrafos del texto. A veces, esto se lleva hasta el extremo de que la reacción ante lo terrible, las consecuencias de lo embarazoso o lo alarmante, son simplemente banales, irrelevantes para los pequeños teatros de la angustia que las preceden. Sin embargo, un segundo vistazo muestra que el foco de cada historia no es, pese a todo, su situación inicial, comúnmente situada en un mundo realista y rutinario y vista por un personaje mediano, ni enfermo de los males del siglo ni representante de alguna de las formas del poder. Por el contrario, lo que cuenta es la percepción de esos lugares y esas circunstancias: la manera en la que los personajes se dejan vivir y nos comunican lo que les sucede adentro.
Desde este punto de vista, El mundo de lo apagado no se detiene en las implicaciones más obvias de su título, como sí lo han hecho generaciones enteras de malos cuentistas. Hace mucho que no leía una serie tan convincente como ésta de descripciones del mundo físico y, sobre todo, de los estados cambiantes del cuerpo y del alma de una serie de personajes, que no sólo llegan a conmover, a re-presentar emociones, sino que permiten re-sentir, siquiera por momentos, lo que ellos están sintiendo. Un hombre que se muere a cuatro patas en una camilla, en un episodio horrible por el roce prolongado de lo grotesco y lo trágico; una mujer cuyas caderas se atoran en un agujero; la frase hecha del "corazón que salta en el pecho" convertida, y no sólo en un cuento sino en dos, en síntesis convincente del desvalimiento y el terror… Todos estos personajes inspiran esa identificación, esa empatía cada vez más rara en nuestros tiempos de tedio y de hartazgo constante, y describen, sutilmente, una propuesta literaria que es, literalmente, incómoda: vamos a padecer con estas historias, vamos a rechinar los dientes y a tragar saliva, siquiera para que recordemos, por medio de estos seres inventados, nuestros propios seres, nuestra presencia física y los torbellinos del interior, con todo lo que tienen, a la vez, de callado y de constante.
2. Mitos "reloaded": La reina baila hasta morir
Los textos sobreviven en la medida en que son leídos y repetidos, más allá del lugar y el tiempo de su origen. Esto implica el problema de que necesitamos contar de nuevo las historias, formular una y otra vez los mitos y las imágenes, pero cada intento de renovación debe enfrentar al mismo tiempo el peso del pasado y la liviandad del futuro (¿cómo afrontar la responsabilidad de que el peor de los libros puede ser siempre el primero para alguien?).
La reina baila hasta morir de Eve Gil no ataca estos obstáculos de las formas usuales en los pelotones de la narrativa mexicana, que en general ni siquiera se plantean la cuestión y cuando llegan a abordarla optan por las lamentaciones nihilistas o el anacronismo de medio pelo, ese cuyo ejemplo más rancio es el Tenorio cómico. Los cuentos del libro parecen ofrecer un repertorio de íntimas truculencias, puestas en la frontera tan visitada que comparten el melodrama y el relato psicológico, pero también dan pistas claras sobre una segunda lectura posible: "Cenicienta Hardcore" entra y sale constantemente de las muchas versiones del cuento "original", de sus derivaciones televisivas y de la caracterización de un personaje preciso alrededor de su sexualidad; "Claveles salvajes" re(h)usa el mito del vampiro; "Alicia o el diablo" está anclada a la vez en el subconsciente profundísimo de la Alicia de Carroll y en un caso que suena a los titulares interminables de la red…
Hay además, precisa y montada sobre estas historias, una poética, creada mediante una serie de negaciones. Reina Cardoso, la gobernanta corrupta que literalmente baila hasta morir (la fuente es también un cuento de hadas) en la más llamativa de las narraciones de Gil, es justamente la escritora que ella, sospecho, no desearía ser jamás: su obra incluye "tres novelas sobre alegres adúlteras" y su práctica de la escritura carece de cualquier convicción; cuando el texto concluye, parece claro que el castigo que le dispensa su creadora no llega sólo por razones melodramáticas, sino literarias.
Estas reversiones funcionan cuando descansan en la búsqueda de personajes que puedan parecer verosímiles, tal como entendemos la verosimilitud a comienzos del siglo XXI, y que además puedan establecer una conexión precisa con la tradición de la que provienen, de tal manera que el sentido de sus historias pueda mantenerse aún si no se conocen sus precursores pero se vuelva otro, más sutil y profundo, si se tiene presente su enlace con el pasado. No es la primera vez que Eve Gil intenta un proyecto así –antes escribió Cenotafio de Beatriz, una novela que rehace el Infierno de Dante en un contexto contemporáneo–, pero en este caso la brevedad del cuento obliga a que las vidas de sus criaturas se condensen en el menor espacio posible y se resuman en uno o dos episodios fundamentales. Incluso en las historias de menor solidez, la urgencia los hechos y la importancia que tienen para quienes los viven es evidente: las reinas y princesas, los seres monstruosos o terribles que las acompañan, nos importan porque son simples personas, y viven ajenas a su condición adicional de vehículos de algo más antiguo.
3. "Escrita por mujeres"
La caracterización, la hechura de los personajes y de sus mundos, es una cuestión importante no sólo porque preocupa a ambas autoras sino porque tiene que ver con un tema que no debería ser inevitable al discutir libros escritos por mujeres. Pero ya sabemos: mucho de lo que se dice todavía ahora sobre la "literatura escrita por mujeres" es una sarta de lugares comunes que sería insultante para cualquier otro grupo al que quisiéramos dedicarla. De acuerdo con estos clichés, las escritoras no pueden hacer más que poner en sus páginas los temas que les han sido asignados tradicionalmente, y deberíamos alegrarnos de que se porten bien y se limiten a hermosear, sin cambiarlas en absoluto, las pocas ideas y tramas que están reservadas para ellas; de que digan lo mismo que dicen en las telenovelas pero con otras palabras, de que canten con nuevas referencias o nuevos giros su papel subalterno en el mundo de los hombres.
No debe sorprender que, como hay muchas personas que sólo se exponen a un texto para confirmar la validez de sus prejuicios, este tipo de "literatura femenina" se venda bien. En cambio, llama la atención el comprobar que una forma de medir la calidad literaria, la simple eminencia estética de la obra de una escritora, es, por lo menos entre nosotros, ver qué tanto se aleja de tales imposiciones.
Y de esa ruptura, de que sea poderosa y memorable para sus lectores, dependerá la supervivencia de estos libros.
Simón se ha mantenido alejada del "medio" y dedicada en particular a la impartición de talleres (para los que emplea –al parecer es la única– los método de su propio maestro, el escritor uruguayo de culto Mario Levrero). En cambio, Gil se ha dado a conocer no sólo por su copioso trabajo sino por su actitud combativa en diferentes trincheras (hace algunos meses, por ejemplo, debido a su participación en la polémica alrededor del Diccionario crítico de literatura mexicana de Christopher Domínguez Michael). Pero ambas libran sus mejores batallas en páginas como éstas. Al pelear, por medio de sus personajes y sus voces, cada una defiende su derecho de crear su propia voz, de construir para nosotros su propia imagen del mundo.

Juana Inés, la protagonista (nombrada así en clara alusión a la Décima Musa), denuncia, mediante una narración retrospectiva, la serie de infamias cometidas por los gobernantes mexicanos, mismos que convirtieron el país en el llamado Proyecto V, un parque de diversiones donde la felicidad está al alcance de un lectochip (memoria artificial).
Juana Inés redacta su testimonio en 2068. Jesús Martín Pérez Wagner, considerado una especie de Mesías, asume la Presidencia de la República cincuenta años atrás, luego de ser aprobado por el Ventrílocuo,"(...) un concepto tras el que se parapeta un colectivo de canallas". (p. 26).
Lena Christian, hermosa y brillante científica, es seleccionada por el Gabinetazo para ser la Primera Dama, desplazando así a la Querida Oficial, Desdémona Tort, seudoactriz.
El Presidente y su Primera Dama emprenden su campaña en pro del lectochip con un discurso plagado de demagogia, que remite a los de la pareja Fox/Sahagún, cuya imagen pretendidamente benévola invadía cotidianamente el espacio mediático con mensajes edulcorados.
El lectochip, según la Pareja, serviría para permitirle a los ciudadanos accesar a la Nación de sus Sueños (o al País de los Durmientes, como aclara Juana Inés que lo denominan los sociólogos); dicho dispositivo se ofrece como opcional y gratuito. Su carencia volvía a la población unos parias.
La realidad, no obstante, se torna pesadillesca ante los ojos de Juana Inés y Linos Pound, científico que la ha adoptado, puesto que son los únicos seres lúcidos en el Paraíso de los Necios, donde se han abolido los medios de comunicación para sólo dejar uno, oficial: el notelet, en que todo es perfecto. Por ende, se omite informar acerca de la destrucción del país y las cruentas guerras que asolan al mundo. Si bien el Proyecto V está supertecnologizado, aún persisten prácticas tan inhumanas como la explotación infantil y la división social en Guisas -comparables a las castas novohispanas-, contra lo que nadie protesta, inmersos como están en su alienación.
Pound, como el abuelo de la pequeña, padece el Síndrome del Exiliado, es decir, colecciona artefactos antiguos para asirse a su verdadero mundo. A diferencia del fallecido anciano, éste opta por no injertarse el lectochip, sino un chip que lo convierte en la Historia Ambulante del País que Fuimos: una biblioteca humana.
Mientras todo esto ocurre, Christian le pone el cuerno alegremente a Wagner con el Ventrílocuo.
La catástrofe sobreviene en el Proyecto V. Juana Inés y Pound son rescatados y llevados al Desierto, donde habitan otros desvirtuados (léase carentes de lectochip). Juana Inés no se quedará con los brazos cruzados ante la ignominia...
Virtus es una acertada alegoría de nuestra aberrante realidad: un México de niños desnutridos pero con el dudoso orgullo de tener al Hombre Más Rico del Mundo; un pueblo fanático cuyo Arzobispo influye en decisiones de Estado; un país donde nadie lee pero goza hasta el delirio con las sandeces del Duopolio Televisivo; un Edén para los pedófilos, avalados por el Sistema. Pero los mexicanos persisten en su Sueño: les importa más el destino de la Selección Mexicana que la privatización de PEMEX o las narcoejecuciones.
Celebremos la osadía de Gil, capaz de elevar un clamor ante la ruina.
Eve Gil
Virtus,
Editorial Jus,
México, 2008,
128 pp.
Tomado de Mester de Jotería
Entrevista con Eve Gil en torno al cuento “Cenicienta hardcore”, incluido en La reina baila hasta morir
Antonio Marquet: Me gustaría que me contaras un poco sobre las condiciones de creación del cuento “Cenicienta Hardcore” y del libro en el que éste se encuentra La reina baila hasta morir (2008)
Eve Gil: Este cuento surgió, como la mayoría de mis relatos, por encargo. Me lo pidió Carlos Martínez Rentería para la revista Generación que estaría dedicado a la pornografía escrita por mujeres. Hasta la fecha ignoro por qué pensó en mí, pues mi narrativa no se caracteriza por ser pornográfica, pero de cualquier modo lo asumí como un reto. De ahí surgió el relato originalmente titulado "Madame Bovary y los extraños" producto, entre otras cosas, de mi obsesión por esta novela de Flaubert que he leído y releído sin terminar de entender cómo es que Emma y Charles llegaron a tales extremos de incomunicación. Eso, considero, es más propio de nuestro tiempo, en el que vivimos una especie de vidas paralelas: la real y la ciberespacial. Una Madame Bovary de principios del siglo XXI tendría que ser una adicta al internet, como lo es Lorna. Por otro lado, ya en Réquiem por una muñeca rota abordo el tema de la explotación de las mujeres en los medios de comunicación. Lorna es un caso raro, de mujer sobreexplotada que se rebela a su explotador, aunque para vengarse recurre a una actividad que, si bien le aporta placer, también la expone a un enorme peligro. Pero ella es autodestructiva por naturaleza.
AM: Me gustaría que me hablaras de María Teresita de Jesús Gómez...
EG: María Teresita es la chica promedio que sueña con ser como sus estrellas favoritas sin imaginar que ser bonita no es suficiente. Vamos, ni siquiera el talento. La imaginación no les alcanza para adivinar el precio que deben de pagar a cambio de una fama que, en caso de alcanzar, será con seguridad efímera.
AM: ¿Puedes decirnos algo de Lorna?
EG: Lorna es como Frankenstein: la criatura que se rebela a su creador, cosa que ocurre en el mundo del espectáculo en forma frecuente, aunque no de la forma que ocurre en este relato. Lorna está consciente de que es una belleza prefabricada y en cierto modo quiere sacarle a esa condición un provecho personal, en este caso, la posibilidad de conseguir la satisfacción sexual que su carrera (y su marido explotador) no le dan.
AM: Háblanos, por favor, de las raíces de este cuento…
EG: Es una crítica a la sociedad que exige de la mujer virtudes casi imposibles y en cierto modo, Lorna quiere vengarse de quienes la forzaron a dejar de ser Teresita para poder triunfar... más o menos así funciona la psicología de este personaje que es feminista sin ella saberlo.
AM: me queda una pregunta en el tintero, o más bien no quise hacerla evidente…¿Hay en tu “Cenicienta hardcore” una intención de reactualizar, de hacer alguna relectura de cuentos infantiles, verdaderas tecnologías de sometimiento femenino, como es evidente en la Blanca nieves mediática que trazas, ¿es esta “Cenicienta hardcore” una Caperucita del siglo XXI que, cual debe, prefiere tomar el camino prohibido…
EG: Los relatos de La reina baila hasta morir, la mayoría al menos, pretenden exponer lo que los cuentos infantiles callan o, en el peor de los casos, disfrazan. Es, en efecto, una relectura de los cuentos originales de Grimm, Perrault y un poco Anderson, como en Cerrdiwen y las sirenas. La caperucita de "Las abuelas" quiere abolir la imagen de la abuela machista, pero en Réquiem..., por ejemplo, las caperucitas que son Moramay y Vanessa pretenden pintar su raya respecto a los lobos que las asedian y vivir la una para la otra, por ejemplo.
Presentación de VIRTUS, Junio 30, 2008
Los estudiosos de la intertextualidad (Genette, 1982; Darío Villanueva, 1992) afirman que el título de una obra literaria es una especie de puerta de entrada a la misma que produce un horizonte de expectativas determinado. En la comunicación literaria, el título lleva una “información catafórica o condensadora del mensaje íntegro que pronuncia y al cual remite” (Marchese y Forradellas, 1984). De esta manera, se establece una relación interactiva entre el título y la obra como un diálogo entre dos textos. Hoy en día, los escritores aprovechan el inmenso campo de la literatura donde hallan versos o títulos anteriores que deciden aprovechar. El título, por lo tanto, no es un simple preanuncio de lo que va ocurrir, ni una simple puerta, puesto que ésta se abre hacia atrás y hacia delante, es decir, actúa no solo como catáfora, sino como anáfora pues remite a un título anterior. Así, Alicia o el Diablo no es un título inocente en el sentido que remite –y el epígrafe lo confirma– al cuento de la poeta rusa Marina Tsvetaeva El Diablo. En lo que sigue, escuchemos los murmullos de El Diablo en el diálogo intertextual que se establece entre él y Alicia... .
Para comprender mejor la relación productiva entre dos obras, empezaré con algunos datos informativos.
Marina Tsvetaeva nació en Moscú en 1892. Su poesía, inspirada en los románticos franceses y alemanes, es algo único en la poesía rusa hasta hoy. En 1922 abandona la ex URSS para seguir a su esposo que ha huido a Berlín tras la derrota del ejercito blanco. Debido a que su marido fue relacionado con el asesinato de un ex militar ruso y del hijo de Trotski, en 1937 Marina sufre un registro domiciliario y un interrogatorio por la policía francesa. En 1939 regresa a la URSS donde vive de sus traducciones y del apoyo de algunos amigos como Anna Akhmatova y Boris Pasternak. Después de que su marido fuera fusilado y su hijo enviado a trabajar en un campo de minas, Tsvetaeva se quita la vida ahorcándose. Esto sucedió en Yelabuga, el día 31 de agosto de 1941, en plena invasión nazi.
Según los críticos, el cuento “El Diablo” escrito en 1935 y dedicado a la madre de la escritora, puede ser considerado como un relato autobiográfico, memorias o estudio sobre la sicología infantil. Al inicio del cuento, Marina-niña anuncia: “El diablo vivía en el cuarto de mi hermana Valeria...” Casi enseguida, a partir de su mentalidad mitológica basada en el folclor ruso, la pequeña narradora describe a quien se va a convertir en su amigo imaginario: El diablo se sentaba sobre la cama de Valeria, desnudo, con su piel gris como dogo y con sus ojos de color blanco y azul... De los cuernos no me acuerdo...” Más adelante la narradora adulta explica porque el diablo vivía en el cuarto de su hermana y porque nada más ella podía verlo. Resulta que aquí, bajo la apariencia de un enorme librero estaba el árbol del conocimiento de lo bueno y de lo malo. Es aquí, antes de cumplir los siete años y con el miedo de ser descubierta por su madre, Marina-niña leyó las mejores obras de la literatura rusa Las almas muertas, Los gitanos, Eugenio Onegin. Vemos, entonces, como durante el proceso de la formación de la personalidad de Marina, la imaginación infantil transforma al diablo en una fantasía real y lo convierte en una herramienta para conocer el mundo. De esta manera, la eterna dicotomía de el dios y el diablo –que la niña escucha desde su infancia– se rompe y el diablo aparece para la pequeña como el centro del universo ocupando el lugar de dios. Estamos, entonces, frente a la re-visión y subversión de los valores socio-culturales y religiosos: la oscuridad representada por el diablo ya no se ve como el mal porque es conocida, es familiar, es “mi propia[1] oscuridad.” En cambio el díos es extraño para Marina: “Dios era el frío y el diablo era el calor, a uno lo conocía y al otro no... Pero no eran ni buenos ni malos... Sin embargo a uno lo quería y al otro no. Uno me quería y me conocía y el otro no”. Al final del cuento, en una especie de oda, Tsvetaeva se refiere al diablo como su amigo de infancia y su niñera y le agradece el hecho de enseñarle que es la verdad, el honor y la lealtad.
Estos antecedentes sirven para entender mejor el modo en que Eve Gil se apropia del texto de la poetisa rusa, lo reelabora y lo reescribe. El inicio de este proceso dialógico entre dos textos, es decir, la re-escritura se manifiesta, como ya lo hemos comentado, en los títulos que son de carácter intertextual.
A diferencia del texto El Diablo en el cual, a partir de la única dualidad planteada que es el dios y el diablo se establece la diferencia entre el bien y el mal, la escritora sonorense proyecta varias oposiciones significativas y las sitúa dentro del contexto socio-cultural actual. Al inicio del cuento se desarrollan los tópicos de muñeca y de mujer. El primero refiere a la pequeña Lieselotte, la hermosa niña con ojos azules y caireles dorados que se ríe y goza a rienda suelta volando en un caballito blanco de carrusel. La mujer, en cambio, recibe los calificativos de muy idiota, putita o prostituta. Dicha oposición adquiere significado si indicamos que ambos tópicos apuntan a la misma persona: Alicia. Este cambio tan drástico está anunciado en la parte inicial del cuento cuando se describe el cambio que sufrió el cabello de la protagonista: “Los caireles dorados habían dado paso a una opaca y lisa cabellera de color indefinible, más semejante a la paja que al oro”. Así es como, a causa del rapto, la muñeca perfecta se convierte en una mujer con cuello de toro y corpachón de rollos de grasa.
La que también merece ser mencionada es la oposición jardín de rosas y prisión cuya ubicación estratégica le permite formar una especie de marco. La aparición del lexema rosales al inicio del cuento induce al lector a especular que de no haber sido raptada, la vida de Alicia en la casa de su familia prometería ser color de rosa. Sin embargo, al comparar la casa (por el mecanismo de metonimia, el jardín de rosas representa la casa de Alicia) con una aburrida prisión, se establece una diferencia notable entre el texto de Tsvetaeva y el de Gil. Si en el primer caso el contraste entre el bien y el mal simplemente se plantea, entonces, en el caso de Alicia... el lector es forzado a preguntarse ¿si algo está mal para alguien, está mal para todos? o ¿si esto está bien para uno, entonces está mal para el otro?
Así es como llegamos al personaje del diablo que también forma parte del juego intertextual. A diferencia de Charlotte quien etiquetaba a Gesualdo Mesino como un violador, secuestrador, y asqueroso tipejo: sencillamente nauseabundo, para su hija éste era el mundo entero: “él era mi escuela”– confiesa Alicia a su nana. Aún pudiendo haber escapado, la niña no lo hizo porque Gesu la hacia feliz preocupándose por divertirla y no por “los vestidos tan corrientes”. Sin embargo, entre las enseñanzas que recibió la niña durante los años de su rapto –hablar varios idiomas, descifrar los códigos de computadoras, reparar ruedas y preparar quesos– habían “cosas horribles”. En tono irónico, el narrador omnisciente aconseja no hablar de ellas, pero ¿acaso no las hubiera aprendido, al igual que su hermana Natasha, si hubiera vivido al lado de su madre?
Vale la pena preguntarse quien era esta señora que afirmaba ser la madre de Alicia. Curiosamente, los únicos recuerdos que tiene la reaparecida Lottie sobre su mamá están relacionados con su cabello que Charlotte cultivara como gusanos de seda: “La que peina y lastima. La que tira brutalmente de su cuero cabelludo”. De esta manera, en el cuento, el campo semántico del lexema madre se reduce al dolor y al sufrimiento lo cual representa la última oposición.
Como si fueran un espejo, las dualidades o las oposiciones que he establecido en el texto de Eve Gil reflejan, a través de la historia de Lieselette, un retrato de la sociedad moderna con su falsa moral. A pesar de que la brecha temporal existente entre el relato de Tsvetaeva y el cuento de Gil se mide en más de un siglo, el mensaje que mandan ambos textos es un aporte más a la formación de los valores del lector.[1] Letra cursiva en el original.
¿Para qué sirve la fantasía?
Por Antonio Marquet
Tomado de Amarquet
De la misma manera que Edit Piaf se pregunta en una de sus más célebres canciones “A quoi ça sert l’amour?” habría que preguntarse ¿para qué sirve la fantasía…? Terreno privilegiado para hacerlo es sin duda el cuento de Eve Gil “Cenicienta hardcore” protagonizado por quien una vez fuera María Teresita de Jesús Gómez y después se transformó en la actriz televisiva Lorna Villagrán, nombres tras los cuales se alojan potentísimas maquinarias de fantasía. El primero aborda las fantasías religiosas. En particular, la invocación católica a la protección de los santos y a su intermediación con Dios Padre (una de las fantasías que más ha perdurado). Esa fantasía sostiene la lógica de la nominación de los sujetos: si se nace tal día, debe uno llevar el nombre del santo de ese día: dios así lo ha querido (otra fantasía). Una Gómez no puede ser sino una chica común. En contraste, en las sonoridades del nombre “Lorna Villagrán”, planea la fantasía mediática que somete a las actrices de telenovela. Remite al exotismo, a que esa güera no es mexicana y por ello al prejuicio de que las extranjeras son “liberales”; vienen a México en busca de aventuras, atraídas por el Macho mexicano (otra fantasía).
Lorna también sostiene la fantasía del cuerpo perfecto, del placer ilimitado, de que es posible alcanzar la satisfacción si es con desconocidos; que hay un sujeto que quiere gozar sin límites ni mordazas (y que puede hacerlo), sin freno moral (otra sarta de fantasías).
¿Qué hablar de la fantasía del matrimonio por conveniencia, duplicada en este caso con el hecho de casarse con el productor-escritor que escriba para dar el papel protagónico a su esposa?
Lorna Villagrán es una mujer feliz-exitosa-gozosa promotora de fantasías: la más convencional y perversa anclada en las telenovelas; la más espontánea y libertaria que consiste en hacer un papalote de sus nobilísimas partes. Ejercer su libertad internética, es un acto de libertad personal que pone en tela de juicio la sacrosanta institución matrimonial, sobre la cual descansa la monogamia. Entregarse en el anonimato a quien esté dispuesto a gozar y brindar placer constituye el reverso de la marquesina televisiva que somete a las masas. Si Lorna quiere gozar sin frenos quizá la causa también sea porque necesita encontrar consistencia en otro mundo, el anónimo, donde el simulacro (de la fama) no sea grotesco. Esclavizada a su productor-modelador-esposo-que la ha convertido en un objeto que reporta pingües beneficios, es presa de la fantasía de que su marido le conviene: un homosexual que convierte en oro lo que toca, presa a su vez de la fantasía del “cuerpo perfecto”, en su caso significa el cuerpo modelado con esteroides de gigolós que frecuenta.
En un Pent House de la colonia Nápoles , la Villagrán pone en tela de juicio el erotismo confrontando la pobreza de la penetración que ha dado un lugar a la falocracia y al discurso falocentrista en favor de la lengua, de los enormes recursos lingüísticos.
Dos exigencias establece el imperativo de placer, forjado por Lorna como su obra única: no pronunciar palabra y no repetir la experiencia con el mismo; habría que añadir a esto, el hecho de arrebatar a la vista sus privilegios: lanzarse al placer desde su perspectiva implica también liberarse de los códigos estéticos; restablecer los derechos epiteliales del placer. A pesar de su indudable éxito que se mide por la intensidad del orgasmo, las palabras y la vista son reintroducidas en el ascensor. El elevadorista la examina descaradamente y le sopla al oído las palabras sin las cuales el escrutinio lingüístico de los dos amigos hubiera quedado sin los efectos espectaculares que ella señala y en los que el lector tiene que creer. El anónimo operario viola el reglamento de la Bovary; vuelve irrelevante su legiferación que congela el acto sexual en terrenos de ritualización para mantenerlo bajo control. Violar su ley produce placer a la hueca actriz. Las lenguas lamedoras deben ser precedidas por la lengua decidora-violatoria-irrespetuosa-vulgar. No sabremos si es el ascensorista el segundo que interviene en la escena sexual. El hecho de que ella no lo describa, que no lo vea, que no lo defina, habla de su descolocación como dominatrix-dominada, en la que ella se juega. El placer aparece como pérdida de poder, como encuentro con algo desconocido, con la omnipresencia de la rapiña, trasformada en actitud, en que ellos se solazan en su placer y ella en el suyo: con la fantasía de que el clímax pudiera ser sincronizado, con la pareja perfecta (otra fantasía).
Lorna declara haber sido conducida al nirvana: el viaje en el elevador y el ingenio lingüístico son clave. Implícitamente todo dependería según Lor(e)na de estar listo para dirigirse al orgasmo, de entregarse al placer sin circunloquios y sin preludios… De hecho dependería de entregarse a la fantasía de los otros porque es lo que Lor(e)na sabe hacer: entregarse: es otro quien esculpe su cuerpo (otro a quien ese cuerpo no interesa); es otro quien le escribe las líneas; otro quien le brinda placer. Lorna publicita la entrega dócil, reiterada y sin fin, hecho que finalmente es lo que enciende la fantasía masculina… y que puede irritar a las fantasías femeninas.
Desde este punto de vista, Lorna Villagrán permanecerá en la mente del lector: es prueba del poder contestarario de los simulacros de verdades sobre los que descansaría nuestra sociedad.
¿Habría que condenar a Lorna cuando se difunde la fantasía de que un partido o un líder tiene la salvación o es peligro para México? Desde la televisión a la política, desde el placer sexual a la institución matrimonial, la fantasía pisa el terreno de la manipulación.
“Cenicienta hardcore” revela la omnipresencia de fantasías que forman el tejido en el que vivimos. La política, le ética, la sexualidad, la nación, la historia patria, la independencia, la soberanía, la institucionalidad, la justicia, la educación, la ciencia, la técnica, el fracaso, el éxito… todo esto es pasto de fantasías. Todos estos terrenos están fincados en la feraz tierra de la fantasía. Sucede que la literatura también obliga al lector a reflexionar sobre su fantasear, sobre el entramado de fantasías sobre el cual el lector erige lo más serio, lo más querido, lo más racional… La verdad tiene una estructura de ficción.
¿La felicidad es una operación de suma?
Nadie negaría que actualmente prevalece el interés, la lógica de la publicidad y del espectáculo mediático. Lo que hace el bien avenido matrimonio de Lorna y Morris es preocuparse por la cantidad: número de amantes y cifras de espectadores. Lo que importa es el rating para rendir homenaje a la lógica de la cultura televisiva de masas.
Antes de la edición nocturna del noticiero, la semana pasada apareció un diálogo de una telenovela (no viene al caso mayor precisión porque se trata de algo estructural): una mujer con excesivo maquillaje preguntaba a otra por qué escogía el camino del sacrifico: la “sacrificada” lucía un corpazo construido quirúrgicamente con senos turgentes gloriosamente descubiertos por atrevido escote. Hablar de lo mucho que sufren con tal exceso de afeites resulta paradójico. Su aspecto físico revela que se dedican exclusivamente a su cuerpo: lo cuida, lo adereza para sacar la mayor rentabilidad. Nadie pensaría que ha invertido tanto en su cuerpo para ir a flagelarse en un retiro espiritual en Chalma.
Por encima del rating: “Cenicienta Hardcore” da pábulo a la fantasía de un sexo sin limitaciones. La ensoñación construye un espacio que triangula el Internet, un Pent House y una televisora en el que se podría disfrutar infinitamente con numerosas parejas, con numerosos orgasmos, al tiempo que se goza de una fachada de respetabilidad, rindiendo homenaje al simulacro de monogamia, al matrimonio, al éxito profesional y económico: “Cenicienta hardcore” plantea que es posible tenerlo todo: fama, dinero, belleza, placer, libertad… Habría que responder que sí, a condición del cinismo, y de entregarse a la fantasía, a la satisfacción de apetitos y detener el pensamiento. Sí a condición de establecer una lógica escindida en que se practica algo diferente de lo que se predica. ¿Puede gozar Ma. Teresita de Jesús Gómez como lo hace la Bovary? ¿O Lorna conoce los orgasmos de la Bovary del caberespacio? Ambas tienen que transformarse, volverse anónimas, adoptar un sobrenombre cibernético de una heroína decimonónica cuyo desenlace fue el suicidio.
Anexo
En la canción mencionada, la Piaf sostenía que el amor es un mal necesario, que si bien hace sufrir, hay engaño, infidelidad, desamor; no podemos vivir sin él. También se puede afirmar que la fantasía es un mal necesario, en nombre de la cual permanecemos insatisfechos, infelices, al mismo tiempo que da dirección y sentido a la vida.
A continuación se reproduce “A quoi ça sert, l’amour?”, canción que es un diálogo entre un hombre escéptico que, defendiéndose, cuestiona el amor a través de lo que ha oído y del sentido común, y una mujer enamorada que convence con el argumento de la entrega enamorada de sí al interlocutor.
A quoi ça sert, l’amour?
On raconte toujours
Des histoires insensées
A quoi ça sert d’aimer?
L’amour ne s’explique pas!
C’est une chose comme ça!
Qui vient on ne sait d’où
Et vous prend tout à coup.
Moi, j’ai entendu dire
Que l’amour fait souffrir,
Que l’amour fait pleurer,
A quoi ça sert d’aimer?
L’amour, ça sert à quoi?
A nous donner d’la joie
Avec des larmes aux yeux…
C’est triste et merveilleux!
Pourtant on dit souvent
Que l’amour est décevant
Qu’il y a un sur deux
Qui n’est jamais heureux…
Même quand on l’a perdu
L’amour qu’on a connu
Vous laisse un gout du miel-
L’amour c’est éternel!
Tout ça c’est très joli,
Mais quand tout est fini
Il ne vous reste rien
Qu’un immense chagrin…
Tout ce qui maintenant
Te semble déchirant
Demain, sera pour toi
Un souvenir de joie!
En somme, si j’ai compris,
Sans amour dans la vie,
Sans ses joies, ses chagrins,
On a vécu pour rien?
Mais oui! Regarde-moi!
A chaque fois j’y crois!
Et j’y croirait toujours…
Ça sert à ça l’amour!
Mais toi, tu es le dernier!
Mais toi’ tu es le premier!
Avant toi y avait rien
Avec toi je suis bien!
C’est toi que je voulais!
C’est toi qu’il me fallait!
Toi que j’aimerais toujours…
Ça sert à ça l’amour!
¿Hasta dónde llega la envidia?
El cuento “Ataraxia”, incluido en La reina... es la versión moderna de Blanca Nieves.
Por: Alberto Esteves Rocha
Al igual que en la narración original, existen la Reina malvada, la tierna Nieves , el príncipe, el ayudante de la Reina, los amigos de Nieves, pero la protagonista en toda la historia es la envidia. Efectivamente , ésta se apodera de Reina y las dos juntas tratan de terminar con el origen de su deseo de venganza (Nieves).
Reina usa todos lo medios posibles para acabar con toda la competencia que pudiera llegar a tener y esto lo ha hecho siempre, gracias a su belleza y habilidad para manipular a las personas, sin embargo, con Nieves fue distinto ya que la apreciaban más, era más amable, trabajadora, respetuosa. Además, sabía cómo ganarse a las personas, toda la atención, admiración, y respeto que un día tuvo Reina se desvanecieron en cuanto apareció Nieves que la llegó a opacar, esto es, a acabar con su reino. Reina nunca había sido segunda de nadie y esta no sería la excepción. Así que desarrolló un plan para acabar con la competencia, lamentablemente nada salió como ella hubiera querido: Nieves no murió, no recuperó su reinado, y la única perjudicada aquí fue ella, la cual tuvo un final muy triste y cruel.
Como en toda historia siempre hay una lección que aprender y para ésta seria: nunca dejes que la envidia se apodere de ti porque es la peor enemiga.
Por: Judith Castañeda
Tomado del blog Para no olvidar
Había una vez, en un reino muy, muy lejano, una bruja que hechizó una pluma. La bruja quería conocer los cuentos de la princesa al momento de ser escritos. Quería cantarlos antes que los pliegos llegaran a manos del bufón de la corte. Y entonces hizo aparecer la pluma en el castillo, cerca de la fuente del jardín principal, en la banca donde la princesa pensaba que los bucles de su próximo príncipe debían ser de nuevo rubios.La princesa tocó la pluma. Era muy larga y negra, parecía venir de las alas de un cuervo tan alto como los arbustos del jardín. O más. El hada madrina de la princesa presintió tinta de sangre, herederas al trono reposando en féretros de cristal o entre doseles tornasolados en un sueño de todo el reino. Sacudió la cabeza, olvidó la tragedia de castillos vecinos, y tocó la pluma con su varita. La bruja no tendría ni los cuentos ni la sangre de la princesa.Y entonces los cuentos de la princesa fueron otros. Le quitó las alas a las hadas, no volvió a imaginar bucles en la cabeza de sus príncipes –ni dorados ni de otro color–, llevó a sus heroínas a buscar lo que seguía a la frase “y vivieron felices por siempre”.Los nuevos cuentos de esta princesa podrían dar como resultado el más reciente libro de Eve Gil, La reina baila hasta morir, editado por Ediciones Fósforo, donde la Cenicienta deja a su príncipe azul en el castillo, sale para tener sexo con desconocidos, y Blanca Nieves abre con un autógrafo de Reina Cardoso la posibilidad de trabajar en su periódico, de tener una relación diferente a la de directora–jefa de información.Eve Gil lleva historias infantiles como Alicia en el País de las Maravillas, La Cenicienta o Blancanieves por el camino del erotismo y el humor, hace que sus personajes nos transmitan el afecto por la abuela a través de algo diferente a una canasta y un paseo en medio del bosque.Son siete narraciones en las que voces en primera persona y omniscientes, a veces trenzadas con la de los personajes, nos llevan más allá del final feliz de los cuentos de hadas.Con epígrafe de Anne Sexton, escritora estadounidense que se suicidó en 1974, el lector adivina la temática del libro. Es un poema donde Blancanieves, con ojos azules de muñeca, recurre a su espejo “como suelen hacerlo las mujeres”. En estas líneas se saca de contexto al personaje de cuento de hadas por excelencia.Eve Gil repite este ejercicio desde el primer cuento, “Alicia o el diablo”, donde Alice o Lieselotte, la “tonta niña rubia, que quién sabe a quién habría salido en una familia de trigueños”, aparece después de años de haber sido secuestrada. De la niña con el cabello estirado hasta el dolor, la de bucles dorados, sólo queda el cubo de Rubik y una manía infantil de chuparse un mechón. Con humor hasta la última línea, asistimos a una historia en tercera persona, donde el narrador irrumpe constantemente, como un personaje más, aludiendo a la vergüenza de encontrar a una hija en condiciones desastrosas, muy lejanas a la heroína, a la princesa del cuento de hadas –“Cuando la pequeña Lieselotte reapareció ya no era pequeña. Era, de hecho, una mujer de inmensas ubres”–: “¡En el infierno se pudra el que inventó las pruebas de ADN!”En “Cenicienta Hardcore”, el hada madrina se llama cirugía estética y tintes rubios, Cenicienta cambia su nombre por el de Lorna Villagrán, y la ocupación de los personajes femeninos de cuento de hadas –princesa–, cambia a su sinónimo de la actualidad: actriz de telenovelas. Aquí, la magia conecta miles de computadoras alrededor del mundo, de la ciudad, y le da a Cenicienta no un carruaje, tampoco zapatillas de cristal o un corcel y cochero. A través del internet consigue sexo con desconocidos. Asistimos a un encuentro que comienza desde el elevador, en primera persona. Y es, al final, en el elevador, donde la protagonista–narradora encuentra su zapatilla de cristal: un botón del uniforme del elevadorista, el empleado de Cordero –DosAmigos–, quien la dejó al final de la ruta del elevador “mareada y mojada como si sus palabras hubieran tocado su punto G”.“Ataraxia” es una parodia del cuento de los hermanos Grimm, que aparecio en 1822 en sus Cuentos para la infancia y el hogar, y muestra una Reina que muere de envidia por la juventud de Nieves, su veinticuatroañera y reciente jefa de información, cuyos ojos siguen “ávidamente la trayectoria de los dedos de la jefa” mientras se abotona la blusa luego de un bochorno que venía “reptando desde la tersura de sus talones”.Reina Cardoso no tiene complejos al enviar a su flamante reportera a morir en la guerra de Irak, de la que regresa como heroína. Y además candidata a un reconocimiento, para aumentar el odio de Reina. Provoca un accidente del que la jefa de información sale apenas viva. En estado de coma. Al final, la muerte de la directora del periódico El metropolitano, Nieves cabalga con el príncipe azul de consolación y deja una última frase en el aire de la cabaña. Dedicada a Reina: “Pudimos... haber... sido... tan... felices... Te... amaba, Reina...”La escena final de “Ataraxia” retoma el título del libro, una línea de la epígrafe de Anne Sexton –“y bailó hasta morir”–. Reina Cardoso tropieza y cae sobre la fogata, arde su vestido “del material de sus flamantes senos”, se revuelca sobre la tierra para “aplacar a la bestia que la devoraba”.Los cuentos “Las abuelas”, “Cerridwen y las sirenas”, “Claveles salvajes” y “La culpa es de los bolcheviques” completan la publicación. Con La reina baila hasta morir, de Ediciones Fósforo, Eve Gil nos acerca a historias anidadas en la infancia, al tiempo de llevar a éstos muy lejos de los brazos de sus príncipes azules, de la posibilidad de morir con manzanas envenenadas, de las hadas que aparecen vestidos con el toque de una varita, de los bailes que terminan a las doce de la noche.Y la princesa, dicen, vivió feliz y escribiendo, siempre, con la pluma del cuervo.
Presentación de La reina baila hasta morir, por Alberto Chimal, durante la pasada Feria del Palacio de Minería


Por: Elena Méndez
En La reina baila hasta morir, segundo libro de cuentos de Eve Gil (Hermosillo, 1968), nos topamos con un volumen cuyos siete textos parecen guiarse por una premisa: Prohibida la indiferencia.Así, el relato que abre el conjunto es “Alicia o el diablo”, donde nos muestra el caso de Alicia Mesino, otrora Lieselotte, pequeña campeona en armar Rubik, quien es recuperada por su familia tras años de haber sido plagiada por un hombre con quien vivía en amasiato y hacia quien desarrolló el Síndrome de Estocolmo. La madre de Alicia se muestra horrorizada ante su hija, tremendo bodoque, y el afecto de ésta por su captor, que se ha suicidado.“Cenicienta Hardcore”, por su parte, posee una narradora-protagonista, la actriz Lorna Villagrán, cuyo hastío la hace procurar las delicias del cibersexo. Al acudir a una cita con el Sr. Cordero (alias Dosamigos) es abordada por un criado de éste, quien la identifica como famosa y despierta su erotolalia. Su encuentro sexual resulta exquisito, si bien deplora el haber abandonado la conversación con el portero.“Las abuelas” cuenta también con una narradora-protagonista. Ésta recuerda a sus abuelas materna y paterna, la buena y la mala, respectivamente.Al final la historia toma un giro inesperado, por la saña y el dolor que encierra.“Ataraxia”, al igual que el ya mencionado “Cenicienta Hardcore” constituye un brillante anti-cuento de hadas. En este caso, se parodia a Blanca Nieves. Reina Cardoso, directora del diario El Metropolitano, envidia a Nieves, jovencísima y audaz jefa de redacción, quien la desea carnalmente, ante el azoro de su patrona, que decide eliminarla. Sin embargo, algo falla en su plan, lo cual la transtorna.En “Cerridwen y las sirenas” Arturo nos hace partícipes de la maldición que un troll ejerce sobre él y su esposa.“Claveles salvajes” nos muestra a Nelly, una solitaria oficinista que se rinde ante el espectáculo callejero ofrecido por un mimo, lo que la saca de su tedio habitual. Su amiga Lili, al acompañarla la segunda vez, asume dicha personalidad artística, quizá con visos homoeróticos.El volumen cierra con “La culpa es de los bolcheviques”, un hermoso homenaje a Elena Garro, donde se recrea, en segunda persona, la persecución política y el exilio que la escritora —como se le designa— padecerá junto a su hija, y la desgarradora soledad de ambas. Historia que se fusiona con la de Anastasia, la hija del Zar, y la emboscada que ésta y su familia sufrieron.La reina baila hasta morir está destinado a crear polémica; a vencer —reiteramos— la indiferencia.
elcuerpodeldelito@gmail.com
Eve Gil, La reina baila hasta morir. Colección Narrativa, Ediciones Fósforo, México, 2008; 113pp.
Por: Susana Guzner
La reina baila hasta morir, última obra de la escritora Eve María Gil, es una hermosa sorpresa y una excelente noticia para quienes amamos la literatura. Creo sinceramente que estamos ante una creadora de altos vuelos. Se trata de un manojo de historias extrañas, surreales y turbadoras, bellamente narradas desde diversos enfoques con un lenguaje pulcro y precioso, apelando a lo coloquial solo lo imprescindible, detalle este muy de agradecer para quienes no conocen a fondo el habla mexicana. El erotismo se manifiesta a flor de piel pero sin caer en ningún momento en frases o imágenes trilladas tan al uso en este género, ni tanto menos en la pornografía. Un erotismo que resuma en cada línea sin por eso convertirse en protagonista omnipresente ni ahogando lo esencial de la obra, que trata fundamentalmente de los hondos vericuetos de las emociones humanas.
Los personajes son fascinantes y traslucen la poderosa imaginación de la autora. . Se mueven a la perfección por las historias - igualmente fascinantes - modulando los tempos y sus timbres con seductora precisión. Los títulos de los relatos constituyen un hallazgo detrás del otro, y el del libro sencillamente perfecto, en tanto resume, sin decirlo, el espíritu general que anima la obra. Bienvenida al Paraíso, Eve Gil.

Periodista dominicano (en la foto)
Me gusta mucho leer tus respuestas entusiastas, para mí es un lujo poder leerte porque siempre aprende mucho de ti. Siguiendo con las preguntas sobretu oficio de escritora, me gustaría saber si por tu belleza (vamos, Eve, dejémoslo claro, eres una mujer guapa) han querido restarle mérito a tuobra, ya sabes: si es bella, es bruta. ¿Cómo has podido librarte de ese prejuicio?
Respuesta.- La vida entera se me ha ido tratando de contrarrestar el prejuicio. Desde niña... prefería jugar con los niños y patear un balón porque no estaba en mi naturaleza ser tierna y amorosa, y todos a mi alrededor me exigían ser lo que yo no era. Como escritora me mantengo en esa tesitura. Mi literatura, desde el primero -"Hombres necios"- hasta el más reciente libro -"Virtus"- están planeados para contrarrestar prejuicios de todo tipo, sobre todo estéticos. "Una mujer no puede escribir así o asá", dicen unos, o "las mujeres solo escriben sobre ciertos temas". Pero ese es apenas uno de los prejuicios que combato. En México hay, según los críticos, dos literaturas, la centralista (por llamarle de algún modo, en verdad no tiene nombre) y la de la frontera norte. Se supone que los autores de la frontera norte solo escriben sobren mojados y narcotraficantes... pues yo he convertido ambos temas en tabú... en tabú por lo que a mí respecta, quiero decir. No significa que no me importen, o que no admire a autores que abordan el tema, al contrario... pero no quiero que me encasillen, ni como "escritura femenina", ni como "escritora fronteriza"... vamos, ni siquiera tengo género fijo. He escrito bildungsroman, novela histórica, novela intertextual, novela política, novela de ciencia ficción y ahora experimento con un género que, de tanto odiarlo, ha terminado enamorándome: la metaficción.



No me dijiste nada sobre la impresión que te di tras leer tu cuento "Vocación de Electra" ¿Acaso no acerté en mis comentarios? ¿No pude captar su esencia por la lectura de refilón que hice?
Comentario de la poeta bajacaliforniana Leticia Garriga
Disfruté de la serie de historias enlazadas por el ingenio y la creatividad, en los temas que conducen al lector a través de estas confesiones de la escritora Eve Gil, en su libro "La reina baila hasta morir". Retratos impresionistas y surrealistas de esas princesas y brujas que habitan en cada una de nosotras y que se despiertan por el beso o el rapto de un príncipe caracterizado en cada narración de la Eve, por los diferentes disfraces de los hombres ya sean nuestros o " de las otras princesas-brujas" , que las mujeres encantadas y encantadoras a veces, encontramos en el camino.Los ojos, las uñas, los senos y pezones, las cabelleras, los labios, el clítoris o las piernas de éstas brujitas y princesitas a veces perfumadas o mal olientes, se revelan ante el lector y salpican con sensualidad a veces procaz, el deseo por ese encuentro con el amor o el desamor, guiado por los miedos de encarnar los sentimientos brutales de la desolación, la envidia, la tristeza o el abandono. Una concatenación de historias cortas que La Eve escribe y describe con sabiduría de bruja mayor y nos hace creer en los avatares de ellas; sus mujeres-reinas-princesas-brujas-embarazadas-secretarias-ejecutivas-abuelas-escritoras… las que dialogan desde las páginas de "La Reina Baila Hasta Morir", con nosotras sus lectoras.

Eve Gil es de las mujeres que siempre escribe para decir algo. Sus cuentos, sus novelas, aun su blog y sus artículos (es una de las pocas periodistas que conozco que nunca entrevista a un/a escritor/a sin antes haber leído parte de su obra) tienen una relación particular con la verdad y con el tiempo. Igual que la vida, también su literatura construye un vínculo con lo necesario: implica una búsqueda de la verdad innombrable, la que no puede ser creída porque no acontece tal cual, y se proyecta en el tiempo hacia el pasado para el futuro. Sus relatos tienen a mujeres como protagonistas en la mayoría de los casos, y en los otros involucran a mujeres como juguetes en mano de un destino que es a la vez hombre y sistema. De tal manera, Gil jamás propone un ideal de mujer. Seguramente no el ideal genérico construido por la cultura de los hombres, pero tampoco el ideal de mujer liberada de la mirada masculina, la que es dueña de sí, es decir de sus fantasías. Las protagonistas de la literatura de Eve Gil son mujeres odiosas (y no estoy haciendo un juego de publicidad de lencería, provocan odio, no son diosas evocadas). Odiosas porque representan tanto lo que da miedo al sistema masculino como lo que las mujeres rechazan en su construcción de un deber ser diferente. Son la quinta esencia de la putería, las ninguneadas del semen del otro, las que no saben amar si no es desde los parámetros de la aceptación que no tienen, las malas, las que joden, o bien son las jodidas, unas pobres diablas sin vicios ni virtudes que construyen sus fugas o sus venganzas de las reglas sociales que dividen a las niñas en legítimas y naturales, a las empleadas en casaderas o cogibles, a las mujeres en bellas y feas, y no sólo no logran sus propósitos sino tampoco logran despertar cariños, una pena sincera en quien es testigo, gracias a la pluma de Gil, de sus intentos de alcanzar el amor.
La reina baila hasta morir reúne siete cuentos escritos en tiempos diversos que se relacionan entre sí porque ninguno tiene final feliz ni una protagonista simpática. Son distintos en la estructura –aunque por lo general Eve narra desde una sola voz, en un estilo vivaz aunque bastante lineal-, y recogen una información distinta sobre lo que la autora debe decir al mundo, a los hombres del mundo en particular. El deber de decir algo que, como acabo de recordar, sostiene toda la obra de Gil en este libro se vuelve amenaza y grito; es desesperado y lucha entre la forma y la colocación de la información en la conciencia colectiva. Intenta escaparse de la cultura y se hace dependiente de ella, porque se resume en la afirmación que las mujeres todas no son lo que se ve de ellas, nunca brillantes como se debe, nunca confiables desde la confianza que piden los hombres a sus fantasías, nunca claras: las mujeres son peligrosas. Vampiresas seducidas en la calle muerden luego a sus amigas, mujeres de poder contratan a asesinos, exuberantes divas de la televisión se entregan a la pasión en hoteles oscuros, nietas tiernas son las que se mueren en la raya del insulto a su abuela. La literatura de Gil es un grito, un reclamo, una atención constante. Se proyecta al futuro desde un no presente, desde un pasado de moral cristiana, desde una crónica de ciudad no pisada, no vivida, sino aterrorizante espacio de lo cotidiano imaginado desde la concreción de la maldad. La sexualidad de los personajes de Eve Gil es más tremendista que orgiástica, se relaciona con el deber del mal más que con el placer que, en sí, es un bien. Así los siete cuentos de La reina baila hasta morir son para el asombro en la lectura, un fogoso condensado de deseos construidos en la fantasía sin censura, y también sin cuerpo, de alguien que en un hotel de paso se encierra para imaginar el jadeo de la perversión como un arnés conceptual.

En este caso, sin embargo, la ciencia ficción, género que por cierto dejé de leer hace mucho (y mejor así para no “contaminar” la escritura de esta novela) es sólo un pretexto, una licencia que me tomo y una etiqueta para describir en pocas palabras la inefable esencia de una novela que disfraza de ironía el dolor y la indignación en que tiene su origen. Se trata, en realidad, de una metáfora fantástica de lo que actualmente acontece en un país específico —México— y que necesitaba narrar, criticar, justificar, entender y explicar sin tener que escribir “otro-libro-más-de-Política”, en primer lugar porque no soy politóloga y mi participación en este campo ha sido como observadora y practicante más o menos asidua de sus derechos y obligaciones. A los políticos sólo los conozco superficialmente, a través de otros periodistas que han escrito extraordinarios libros y reportajes que exhiben la corrupción y la podredumbre moral de nuestros gobernantes. Pero esto es literatura y no hay por lo pronto otra posibilidad de escribir una novela más o menos decente sobre nuestra realidad actual, como no sea recurriendo a algo semejante a ese género absurdamente menospreciado, y cito a Doris Lessing: “(…) la ficción del espacio constituye, junto con la ciencia ficción, la rama más original de la literatura contemporánea; que es imaginativa e ingeniosa; que ha revitalizado ya todos los campos de la palabra escrita; y que los académicos y pontífices de las letras hacen mal en desdeñarla e ignorarla, aunque, claro está, siendo como son, no quepa esperar de ellos otra cosa (…)”
Así entonces, y reemplazando un poquito el viejo lema: “Cualquier semejanza con la realidad…”, podría decir que en este caso específico, los personajes aquí presentados no pretenden caricaturizar a los políticos mexicanos, todo lo contrario: los políticos mexicanos son caricaturas de mis personajes.
Dicho lo anterior, me permito dedicar este libro a quienes, como yo, se consideran defraudados.
E.G
Del anterior libro de cuentos de Eve Gil, Sueños de Lot, nos dice la autora argentina Ana María Shua: “(…) Con un dominio de la narración que incluye el más sutil de los suspensos, Eve Gil ha escrito estos cuentos llenos de sonido y lujuria, más perturbadores que complacientes, necesarios y peligrosos.”
En los siete relatos reunidos en La reina baila hasta morir, se perpetúa esa narrativa provocativa y rompedora de los convencionalismo, tanto sociales como literarios, aunque en este caso el punto de partida, un poco en la tradición de Unica Zürn y Luisa Valenzuela, son los cuentos de hadas que en mucho han contribuido a reafirmar, como atributos deseables en una mujer, la sumisión, la estupidez, la dependencia y la despersonalización: aquí, una Alicia glotona y sexualmente activa es regresada a la fuerza del País de las Maravillas por la policía; Cenicienta sale a encontrarse con un príncipe depravado, cubierta apenas por un abrigo de visón; Blanca Nieves se enamora de la Reina y, mientras es ferozmente envidiada por esta, sueña con hacerla suya; Caperucita Roja se la pasa planeando la muerte de la abuela, a la que gusta de atormentar con llamadas obscenas que aparentan provenir del lobo feroz, y Rumpelstinkin hace de su nombre la única posibilidad a través de la cual un materialista rey puede conservar la felicidad conyugal. Eso sin contar al enigmático mimo que gusta que concluir sus actos callejeros con una mordida vampírica en la yugular de una hermosa mujer y la princesa Anastasia Romanov que acompaña a una escritora, que podría ser Elena Garro, en su desesperación por evadir el paredón de fusilamiento.
Eve Gil la escribe como una mujer casi niña que emplea, por juego o por placer de curiosidad, las palabras temibles del primer deseo en un estilo efervescente, por momentos arrebatado como el primer beso, en otros terorífico como la violencia sexual.
Francesca Gargallo, contraportada primera edición de Réquiem por una muñeca rota.
Eve Gil debe ser considerada entre las más interesantes voces de nuestra narrativa, porque arriesga por sacudirse lo trillado y opta por una literatura que golpea a base de truculencia bien dominada, ateniéndose a las mejores fórmulas narrativas…
Ignacio Trejo Fuentes
sobre Sueños de Lot
Al erotismo amoroso se han acercado autoras como Inés Arredondo, por no citar a un puñado, pero Eve lo hace con asombrosa naturalidad y sin aspavientos, en busca de una nueva moral.
René Avilés Fabila
sobre Sueños de Lot
…la autora otorga a la sangre femenina una función prácticamente idéntica a la que le atribuye Julia Kristeva quien en Powers of horror define lo abyecto de los flujos femeninos no como signo de carencia de pulcritud o de salud, sino como un signo subversivo que desestabiliza la identidad…
Diana Palaversich
sobre Réquiem por una muñeca rota
…La mayoría de los escritores de la generación de Eve Gil que han publicado en el extranjero, han debido recibir la venia de uno de los grandes conglomerados editoriales españoles o bien modificar las propuestas fundamentales de su trabajo: Gil consiguió publicar en España sin pasar antes por una editorial mexicana, pero no solo en eso consiste la rareza de su literatura…
Alberto Chimal

Hace dos años entrevisté por primera vez a Eve Gil, una mujer con quien la pasión se lleva por escrito. Desde ese entonces ha publicado cuento: Sueños de Lot (Editorial Porrúa/Gobierno Municipal de Tampico, 2007); La reina baila hasta morir (Ediciones Fósforo, 2008); ensayo: Jardines repentinos en el desierto (Instituto Sonorense de Cultura –ISC-) [Nota 1] y novela: Virtus (Editorial Jus) –ambos libros editados en el 2008-.
Asimismo, ha participado en las siguientes antologías: Con un vuelco en el corazón (Editorial Garabatos); Un vacío siempre lleno (Maricruz Castro y Aline Petterson, editoras, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/ Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey); Los procesos de la escritura de creación (Teoría y práctica) (Literalia Editores)-todas datan del 2006-; 25 años del Premio Nacional de Literatura Efraín Huerta, Tampico 1982-2006, antología de ganadores en el género de Cuento (Compiladora: Sara Uribe, Editorial Porrúa, Municipio de Tampico); La dulce hiel de la seducción (compiladora: Ana Clavel, Ediciones Cal y Arena) –aparecidas en el 2007-; y Fantasiofrenia II, antología del cuento dañado (Ediciones Libera, 2008).
Está por aparecer en España su novela Réquiem por una muñeca rota, originalmente lanzada por Fondo Editorial Tierra Adentro en 2000, bajo el sello de RD Editores. Esta obra, así como también Sueños de Lot [Nota 2] serán traducidas al inglés, por Toshiya Kamei y Soney Flores, con los títulos Requiem for a broken doll y Dreams of Lot, respectivamente. Se encuentra en preparación la traducción simultánea al polaco de Réquiem por una muñeca rota, Cenotafio de Beatriz y Sueños de Lot, por Mieszko A. Kardyni y Pawel Rogozinski.
Su obra ha sido estudiada por prestigiados literatos e investigadores mexicanos y extranjeros, como Agustín Cadena, Paola Madrid Moctezuma, Margaret Frohlic, Diana Palaversich, Cándida Elizabeth Vivero Marín y el ya citado Toshiya Kamei.
Desde el 2004 es titular de la columna ‘Charlas de café’ en la revista Siempre! Desde este año imparte el Taller de Creación Literaria, asignatura del sexto semestre de la carrera Ciencias de la Cultura, en la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Leer a Eve Gil conduce a emociones que bien podrían calificarse de ‘bipolares’. Lo mismo puede arrancar una gran carcajada que una lágrima muy amarga. Nos lleva de la esperanza a la desolación, del sarcasmo a la ternura. Por esa razón la entrevisto de nuevo.
- Hace diez años usted abandonó su natal Hermosillo para radicar en el Distrito Federal, debido a la censura sufrida por su obra. ¿Aún sigue siendo censurada?
- ¿Por qué razón ya no ha vuelto a escribir teatro ni poesía? ¿Volvería a abordar dichos géneros alguna vez?
- Usted en algún momento se ha definido como 'metacrítica'. ¿Podría abundar al respecto?‘
- ¿Cómo influye sor Juana Inés de la Cruz en lo que usted escribe?
- ¿Por qué sus personajes femeninos suelen mostrar rencor hacia la figura paterna?
- ¿Cómo surgió la idea de escribir 'anticuentos de hadas' (pienso en ‘Ataraxia’ y en ‘Cenicienta Hardcore’, incluidos en La reina baila hasta morir)?
- ¿Por qué sus heroínas ejercen una sexualidad poco convencional- por citar algunos casos: Aquamarina en ‘Kundera dixit’, Beatriz en Cenotafio de Beatriz, Lorna en el ya mencionado ‘Cenicienta Hardcore’-?
- Considero que en su novela más reciente, Virtus, usted apuesta por la hibridación de géneros, en este caso el narrativo y el ensayístico; asimismo, aborda el tema de la alienación, tal como su colega bajacaliforniana, Mayra Luna. Ergo, me parece que con ello se manifiesta plenamente fronteriza, como lo ha declarado alguna vez.
(Entrevista realizada el 25 de mayo de 2008)
Fotografía de Ramón I. Martínez
Nota 1: Premio Nacional Efraín Huerta en 2006, categoría Cuento. Nota 2: Premio Concurso Libro Sonorense en 2006, género Ensayo._______________________
Para saber más
eve-gil-blogspot.com
www.la-trenza-de-sor-juana.blogspot.com
www.requiemporunamunecarota.blogspot.com
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DATOS DE LA AUTORA: Elena Méndez (Culiacán, Sinaloa, México, 1981).- Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Narradora. Redactora de www.homines.com Subdirectora de www.revistaespiral.org Ha participado en los talleres literarios de los escritores mexicanos María Baranda, David Toscana, Cristina Rivera Garza, Andrés de Luna, Federico Campbell, Anamari Gomís y Antonio Deltoro. Textos suyos han sido publicados en España, Chile, México, Estados Unidos, Brasil y Colombia.