Recrea Eve Gil un México apocalíptico en Virtus
Por: Juan Carlos Aguilar García

17 de Agosto de 2008
“La televisión me da terror porque ha producido verdaderas catástrofes políticas en todo el mundo”, señaló la escritora Eve Gil, quien recientemente presentó Virtus (Jus), su más reciente novela, en la que describe un mundo apocalíptico sometido a la dictadura de este medio de comunicación.
“Una televisión puede destruir en el ámbito internacional la reputación de un personaje en apenas cinco minutos. Me asusta ese poder que tienen en general los medios de comunicación masiva. Me asusta percatarme que el poder que ellos quieren tener, no es simplemente económico, es también político. Quieren dominar a las masas”.
Algo que es inadmisible, agrega Gil, es que la realidad que muestra la televisión es totalmente diferente a lo que se ve en las calles.
“Es como vivir en mundos paralelos... No sé a qué grado de manipulación nos están llevando. Lo malo es que la gente cree que es verdad todo lo que ve en la televisión”, lamentó Gil, quien comentó que su novela es también un homenaje a escritores como George Orwell, Philip K. Dick, Isaac Asimov y Aldous Huxley, quienes llevaron a la ciencia ficción a sus más altos niveles.
Para Gil, mucha responsabilidad también la tienen los políticos, quienes “han superado los niveles de demagogia para instalarse en la total vacuidad”.
“El de los políticos es un lenguaje vacío, no dice absolutamente nada. En una parte de la novela vacié el lenguaje tal cual para que la gente se dé cuenta que no dicen nada”.
—Aunque la televisión podría ser bien utilizada.
—Por desgracia, aunque los programas culturales son muy buenos, son mero ornato. La gente que la hace es muy bien intencionada, pero al gobierno no le interesa en realidad que esos programas se vean.
Yo no veo la televisión porque me quita mucho tiempo. Puede ser buena si se sabe ocupar. Por desgracia la televisión pública explota lo peor de lo peor: el morbo, la madre de todos los vicios. Es terrible cómo están jugando con la sociedad.
Ante este panorama tan vacío, la autora de El suplicio de Adán advierte que las únicas salidas viables son la literatura y el deporte. “Cuando digo deporte, me refiero a que se practique, no que sólo se vea desde la sala de una casa, si no estaríamos hablando de los mismo”.

Tomado de Milenio
El arte de Lulú Basquiat

Fragmento de Virtus
Versión PDF aquí

Entra en la página de Dado roto aquí
Dos escritoras y dos libros de cuentos
Por: Alberto Chimal
Carmen Simón, El mundo de lo apagado. Querétaro, Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, 2006
Eve Gil, La reina baila hasta morir. México, Fósforo, 2008

En los últimos meses he encontrado varios artículos y ensayos –en su mayoría publicados en los Estados Unidos o en el espacio más difuso de la red en lengua inglesa– que ponderan la enfermedad y la muy probable agonía y muerte próxima del cuento como género literario. Simplemente porque no tiene lectores: porque los libros de cuentos no se venden y las revistas especializadas que todavía publican cuentos tienen como público sólo a escritores de cuentos, quienes las leen sólo para averiguar qué le gusta publicar a los editores de las mismas.
Aquí en México, la periferia del Occidente, bien podemos suponer que la situación está peor, como siempre que comparamos la periferia con el centro: no sólo se tiene poco aprecio por las narraciones breves, sino que para muchas personas la palabra "cuento" equivale a "cuento infantil", del mismo modo en que una "novela" es algo que se ve por televisión. Además, las revistas y editoriales aún dispuestas a publicar cuentos rara vez consiguen que éstos sean leídos más allá de un círculo pequeño de iniciados y lectores próximos. Por último, incluso el hecho de que todavía se escriban cuentos, y libros de cuentos, podría interpretarse sólo como un signo de la persistencia de varias costumbres del pasado, algunas descaminadas pero simpáticas como el aprecio por la simple belleza de las narraciones breves, y otras descaminadas y desagradables, como el lugar común de que el cuento es sólo una parada en el camino hacia la novela y se puede llegar a ser el nuevo Tolstoi simplemente acumulando páginas y páginas y páginas.
Podemos suponer todo esto y entonces encontrar libros de cuentos recientes y extraordinarios. Como si fueras a entender de Jim Shepard, para mencionar un ejemplo de allá; Pétalos de Guadalupe Nettel y La noche es luz de un sol negro de Edgar Omar Avilés, para mencionar dos de aquí, prueban que la distribución, la popularidad, incluso la pertinencia del cuento como forma artística pueden ser cosa del pasado, pero la propia forma está intacta: no sólo la simple belleza sino las posibilidades creativas de las narraciones breves. Ni siquiera se trata de que el cuento se haya convertido ya en una práctica muerta, olvidada durante siglos y vuelta a la vida, como zombi, por especialistas que ya no pueden saber exactamente cómo se hacía tal cosa, cómo se producía tal efecto. El cuento sigue aquí, siquiera como un campo de experimentación para cuanto pueda quedar de belleza en la mera literatura.
Dos muestras están en los libros mencionados arriba, que llegaron a mí más o menos en las mismas fechas y son obra de dos escritoras mexicanas.

1. Re-Sentir: El mundo de lo apagado
Entre quienes siguen los postulados de la literatura del siglo XIX (y son casi todos, aunque nunca hayan oído de ellos) se respeta aún la noción poeiana de la unidad de efecto: la subordinación de todos los elementos de una historia a un "fin" que se ha entendido casi siempre como una revelación de la trama, un giro sorprendente de los acontecimientos. Con el siglo XX y la modernidad literaria vinieron todas las numerosas formas de la rebelión contra esa regla, pero ahora podemos ver que duraron poco: en el XXI hemos arribado a cierta uniformidad nueva y no muy estimulante; la mayor parte de los cuentos que pueden encontrarse se limita a negarse una trama, negarnos una conclusión contundente y presentar sólo una "situación", un "ambiente", un "desvelamiento" de circunstancias inmutables.
La estrategia de Carmen Simón en sus cuentos parecería, en un primer vistazo, estar más cerca de estos hábitos: sus cuentos se concentran, casi siempre, en un solo episodio, que se examina cuidadosamente mientras se desarrolla pero cuyos momentos más apremiantes o más llamativos no están nunca en los últimos párrafos del texto. A veces, esto se lleva hasta el extremo de que la reacción ante lo terrible, las consecuencias de lo embarazoso o lo alarmante, son simplemente banales, irrelevantes para los pequeños teatros de la angustia que las preceden. Sin embargo, un segundo vistazo muestra que el foco de cada historia no es, pese a todo, su situación inicial, comúnmente situada en un mundo realista y rutinario y vista por un personaje mediano, ni enfermo de los males del siglo ni representante de alguna de las formas del poder. Por el contrario, lo que cuenta es la percepción de esos lugares y esas circunstancias: la manera en la que los personajes se dejan vivir y nos comunican lo que les sucede adentro.
Desde este punto de vista, El mundo de lo apagado no se detiene en las implicaciones más obvias de su título, como sí lo han hecho generaciones enteras de malos cuentistas. Hace mucho que no leía una serie tan convincente como ésta de descripciones del mundo físico y, sobre todo, de los estados cambiantes del cuerpo y del alma de una serie de personajes, que no sólo llegan a conmover, a re-presentar emociones, sino que permiten re-sentir, siquiera por momentos, lo que ellos están sintiendo. Un hombre que se muere a cuatro patas en una camilla, en un episodio horrible por el roce prolongado de lo grotesco y lo trágico; una mujer cuyas caderas se atoran en un agujero; la frase hecha del "corazón que salta en el pecho" convertida, y no sólo en un cuento sino en dos, en síntesis convincente del desvalimiento y el terror… Todos estos personajes inspiran esa identificación, esa empatía cada vez más rara en nuestros tiempos de tedio y de hartazgo constante, y describen, sutilmente, una propuesta literaria que es, literalmente, incómoda: vamos a padecer con estas historias, vamos a rechinar los dientes y a tragar saliva, siquiera para que recordemos, por medio de estos seres inventados, nuestros propios seres, nuestra presencia física y los torbellinos del interior, con todo lo que tienen, a la vez, de callado y de constante.

2. Mitos "reloaded": La reina baila hasta morir
Los textos sobreviven en la medida en que son leídos y repetidos, más allá del lugar y el tiempo de su origen. Esto implica el problema de que necesitamos contar de nuevo las historias, formular una y otra vez los mitos y las imágenes, pero cada intento de renovación debe enfrentar al mismo tiempo el peso del pasado y la liviandad del futuro (¿cómo afrontar la responsabilidad de que el peor de los libros puede ser siempre el primero para alguien?).
La reina baila hasta morir de Eve Gil no ataca estos obstáculos de las formas usuales en los pelotones de la narrativa mexicana, que en general ni siquiera se plantean la cuestión y cuando llegan a abordarla optan por las lamentaciones nihilistas o el anacronismo de medio pelo, ese cuyo ejemplo más rancio es el Tenorio cómico. Los cuentos del libro parecen ofrecer un repertorio de íntimas truculencias, puestas en la frontera tan visitada que comparten el melodrama y el relato psicológico, pero también dan pistas claras sobre una segunda lectura posible: "Cenicienta Hardcore" entra y sale constantemente de las muchas versiones del cuento "original", de sus derivaciones televisivas y de la caracterización de un personaje preciso alrededor de su sexualidad; "Claveles salvajes" re(h)usa el mito del vampiro; "Alicia o el diablo" está anclada a la vez en el subconsciente profundísimo de la Alicia de Carroll y en un caso que suena a los titulares interminables de la red…
Hay además, precisa y montada sobre estas historias, una poética, creada mediante una serie de negaciones. Reina Cardoso, la gobernanta corrupta que literalmente baila hasta morir (la fuente es también un cuento de hadas) en la más llamativa de las narraciones de Gil, es justamente la escritora que ella, sospecho, no desearía ser jamás: su obra incluye "tres novelas sobre alegres adúlteras" y su práctica de la escritura carece de cualquier convicción; cuando el texto concluye, parece claro que el castigo que le dispensa su creadora no llega sólo por razones melodramáticas, sino literarias.
Estas reversiones funcionan cuando descansan en la búsqueda de personajes que puedan parecer verosímiles, tal como entendemos la verosimilitud a comienzos del siglo XXI, y que además puedan establecer una conexión precisa con la tradición de la que provienen, de tal manera que el sentido de sus historias pueda mantenerse aún si no se conocen sus precursores pero se vuelva otro, más sutil y profundo, si se tiene presente su enlace con el pasado. No es la primera vez que Eve Gil intenta un proyecto así –antes escribió Cenotafio de Beatriz, una novela que rehace el Infierno de Dante en un contexto contemporáneo–, pero en este caso la brevedad del cuento obliga a que las vidas de sus criaturas se condensen en el menor espacio posible y se resuman en uno o dos episodios fundamentales. Incluso en las historias de menor solidez, la urgencia los hechos y la importancia que tienen para quienes los viven es evidente: las reinas y princesas, los seres monstruosos o terribles que las acompañan, nos importan porque son simples personas, y viven ajenas a su condición adicional de vehículos de algo más antiguo.

3. "Escrita por mujeres"
La caracterización, la hechura de los personajes y de sus mundos, es una cuestión importante no sólo porque preocupa a ambas autoras sino porque tiene que ver con un tema que no debería ser inevitable al discutir libros escritos por mujeres. Pero ya sabemos: mucho de lo que se dice todavía ahora sobre la "literatura escrita por mujeres" es una sarta de lugares comunes que sería insultante para cualquier otro grupo al que quisiéramos dedicarla. De acuerdo con estos clichés, las escritoras no pueden hacer más que poner en sus páginas los temas que les han sido asignados tradicionalmente, y deberíamos alegrarnos de que se porten bien y se limiten a hermosear, sin cambiarlas en absoluto, las pocas ideas y tramas que están reservadas para ellas; de que digan lo mismo que dicen en las telenovelas pero con otras palabras, de que canten con nuevas referencias o nuevos giros su papel subalterno en el mundo de los hombres.
No debe sorprender que, como hay muchas personas que sólo se exponen a un texto para confirmar la validez de sus prejuicios, este tipo de "literatura femenina" se venda bien. En cambio, llama la atención el comprobar que una forma de medir la calidad literaria, la simple eminencia estética de la obra de una escritora, es, por lo menos entre nosotros, ver qué tanto se aleja de tales imposiciones.
Y de esa ruptura, de que sea poderosa y memorable para sus lectores, dependerá la supervivencia de estos libros.
Simón se ha mantenido alejada del "medio" y dedicada en particular a la impartición de talleres (para los que emplea –al parecer es la única– los método de su propio maestro, el escritor uruguayo de culto Mario Levrero). En cambio, Gil se ha dado a conocer no sólo por su copioso trabajo sino por su actitud combativa en diferentes trincheras (hace algunos meses, por ejemplo, debido a su participación en la polémica alrededor del Diccionario crítico de literatura mexicana de Christopher Domínguez Michael). Pero ambas libran sus mejores batallas en páginas como éstas. Al pelear, por medio de sus personajes y sus voces, cada una defiende su derecho de crear su propia voz, de construir para nosotros su propia imagen del mundo.
Publicado en Replicante
Alegoría de la ruina
Por Elena Méndez
Eve Gil (Hermosillo, 1968) ha incursionado en un género creado por ella misma: el de política ficción, con la novela Virtus (Editorial Jus, 2008).
Juana Inés, la protagonista (nombrada así en clara alusión a la Décima Musa), denuncia, mediante una narración retrospectiva, la serie de infamias cometidas por los gobernantes mexicanos, mismos que convirtieron el país en el llamado Proyecto V, un parque de diversiones donde la felicidad está al alcance de un lectochip (memoria artificial).
Juana Inés redacta su testimonio en 2068. Jesús Martín Pérez Wagner, considerado una especie de Mesías, asume la Presidencia de la República cincuenta años atrás, luego de ser aprobado por el Ventrílocuo,"(...) un concepto tras el que se parapeta un colectivo de canallas". (p. 26).
Lena Christian, hermosa y brillante científica, es seleccionada por el Gabinetazo para ser la Primera Dama, desplazando así a la Querida Oficial, Desdémona Tort, seudoactriz.

El Presidente y su Primera Dama emprenden su campaña en pro del lectochip con un discurso plagado de demagogia, que remite a los de la pareja Fox/Sahagún, cuya imagen pretendidamente benévola invadía cotidianamente el espacio mediático con mensajes edulcorados.
El lectochip, según la Pareja, serviría para permitirle a los ciudadanos accesar a la Nación de sus Sueños (o al País de los Durmientes, como aclara Juana Inés que lo denominan los sociólogos); dicho dispositivo se ofrece como opcional y gratuito. Su carencia volvía a la población unos parias.
La realidad, no obstante, se torna pesadillesca ante los ojos de Juana Inés y Linos Pound, científico que la ha adoptado, puesto que son los únicos seres lúcidos en el Paraíso de los Necios, donde se han abolido los medios de comunicación para sólo dejar uno, oficial: el notelet, en que todo es perfecto. Por ende, se omite informar acerca de la destrucción del país y las cruentas guerras que asolan al mundo. Si bien el Proyecto V está supertecnologizado, aún persisten prácticas tan inhumanas como la explotación infantil y la división social en Guisas -comparables a las castas novohispanas-, contra lo que nadie protesta, inmersos como están en su alienación.

Pound, como el abuelo de la pequeña, padece el Síndrome del Exiliado, es decir, colecciona artefactos antiguos para asirse a su verdadero mundo. A diferencia del fallecido anciano, éste opta por no injertarse el lectochip, sino un chip que lo convierte en la Historia Ambulante del País que Fuimos: una biblioteca humana.
Mientras todo esto ocurre, Christian le pone el cuerno alegremente a Wagner con el Ventrílocuo.
La catástrofe sobreviene en el Proyecto V. Juana Inés y Pound son rescatados y llevados al Desierto, donde habitan otros desvirtuados (léase carentes de lectochip). Juana Inés no se quedará con los brazos cruzados ante la ignominia...

Virtus es una acertada alegoría de nuestra aberrante realidad: un México de niños desnutridos pero con el dudoso orgullo de tener al Hombre Más Rico del Mundo; un pueblo fanático cuyo Arzobispo influye en decisiones de Estado; un país donde nadie lee pero goza hasta el delirio con las sandeces del Duopolio Televisivo; un Edén para los pedófilos, avalados por el Sistema. Pero los mexicanos persisten en su Sueño: les importa más el destino de la Selección Mexicana que la privatización de PEMEX o las narcoejecuciones.
Celebremos la osadía de Gil, capaz de elevar un clamor ante la ruina.
Eve Gil
Virtus,
Editorial Jus,
México, 2008,
128 pp.
Tomado de Palpitar
La reina- Eve Gil - escribe hasta morir
Por: Antonio Marquet
Foto: Alfredo Moreno
Tomado de
Mester de Jotería
Entrevista con Eve Gil en torno al cuento “Cenicienta hardcore”, incluido en La reina baila hasta morir

Antonio Marquet: Me gustaría que me contaras un poco sobre las condiciones de creación del cuento “Cenicienta Hardcore” y del libro en el que éste se encuentra La reina baila hasta morir (2008)

Eve Gil: Este cuento surgió, como la mayoría de mis relatos, por encargo. Me lo pidió Carlos Martínez Rentería para la revista Generación que estaría dedicado a la pornografía escrita por mujeres. Hasta la fecha ignoro por qué pensó en mí, pues mi narrativa no se caracteriza por ser pornográfica, pero de cualquier modo lo asumí como un reto. De ahí surgió el relato originalmente titulado "Madame Bovary y los extraños" producto, entre otras cosas, de mi obsesión por esta novela de Flaubert que he leído y releído sin terminar de entender cómo es que Emma y Charles llegaron a tales extremos de incomunicación. Eso, considero, es más propio de nuestro tiempo, en el que vivimos una especie de vidas paralelas: la real y la ciberespacial. Una Madame Bovary de principios del siglo XXI tendría que ser una adicta al internet, como lo es Lorna. Por otro lado, ya en Réquiem por una muñeca rota abordo el tema de la explotación de las mujeres en los medios de comunicación. Lorna es un caso raro, de mujer sobreexplotada que se rebela a su explotador, aunque para vengarse recurre a una actividad que, si bien le aporta placer, también la expone a un enorme peligro. Pero ella es autodestructiva por naturaleza.

AM: Me gustaría que me hablaras de María Teresita de Jesús Gómez...

EG: María Teresita es la chica promedio que sueña con ser como sus estrellas favoritas sin imaginar que ser bonita no es suficiente. Vamos, ni siquiera el talento. La imaginación no les alcanza para adivinar el precio que deben de pagar a cambio de una fama que, en caso de alcanzar, será con seguridad efímera.

AM: ¿Puedes decirnos algo de Lorna?

EG: Lorna es como Frankenstein: la criatura que se rebela a su creador, cosa que ocurre en el mundo del espectáculo en forma frecuente, aunque no de la forma que ocurre en este relato. Lorna está consciente de que es una belleza prefabricada y en cierto modo quiere sacarle a esa condición un provecho personal, en este caso, la posibilidad de conseguir la satisfacción sexual que su carrera (y su marido explotador) no le dan.

AM: Háblanos, por favor, de las raíces de este cuento…

EG: Es una crítica a la sociedad que exige de la mujer virtudes casi imposibles y en cierto modo, Lorna quiere vengarse de quienes la forzaron a dejar de ser Teresita para poder triunfar... más o menos así funciona la psicología de este personaje que es feminista sin ella saberlo.

AM: me queda una pregunta en el tintero, o más bien no quise hacerla evidente…¿Hay en tu “Cenicienta hardcore” una intención de reactualizar, de hacer alguna relectura de cuentos infantiles, verdaderas tecnologías de sometimiento femenino, como es evidente en la Blanca nieves mediática que trazas, ¿es esta “Cenicienta hardcore” una Caperucita del siglo XXI que, cual debe, prefiere tomar el camino prohibido…

EG: Los relatos de La reina baila hasta morir, la mayoría al menos, pretenden exponer lo que los cuentos infantiles callan o, en el peor de los casos, disfrazan. Es, en efecto, una relectura de los cuentos originales de Grimm, Perrault y un poco Anderson, como en Cerrdiwen y las sirenas. La caperucita de "Las abuelas" quiere abolir la imagen de la abuela machista, pero en Réquiem..., por ejemplo, las caperucitas que son Moramay y Vanessa pretenden pintar su raya respecto a los lobos que las asedian y vivir la una para la otra, por ejemplo.

Presentación de VIRTUS, Junio 30, 2008



Por Andrés Acosta
En una de sus últimas entregas, Sueños de Lot (Porrúa, 2007), Eve Gil se había consolidado como una autora que maneja a cabalidad el erotismo y el sarcasmo en tres historias con tema unitario cuya buena factura le valieron el Premio Nacional de Cuento Efraín Huerta. Pero no contenta con permanecer en un territorio seguro que ya domina, Eve Gil se atreve a pisar uno muy distinto. De principio, como lector agradezco la renovación y la sorpresa. Si hay algo que admiro en una escritora o escritor es su capacidad de renovación y su vitalidad para enfrentar nuevos retos, en vez de repetir fórmulas con las que ya antes tuvo éxito. Incluso, en este caso el atrevimiento es doble porque existen editores que, de entrada, se niegan a publicar un libro de ciencia ficción con argumentos que subestiman el género. Algunos hasta aseguran que actualmente la ciencia ficción ha muerto. Parece que toman muy en serio (más que sus propios seguidores), la desaparición física de Arthur C. Clarke y la consideran un símbolo que pone punto final al género. Confunden la gimnasia con la demencia. Para nuestra fortuna Jus ha obrado muy distinto. Más allá de esta circunstancia, Eve Gil entrega ahora una sabrosa distopía o anti utopía, obra intrigante, paródica y a la vez muy seria, demasiado seria, con distintos niveles de lectura.
En un futuro no muy lejano viviremos bajo el imperio de lo virtual, como experimento macabro y a la vez imposición de un régimen por parte de un grupo de políticos y empresarios de televisión y de nuevas tecnologías que tratan de consolidar la dictadura perfecta. Reinará entonces una realidad aparente en la cual las carencias humanas de los ciudadanos serán cubiertas por avatares o representaciones virtuales de aquello que deseen. Sí: un mundo feliz, aunque sólo se pueda ver y tocar gracias a ciertos artilugios tecnológicos.
En el 2018 el sueño del Ventrílocuo, una entidad conformada por distintos miembros, se hará realidad cuando las dos televisoras imperantes unan sus esfuerzos para crear, en un nanolaboratorio, el DAVID, siglas de Digital Audio Video Interactive Decoder. Esto, aunado a la aplastante elección virtual del presidente, el actor y a la vez Nuevo Seductor de la Patria Jesús Martín Pérez Wagner, títere del Ventrílocuo, y el consiguiente casting para encontrar a una primera dama a su altura, cambiará drásticamente la vida de los habitantes de Unid@mérica.
Después de la implantación voluntaria de un lectochip virtual, una plaquita forrada de platino, en cada uno de los habitantes, la realidad nunca será la misma. El país se convertirá en el Parque de Diversiones Más Grande del Mundo, cuya Planta Virtualizadora, al estilo Matrix, servirá como fuente proveedora de realidad virtual para todo el país.
Hasta aquí, los planes del Partido Celeste, al que pertenece el presidente Wagner, se imponen sin dificultad, ante la mirada lerda del Partido Albaricoque que no atina a hacer nada por evitarlo (es más, contribuye campechanamente a la entronización de su adversario). Porque en la contienda están los Celestes autoritarios y retrógradas, y los Albaricoques indefinidos y retrógradas a su manera. Pero la historia no es tan sencilla, posee muchos recovecos. Hay una Lena Christian que, como todo buen personaje, se caracteriza por su ambigüedad. Hay una madre con un enorme sentido de la supervivencia que guía a su hija bajo circunstancias inenarrables. Hay un personaje que muere repentinamente y es sustituido por un holograma parlante sin que nadie se dé cuenta.
Y hay también una serie de complicaciones que ocasionarán la caída del sistema (desplome conocido como el Hiroshima Informático): en particular el ataque terrorista mediante el misterioso virus Samsa, que destruirá el sistema operativo de la Planta Virtualizadora y desencadenará el gran apagón del que casi nadie se salvará, excepto una niña genio de ocho años con el lado izquierdo del cerebro muy despierto y que lleva el nombre de Juana Inés en honor a “una monja frikky” que en su tiempo fue satanizada por ser demasiado real.
Debido a la debacle del sistema y el consecuente derrumbamiento de la tramoya, la niña Juana Inés tendrá que enfrentarse con un “panorama más desolador que imaginar se pueda: no había edificios incendiándose, tampoco cuerpos mutilados ni sangre ni cadáveres. No había nada. Nada. Una ciudad bombardeada hubiera sido preferible a Nada”. A partir de unos pocos objetos reales que el Abuelo le dejó como herencia de un mundo que ella no conoció, Juana Inés asistirá a su propia resurrección, ayudada por el doctor Linos Pound, físico de profesión, quien nunca se sometió a la inserción de un lectochip, eligiendo con esa negación ser un paria y vivir fuera de la realidad virtual nacional.
Pero no cuento más acerca de la trama de Virtus, porque en su lectura radica la mejor recompensa. En Virtus resuenan los ecos de muchas otras autoras tan contundentes como la canadiense Margaret Atwood, recién galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras o Anna Kavan y su novela Hielo, por ejemplo, en la que el mundo conocido sufre una transformación aterradora al enfriarse progresivamente, y la heroína, una frágil muchacha, sufre lo indecible. Cito adrede autoras que han escrito al menos un libro de ciencia ficción sin ser cultivadoras ortodoxas y que, sin embargo, han logrado obras de calidad excepcional dentro del género.
Por su parte, Eve Gil hace gala de agilidad, sentido del humor y de una sapiencia contenida. La novela se lee de un tirón y la narradora es tan capaz de acuñar un agudo oxímoron, cuando habla de los primeros burócratas creativos de la historia, como de parodiar los géneros televisivos que han sorbido el seso a los ciudadanos: las telenovelas, los reality-show y la comedia barata, o de conmover con la entrañable relación entre la niña de ocho años y el viejo Linos.
Ciencia ficción, ficción política, novela en clave, novela juvenil, thriller o subgénero alguno que se nos ocurra, al final no importa la etiqueta, Virtus es, sobre todo, una obra literaria que aborda conflictos profundamente humanos: la soledad, el egoísmo, la ambición de poder, la destructividad humana, sí, pero también la solidaridad y la esperanza.
La reina baila hasta morir (relatos, Fósforo) y Virtus (novela, Jus) están a la venta en librerías de prestigio de la República Mexicana, entre otras Ghandi, Educal y Fondo de Cultura Económica. O cómprala aquí mismo:
- Columna Pulso Político -
Una mentira mil veces repetida se convierte en... VIRTUS
http://www.pulsopolitico.com.mx/ -

Cuestiona “la dictadura” que ejerce la televisión mexicana
La escritora Eve Gil deja algo bastante claro en su novela “Virtus”: “mi miedo hacia lo que está provocando la dictadura de la televisión, eso es lo que más me aterra en la actualidad, ver cómo la gente se educa con “El canal de las estrellas”, y no toma un libro, ni por accidente”.

Esa ausencia de conciencia crítica, dijo en entrevista con Notimex, “puede llegar a provocar cosas terribles, por eso me gustaría que mi libro fuera leído por jóvenes de entre 15 y 35 años, porque en ellos está el posible remedio a los males que yo veo en el México de hoy”, sostuvo.

Nacida en Sonora en 1968, la autora reveló que le aterroriza ver una cosa en la calle y advertir que la televisión cuenta otra. “Es como si fueran mundos paralelos, dos planetas distintos. Ahora imaginemos lo que pasaría si chocaran. Eso es “Virtus”, señaló.

Al comentar sobre su más reciente libro, que será presentado mañana por la tarde en la casa de la Editorial Jus, dijo que ejecutivos de la compañía le solicitaron una novela relacionada con el abuso de poder.

Su idea original era hacer una serie de ensayos. Pero, escribir sobre política, no se le facilita. “Entonces, propuse escribir una novela, cuya trama central versara sobre política, pero en el marco de la ciencia ficción. Desde hace tiempo, tenía la inquietud de recrear la historia de la Santa Inquisición, pero en un ambiente del futuro, mas no sabía cómo iniciar el texto, ni qué giro dar a la trama”, adujo.

Esa idea que estaba cocinando, agregó la también periodista, la entretejió con el abuso de poder. Recordó entonces a Nelly Campobello y al personaje central de su novela “Cartucho”, una niña, quien ve con sus ojos infantiles y narra sobre la Revolución Mexicana y personajes, como Pancho Villa.

Eve Gil se adueñó de ese entramado literario y colocó como personaje central de su novela de ciencia ficción a una niña, muy inteligente por cierto, quien narra lo que pasará en el futuro. “Se trata de una pequeñita muy lista”, subrayó, para aclarar rápido que de ninguna manera se trata de ella misma.

La novela va del 2018 hasta el 2068, en México, pero no el que conocemos, sino otra capital. Sobre los personajes y la trama, dejó ver que la narradora es una disidente de un régimen virtual, desterrada, quien desde el exilio cuenta su experiencia infantil cuando hubo una catástrofe, una “Hiroshima Informática”.

Esa tragedia, según la escritora, provocó la extinción de todo un sistema de vida, un “modus vivendi” de una población completa. Como el resto de la sociedad, la niña estaba condicionada por el régimen por un implemento cerebral que les permitía conducirse en esa comunidad como de autómatas.

“Pero con el desastre, todos entran en coma. Todos menos la niña, quien por una razón muy divertida, y porque mantuvo activo su lado izquierdo del cerebro, no cayó en ese paro y sigue adelante. En el camino encuentra a otra persona que se salvó de caer en esa especie de hoyo negro”, adelantó Eve.

La novelista puso en relieve que su obra está bañada por metáforas, y que su pretensión es que el lector se divierta y reflexione. “Espero despertar una reflexión sobre hacia dónde nos conduce lo que ahora vivimos y sobre la injerencia extrema de los hombres del poder mediático en las decisiones de gobierno”, expresó.

Desea, al mismo tiempo, “que se reflexione sobre el lenguaje utilizado por los políticos, mismo que llevo a mi novela para que se advierta que es vacío e inocuo, que no nos lleva a ningún lado porque son palabras huecas, sin significado”, externó, quien subtituló “El espectáculo más grande del mundo” a su novela.

En la historia futurista, existen dos partidos, el que siempre ha estado en el poder y el que no ha llegado porque le falta la inteligencia necesaria para lograrlo, no tanto por coacción del otro. “Yo no hablo de política, ni escribo de ella y en esta historia, no tomo partido de ningún lado”, aclaró la entrevistada.

En términos estrictos, “Virtus” es una novela de ciencia ficción, aunque la autora la inscribe en un género que se trabaja mucho en los países anglosajones, donde se le conoce como ficción especulativa. Ese término define a las historias que hablan de situaciones políticas en el futuro, a partir de una realidad actual.
Comentario a propósito de Virtus: de Mouriño a Jesús Wagner, el presidente-marioneta del Proyecto V.

Usted está aquí: viernes 30 de mayo de 2008 → Opinión → Astillero
Astillero
Julio Hernández López
Astillas

... Judith Castañeda es una de las lectoras que opinaron críticamente del blog de supuestas admiradoras de Juan Camilo Mouriño: “es comprensible que haya ese tipo de organizaciones en relación con Brad Pitt, Johnny Depp, algún futbolista o los ex menudos, pero, ¿de un político? Y qué político: a mí no me parece guapo ni tantito, méndigo vocho de puertas abiertas. Pero eso no es lo importante, sino que la tipa (a lo mejor es tipo, quién sabe si sea el mismo Camilo idolatrándose ante el espejo) es tan parcial en sus comentarios que da ataques de risa”. La lectora recomienda la lectura de la novela Virtus, de Eve Gil, en la que “a los simples mortales les insertan un chip en el cerebro y se les fabrica una realidad en la que puedan acercarse a su actor o actriz preferido de televisión. Con ese chip se les hace creer que sus necesidades están satisfechas con sólo mostrarles el holograma de una mesa bien servida”…

Copyright © 1996-2008 DEMOS, Desarrollo de Medios, S.A. de C.V.
Todos los Derechos Reservados.
Derechos de Autor 04-2005-011817321500-203.

*************************************************************
Sobre el relato "Alicia o el diablo" incluido en La reina baila hasta morir
Por Victoria V. Pérez
Nota: este texto refiere al famoso cuento inédito de Eve Gil que desató la ira divina en la Casa Amarilla de Puebla, según se aprecia en la fotografía, produciendo el desplome del techo y la cadera lastimada de la susodicha... y todo por andar leyendo La puta de Babilonia, de Fernando Vallejo...

Los estudiosos de la intertextualidad (Genette, 1982; Darío Villanueva, 1992) afirman que el título de una obra literaria es una especie de puerta de entrada a la misma que produce un horizonte de expectativas determinado. En la comunicación literaria, el título lleva una “información catafórica o condensadora del mensaje íntegro que pronuncia y al cual remite” (Marchese y Forradellas, 1984). De esta manera, se establece una relación interactiva entre el título y la obra como un diálogo entre dos textos. Hoy en día, los escritores aprovechan el inmenso campo de la literatura donde hallan versos o títulos anteriores que deciden aprovechar. El título, por lo tanto, no es un simple preanuncio de lo que va ocurrir, ni una simple puerta, puesto que ésta se abre hacia atrás y hacia delante, es decir, actúa no solo como catáfora, sino como anáfora pues remite a un título anterior. Así, Alicia o el Diablo no es un título inocente en el sentido que remite –y el epígrafe lo confirma– al cuento de la poeta rusa Marina Tsvetaeva El Diablo. En lo que sigue, escuchemos los murmullos de El Diablo en el diálogo intertextual que se establece entre él y Alicia... .
Para comprender mejor la relación productiva entre dos obras, empezaré con algunos datos informativos.
Marina Tsvetaeva nació en Moscú en 1892. Su poesía, inspirada en los románticos franceses y alemanes, es algo único en la poesía rusa hasta hoy. En 1922 abandona la ex URSS para seguir a su esposo que ha huido a Berlín tras la derrota del ejercito blanco. Debido a que su marido fue relacionado con el asesinato de un ex militar ruso y del hijo de Trotski, en 1937 Marina sufre un registro domiciliario y un interrogatorio por la policía francesa. En 1939 regresa a la URSS donde vive de sus traducciones y del apoyo de algunos amigos como Anna Akhmatova y Boris Pasternak. Después de que su marido fuera fusilado y su hijo enviado a trabajar en un campo de minas, Tsvetaeva se quita la vida ahorcándose. Esto sucedió en Yelabuga, el día 31 de agosto de 1941, en plena invasión nazi.
Según los críticos, el cuento “El Diablo” escrito en 1935 y dedicado a la madre de la escritora, puede ser considerado como un relato autobiográfico, memorias o estudio sobre la sicología infantil. Al inicio del cuento, Marina-niña anuncia: “El diablo vivía en el cuarto de mi hermana Valeria...” Casi enseguida, a partir de su mentalidad mitológica basada en el folclor ruso, la pequeña narradora describe a quien se va a convertir en su amigo imaginario: El diablo se sentaba sobre la cama de Valeria, desnudo, con su piel gris como dogo y con sus ojos de color blanco y azul... De los cuernos no me acuerdo...” Más adelante la narradora adulta explica porque el diablo vivía en el cuarto de su hermana y porque nada más ella podía verlo. Resulta que aquí, bajo la apariencia de un enorme librero estaba el árbol del conocimiento de lo bueno y de lo malo. Es aquí, antes de cumplir los siete años y con el miedo de ser descubierta por su madre, Marina-niña leyó las mejores obras de la literatura rusa Las almas muertas, Los gitanos, Eugenio Onegin. Vemos, entonces, como durante el proceso de la formación de la personalidad de Marina, la imaginación infantil transforma al diablo en una fantasía real y lo convierte en una herramienta para conocer el mundo. De esta manera, la eterna dicotomía de el dios y el diablo –que la niña escucha desde su infancia– se rompe y el diablo aparece para la pequeña como el centro del universo ocupando el lugar de dios. Estamos, entonces, frente a la re-visión y subversión de los valores socio-culturales y religiosos: la oscuridad representada por el diablo ya no se ve como el mal porque es conocida, es familiar, es “mi propia
[1] oscuridad.” En cambio el díos es extraño para Marina: “Dios era el frío y el diablo era el calor, a uno lo conocía y al otro no... Pero no eran ni buenos ni malos... Sin embargo a uno lo quería y al otro no. Uno me quería y me conocía y el otro no”. Al final del cuento, en una especie de oda, Tsvetaeva se refiere al diablo como su amigo de infancia y su niñera y le agradece el hecho de enseñarle que es la verdad, el honor y la lealtad.
Estos antecedentes sirven para entender mejor el modo en que Eve Gil se apropia del texto de la poetisa rusa, lo reelabora y lo reescribe. El inicio de este proceso dialógico entre dos textos, es decir, la re-escritura se manifiesta, como ya lo hemos comentado, en los títulos que son de carácter intertextual.
A diferencia del texto El Diablo en el cual, a partir de la única dualidad planteada que es el dios y el diablo se establece la diferencia entre el bien y el mal, la escritora sonorense proyecta varias oposiciones significativas y las sitúa dentro del contexto socio-cultural actual. Al inicio del cuento se desarrollan los tópicos de muñeca y de mujer. El primero refiere a la pequeña Lieselotte, la hermosa niña con ojos azules y caireles dorados que se ríe y goza a rienda suelta volando en un caballito blanco de carrusel. La mujer, en cambio, recibe los calificativos de muy idiota, putita o prostituta. Dicha oposición adquiere significado si indicamos que ambos tópicos apuntan a la misma persona: Alicia. Este cambio tan drástico está anunciado en la parte inicial del cuento cuando se describe el cambio que sufrió el cabello de la protagonista: “Los caireles dorados habían dado paso a una opaca y lisa cabellera de color indefinible, más semejante a la paja que al oro”. Así es como, a causa del rapto, la muñeca perfecta se convierte en una mujer con cuello de toro y corpachón de rollos de grasa.
La que también merece ser mencionada es la oposición jardín de rosas y prisión cuya ubicación estratégica le permite formar una especie de marco. La aparición del lexema rosales al inicio del cuento induce al lector a especular que de no haber sido raptada, la vida de Alicia en la casa de su familia prometería ser color de rosa. Sin embargo, al comparar la casa (por el mecanismo de metonimia, el jardín de rosas representa la casa de Alicia) con una aburrida prisión, se establece una diferencia notable entre el texto de Tsvetaeva y el de Gil. Si en el primer caso el contraste entre el bien y el mal simplemente se plantea, entonces, en el caso de Alicia... el lector es forzado a preguntarse ¿si algo está mal para alguien, está mal para todos? o ¿si esto está bien para uno, entonces está mal para el otro?
Así es como llegamos al personaje del diablo que también forma parte del juego intertextual. A diferencia de Charlotte quien etiquetaba a Gesualdo Mesino como un violador, secuestrador, y asqueroso tipejo: sencillamente nauseabundo, para su hija éste era el mundo entero: “él era mi escuela”– confiesa Alicia a su nana. Aún pudiendo haber escapado, la niña no lo hizo porque Gesu la hacia feliz preocupándose por divertirla y no por “los vestidos tan corrientes”. Sin embargo, entre las enseñanzas que recibió la niña durante los años de su rapto –hablar varios idiomas, descifrar los códigos de computadoras, reparar ruedas y preparar quesos– habían “cosas horribles”. En tono irónico, el narrador omnisciente aconseja no hablar de ellas, pero ¿acaso no las hubiera aprendido, al igual que su hermana Natasha, si hubiera vivido al lado de su madre?
Vale la pena preguntarse quien era esta señora que afirmaba ser la madre de Alicia. Curiosamente, los únicos recuerdos que tiene la reaparecida Lottie sobre su mamá están relacionados con su cabello que Charlotte cultivara como gusanos de seda: “La que peina y lastima. La que tira brutalmente de su cuero cabelludo”. De esta manera, en el cuento, el campo semántico del lexema madre se reduce al dolor y al sufrimiento lo cual representa la última oposición.
Como si fueran un espejo, las dualidades o las oposiciones que he establecido en el texto de Eve Gil reflejan, a través de la historia de Lieselette, un retrato de la sociedad moderna con su falsa moral. A pesar de que la brecha temporal existente entre el relato de Tsvetaeva y el cuento de Gil se mide en más de un siglo, el mensaje que mandan ambos textos es un aporte más a la formación de los valores del lector.
[1] Letra cursiva en el original.



¿Para qué sirve la fantasía?
Por Antonio Marquet

Tomado de Amarquet

De la misma manera que Edit Piaf se pregunta en una de sus más célebres canciones “A quoi ça sert l’amour?” habría que preguntarse ¿para qué sirve la fantasía…? Terreno privilegiado para hacerlo es sin duda el cuento de Eve Gil “Cenicienta hardcore” protagonizado por quien una vez fuera María Teresita de Jesús Gómez y después se transformó en la actriz televisiva Lorna Villagrán, nombres tras los cuales se alojan potentísimas maquinarias de fantasía. El primero aborda las fantasías religiosas. En particular, la invocación católica a la protección de los santos y a su intermediación con Dios Padre (una de las fantasías que más ha perdurado). Esa fantasía sostiene la lógica de la nominación de los sujetos: si se nace tal día, debe uno llevar el nombre del santo de ese día: dios así lo ha querido (otra fantasía). Una Gómez no puede ser sino una chica común. En contraste, en las sonoridades del nombre “Lorna Villagrán”, planea la fantasía mediática que somete a las actrices de telenovela. Remite al exotismo, a que esa güera no es mexicana y por ello al prejuicio de que las extranjeras son “liberales”; vienen a México en busca de aventuras, atraídas por el Macho mexicano (otra fantasía).

Lorna también sostiene la fantasía del cuerpo perfecto, del placer ilimitado, de que es posible alcanzar la satisfacción si es con desconocidos; que hay un sujeto que quiere gozar sin límites ni mordazas (y que puede hacerlo), sin freno moral (otra sarta de fantasías).

¿Qué hablar de la fantasía del matrimonio por conveniencia, duplicada en este caso con el hecho de casarse con el productor-escritor que escriba para dar el papel protagónico a su esposa?

Lorna Villagrán es una mujer feliz-exitosa-gozosa promotora de fantasías: la más convencional y perversa anclada en las telenovelas; la más espontánea y libertaria que consiste en hacer un papalote de sus nobilísimas partes. Ejercer su libertad internética, es un acto de libertad personal que pone en tela de juicio la sacrosanta institución matrimonial, sobre la cual descansa la monogamia. Entregarse en el anonimato a quien esté dispuesto a gozar y brindar placer constituye el reverso de la marquesina televisiva que somete a las masas. Si Lorna quiere gozar sin frenos quizá la causa también sea porque necesita encontrar consistencia en otro mundo, el anónimo, donde el simulacro (de la fama) no sea grotesco. Esclavizada a su productor-modelador-esposo-que la ha convertido en un objeto que reporta pingües beneficios, es presa de la fantasía de que su marido le conviene: un homosexual que convierte en oro lo que toca, presa a su vez de la fantasía del “cuerpo perfecto”, en su caso significa el cuerpo modelado con esteroides de gigolós que frecuenta.

En un Pent House de la colonia Nápoles , la Villagrán pone en tela de juicio el erotismo confrontando la pobreza de la penetración que ha dado un lugar a la falocracia y al discurso falocentrista en favor de la lengua, de los enormes recursos lingüísticos.

Dos exigencias establece el imperativo de placer, forjado por Lorna como su obra única: no pronunciar palabra y no repetir la experiencia con el mismo; habría que añadir a esto, el hecho de arrebatar a la vista sus privilegios: lanzarse al placer desde su perspectiva implica también liberarse de los códigos estéticos; restablecer los derechos epiteliales del placer. A pesar de su indudable éxito que se mide por la intensidad del orgasmo, las palabras y la vista son reintroducidas en el ascensor. El elevadorista la examina descaradamente y le sopla al oído las palabras sin las cuales el escrutinio lingüístico de los dos amigos hubiera quedado sin los efectos espectaculares que ella señala y en los que el lector tiene que creer. El anónimo operario viola el reglamento de la Bovary; vuelve irrelevante su legiferación que congela el acto sexual en terrenos de ritualización para mantenerlo bajo control. Violar su ley produce placer a la hueca actriz. Las lenguas lamedoras deben ser precedidas por la lengua decidora-violatoria-irrespetuosa-vulgar. No sabremos si es el ascensorista el segundo que interviene en la escena sexual. El hecho de que ella no lo describa, que no lo vea, que no lo defina, habla de su descolocación como dominatrix-dominada, en la que ella se juega. El placer aparece como pérdida de poder, como encuentro con algo desconocido, con la omnipresencia de la rapiña, trasformada en actitud, en que ellos se solazan en su placer y ella en el suyo: con la fantasía de que el clímax pudiera ser sincronizado, con la pareja perfecta (otra fantasía).

Lorna declara haber sido conducida al nirvana: el viaje en el elevador y el ingenio lingüístico son clave. Implícitamente todo dependería según Lor(e)na de estar listo para dirigirse al orgasmo, de entregarse al placer sin circunloquios y sin preludios… De hecho dependería de entregarse a la fantasía de los otros porque es lo que Lor(e)na sabe hacer: entregarse: es otro quien esculpe su cuerpo (otro a quien ese cuerpo no interesa); es otro quien le escribe las líneas; otro quien le brinda placer. Lorna publicita la entrega dócil, reiterada y sin fin, hecho que finalmente es lo que enciende la fantasía masculina… y que puede irritar a las fantasías femeninas.

Desde este punto de vista, Lorna Villagrán permanecerá en la mente del lector: es prueba del poder contestarario de los simulacros de verdades sobre los que descansaría nuestra sociedad.

¿Habría que condenar a Lorna cuando se difunde la fantasía de que un partido o un líder tiene la salvación o es peligro para México? Desde la televisión a la política, desde el placer sexual a la institución matrimonial, la fantasía pisa el terreno de la manipulación.

“Cenicienta hardcore” revela la omnipresencia de fantasías que forman el tejido en el que vivimos. La política, le ética, la sexualidad, la nación, la historia patria, la independencia, la soberanía, la institucionalidad, la justicia, la educación, la ciencia, la técnica, el fracaso, el éxito… todo esto es pasto de fantasías. Todos estos terrenos están fincados en la feraz tierra de la fantasía. Sucede que la literatura también obliga al lector a reflexionar sobre su fantasear, sobre el entramado de fantasías sobre el cual el lector erige lo más serio, lo más querido, lo más racional… La verdad tiene una estructura de ficción.

¿La felicidad es una operación de suma?

Nadie negaría que actualmente prevalece el interés, la lógica de la publicidad y del espectáculo mediático. Lo que hace el bien avenido matrimonio de Lorna y Morris es preocuparse por la cantidad: número de amantes y cifras de espectadores. Lo que importa es el rating para rendir homenaje a la lógica de la cultura televisiva de masas.

Antes de la edición nocturna del noticiero, la semana pasada apareció un diálogo de una telenovela (no viene al caso mayor precisión porque se trata de algo estructural): una mujer con excesivo maquillaje preguntaba a otra por qué escogía el camino del sacrifico: la “sacrificada” lucía un corpazo construido quirúrgicamente con senos turgentes gloriosamente descubiertos por atrevido escote. Hablar de lo mucho que sufren con tal exceso de afeites resulta paradójico. Su aspecto físico revela que se dedican exclusivamente a su cuerpo: lo cuida, lo adereza para sacar la mayor rentabilidad. Nadie pensaría que ha invertido tanto en su cuerpo para ir a flagelarse en un retiro espiritual en Chalma.

Por encima del rating: “Cenicienta Hardcore” da pábulo a la fantasía de un sexo sin limitaciones. La ensoñación construye un espacio que triangula el Internet, un Pent House y una televisora en el que se podría disfrutar infinitamente con numerosas parejas, con numerosos orgasmos, al tiempo que se goza de una fachada de respetabilidad, rindiendo homenaje al simulacro de monogamia, al matrimonio, al éxito profesional y económico: “Cenicienta hardcore” plantea que es posible tenerlo todo: fama, dinero, belleza, placer, libertad… Habría que responder que sí, a condición del cinismo, y de entregarse a la fantasía, a la satisfacción de apetitos y detener el pensamiento. Sí a condición de establecer una lógica escindida en que se practica algo diferente de lo que se predica. ¿Puede gozar Ma. Teresita de Jesús Gómez como lo hace la Bovary? ¿O Lorna conoce los orgasmos de la Bovary del caberespacio? Ambas tienen que transformarse, volverse anónimas, adoptar un sobrenombre cibernético de una heroína decimonónica cuyo desenlace fue el suicidio.

Anexo

En la canción mencionada, la Piaf sostenía que el amor es un mal necesario, que si bien hace sufrir, hay engaño, infidelidad, desamor; no podemos vivir sin él. También se puede afirmar que la fantasía es un mal necesario, en nombre de la cual permanecemos insatisfechos, infelices, al mismo tiempo que da dirección y sentido a la vida.

A continuación se reproduce “A quoi ça sert, l’amour?”, canción que es un diálogo entre un hombre escéptico que, defendiéndose, cuestiona el amor a través de lo que ha oído y del sentido común, y una mujer enamorada que convence con el argumento de la entrega enamorada de sí al interlocutor.



A quoi ça sert, l’amour?

On raconte toujours

Des histoires insensées

A quoi ça sert d’aimer?



L’amour ne s’explique pas!

C’est une chose comme ça!

Qui vient on ne sait d’où

Et vous prend tout à coup.



Moi, j’ai entendu dire

Que l’amour fait souffrir,

Que l’amour fait pleurer,

A quoi ça sert d’aimer?

L’amour, ça sert à quoi?

A nous donner d’la joie

Avec des larmes aux yeux…

C’est triste et merveilleux!



Pourtant on dit souvent

Que l’amour est décevant

Qu’il y a un sur deux

Qui n’est jamais heureux…



Même quand on l’a perdu

L’amour qu’on a connu

Vous laisse un gout du miel-

L’amour c’est éternel!



Tout ça c’est très joli,

Mais quand tout est fini

Il ne vous reste rien

Qu’un immense chagrin…



Tout ce qui maintenant

Te semble déchirant

Demain, sera pour toi

Un souvenir de joie!



En somme, si j’ai compris,

Sans amour dans la vie,

Sans ses joies, ses chagrins,

On a vécu pour rien?



Mais oui! Regarde-moi!

A chaque fois j’y crois!

Et j’y croirait toujours…

Ça sert à ça l’amour!

Mais toi, tu es le dernier!

Mais toi’ tu es le premier!

Avant toi y avait rien

Avec toi je suis bien!

C’est toi que je voulais!

C’est toi qu’il me fallait!

Toi que j’aimerais toujours…

Ça sert à ça l’amour!

¿Hasta dónde llega la envidia?
El cuento “Ataraxia”, incluido en La reina... es la versión moderna de Blanca Nieves.

Por: Alberto Esteves Rocha

Al igual que en la narración original, existen la Reina malvada, la tierna Nieves , el príncipe, el ayudante de la Reina, los amigos de Nieves, pero la protagonista en toda la historia es la envidia. Efectivamente , ésta se apodera de Reina y las dos juntas tratan de terminar con el origen de su deseo de venganza (Nieves).

Reina usa todos lo medios posibles para acabar con toda la competencia que pudiera llegar a tener y esto lo ha hecho siempre, gracias a su belleza y habilidad para manipular a las personas, sin embargo, con Nieves fue distinto ya que la apreciaban más, era más amable, trabajadora, respetuosa. Además, sabía cómo ganarse a las personas, toda la atención, admiración, y respeto que un día tuvo Reina se desvanecieron en cuanto apareció Nieves que la llegó a opacar, esto es, a acabar con su reino. Reina nunca había sido segunda de nadie y esta no sería la excepción. Así que desarrolló un plan para acabar con la competencia, lamentablemente nada salió como ella hubiera querido: Nieves no murió, no recuperó su reinado, y la única perjudicada aquí fue ella, la cual tuvo un final muy triste y cruel.

Como en toda historia siempre hay una lección que aprender y para ésta seria: nunca dejes que la envidia se apodere de ti porque es la peor enemiga.

HADAS SIN ALAS

Por: Judith Castañeda

Tomado del blog Para no olvidar


Había una vez, en un reino muy, muy lejano, una bruja que hechizó una pluma. La bruja quería conocer los cuentos de la princesa al momento de ser escritos. Quería cantarlos antes que los pliegos llegaran a manos del bufón de la corte. Y entonces hizo aparecer la pluma en el castillo, cerca de la fuente del jardín principal, en la banca donde la princesa pensaba que los bucles de su próximo príncipe debían ser de nuevo rubios.La princesa tocó la pluma. Era muy larga y negra, parecía venir de las alas de un cuervo tan alto como los arbustos del jardín. O más. El hada madrina de la princesa presintió tinta de sangre, herederas al trono reposando en féretros de cristal o entre doseles tornasolados en un sueño de todo el reino. Sacudió la cabeza, olvidó la tragedia de castillos vecinos, y tocó la pluma con su varita. La bruja no tendría ni los cuentos ni la sangre de la princesa.Y entonces los cuentos de la princesa fueron otros. Le quitó las alas a las hadas, no volvió a imaginar bucles en la cabeza de sus príncipes –ni dorados ni de otro color–, llevó a sus heroínas a buscar lo que seguía a la frase “y vivieron felices por siempre”.Los nuevos cuentos de esta princesa podrían dar como resultado el más reciente libro de Eve Gil, La reina baila hasta morir, editado por Ediciones Fósforo, donde la Cenicienta deja a su príncipe azul en el castillo, sale para tener sexo con desconocidos, y Blanca Nieves abre con un autógrafo de Reina Cardoso la posibilidad de trabajar en su periódico, de tener una relación diferente a la de directora–jefa de información.Eve Gil lleva historias infantiles como Alicia en el País de las Maravillas, La Cenicienta o Blancanieves por el camino del erotismo y el humor, hace que sus personajes nos transmitan el afecto por la abuela a través de algo diferente a una canasta y un paseo en medio del bosque.Son siete narraciones en las que voces en primera persona y omniscientes, a veces trenzadas con la de los personajes, nos llevan más allá del final feliz de los cuentos de hadas.Con epígrafe de Anne Sexton, escritora estadounidense que se suicidó en 1974, el lector adivina la temática del libro. Es un poema donde Blancanieves, con ojos azules de muñeca, recurre a su espejo “como suelen hacerlo las mujeres”. En estas líneas se saca de contexto al personaje de cuento de hadas por excelencia.Eve Gil repite este ejercicio desde el primer cuento, “Alicia o el diablo”, donde Alice o Lieselotte, la “tonta niña rubia, que quién sabe a quién habría salido en una familia de trigueños”, aparece después de años de haber sido secuestrada. De la niña con el cabello estirado hasta el dolor, la de bucles dorados, sólo queda el cubo de Rubik y una manía infantil de chuparse un mechón. Con humor hasta la última línea, asistimos a una historia en tercera persona, donde el narrador irrumpe constantemente, como un personaje más, aludiendo a la vergüenza de encontrar a una hija en condiciones desastrosas, muy lejanas a la heroína, a la princesa del cuento de hadas –“Cuando la pequeña Lieselotte reapareció ya no era pequeña. Era, de hecho, una mujer de inmensas ubres”–: “¡En el infierno se pudra el que inventó las pruebas de ADN!”En “Cenicienta Hardcore”, el hada madrina se llama cirugía estética y tintes rubios, Cenicienta cambia su nombre por el de Lorna Villagrán, y la ocupación de los personajes femeninos de cuento de hadas –princesa–, cambia a su sinónimo de la actualidad: actriz de telenovelas. Aquí, la magia conecta miles de computadoras alrededor del mundo, de la ciudad, y le da a Cenicienta no un carruaje, tampoco zapatillas de cristal o un corcel y cochero. A través del internet consigue sexo con desconocidos. Asistimos a un encuentro que comienza desde el elevador, en primera persona. Y es, al final, en el elevador, donde la protagonista–narradora encuentra su zapatilla de cristal: un botón del uniforme del elevadorista, el empleado de Cordero –DosAmigos–, quien la dejó al final de la ruta del elevador “mareada y mojada como si sus palabras hubieran tocado su punto G”.“Ataraxia” es una parodia del cuento de los hermanos Grimm, que aparecio en 1822 en sus Cuentos para la infancia y el hogar, y muestra una Reina que muere de envidia por la juventud de Nieves, su veinticuatroañera y reciente jefa de información, cuyos ojos siguen “ávidamente la trayectoria de los dedos de la jefa” mientras se abotona la blusa luego de un bochorno que venía “reptando desde la tersura de sus talones”.Reina Cardoso no tiene complejos al enviar a su flamante reportera a morir en la guerra de Irak, de la que regresa como heroína. Y además candidata a un reconocimiento, para aumentar el odio de Reina. Provoca un accidente del que la jefa de información sale apenas viva. En estado de coma. Al final, la muerte de la directora del periódico El metropolitano, Nieves cabalga con el príncipe azul de consolación y deja una última frase en el aire de la cabaña. Dedicada a Reina: “Pudimos... haber... sido... tan... felices... Te... amaba, Reina...”La escena final de “Ataraxia” retoma el título del libro, una línea de la epígrafe de Anne Sexton –“y bailó hasta morir”–. Reina Cardoso tropieza y cae sobre la fogata, arde su vestido “del material de sus flamantes senos”, se revuelca sobre la tierra para “aplacar a la bestia que la devoraba”.Los cuentos “Las abuelas”, “Cerridwen y las sirenas”, “Claveles salvajes” y “La culpa es de los bolcheviques” completan la publicación. Con La reina baila hasta morir, de Ediciones Fósforo, Eve Gil nos acerca a historias anidadas en la infancia, al tiempo de llevar a éstos muy lejos de los brazos de sus príncipes azules, de la posibilidad de morir con manzanas envenenadas, de las hadas que aparecen vestidos con el toque de una varita, de los bailes que terminan a las doce de la noche.Y la princesa, dicen, vivió feliz y escribiendo, siempre, con la pluma del cuervo.




Presentación de La reina baila hasta morir, por Alberto Chimal, durante la pasada Feria del Palacio de Minería


































Prohibida la
indiferencia

Por: Elena Méndez

En La reina baila hasta morir, segundo libro de cuentos de Eve Gil (Hermosillo, 1968), nos topamos con un volumen cuyos siete textos parecen guiarse por una premisa: Prohibida la indiferencia.Así, el relato que abre el conjunto es “Alicia o el diablo”, donde nos muestra el caso de Alicia Mesino, otrora Lieselotte, pequeña campeona en armar Rubik, quien es recuperada por su fami­lia tras años de haber sido plagiada por un hombre con quien vivía en amasiato y hacia quien desarrolló el Síndrome de Estocolmo. La madre de Alicia se muestra horrorizada ante su hija, tremendo bodoque, y el afecto de ésta por su captor, que se ha suicidado.“Cenicienta Hardcore”, por su parte, posee una narradora-protagonista, la actriz Lorna Villagrán, cuyo hastío la hace procurar las delicias del cibersexo. Al acudir a una cita con el Sr. Cordero (alias Dosamigos) es abordada por un criado de éste, quien la identifica como famosa y despierta su erotolalia. Su encuentro sexual resulta exquisito, si bien deplora el haber abandonado la conversación con el portero.“Las abuelas” cuenta también con una narradora-protagonista. Ésta recuerda a sus abuelas materna y paterna, la buena y la mala, respectivamente.Al final la historia toma un giro inesperado, por la saña y el dolor que encierra.“Ataraxia”, al igual que el ya mencionado “Cenicienta Hardcore” constituye un brillante anti-cuento de hadas. En este caso, se parodia a Blanca Nieves. Reina Cardoso, directora del diario El Metropolitano, envidia a Nieves, jovencísima y audaz jefa de redacción, quien la desea carnalmente, ante el azoro de su patrona, que decide eliminarla. Sin embargo, algo falla en su plan, lo cual la transtorna.En “Cerridwen y las sirenas” Arturo nos hace partícipes de la maldición que un troll ejerce sobre él y su esposa.“Claveles salvajes” nos muestra a Nelly, una solitaria oficinista que se rinde ante el espectáculo callejero ofrecido por un mimo, lo que la saca de su tedio habitual. Su amiga Lili, al acompañarla la segunda vez, asume dicha personalidad artística, quizá con visos homoeróticos.El volumen cierra con “La culpa es de los bolcheviques”, un hermoso homenaje a Elena Garro, donde se recrea, en segunda persona, la persecución política y el exilio que la escritora —como se le designa— padecerá junto a su hija, y la desgarradora soledad de ambas. Historia que se fusiona con la de Anastasia, la hija del Zar, y la emboscada que ésta y su familia sufrieron.La reina baila hasta morir está destinado a crear polémica; a vencer —reiteramos— la indiferencia.
elcuerpodeldelito@gmail.com
Eve Gil, La reina baila hasta morir. Colección Narrativa, Ediciones Fósforo, México, 2008; 113pp.

Por: Susana Guzner
La reina baila hasta morir, última obra de la escritora Eve María Gil, es una hermosa sorpresa y una excelente noticia para quienes amamos la literatura. Creo sinceramente que estamos ante una creadora de altos vuelos. Se trata de un manojo de historias extrañas, surreales y turbadoras, bellamente narradas desde diversos enfoques con un lenguaje pulcro y precioso, apelando a lo coloquial solo lo imprescindible, detalle este muy de agradecer para quienes no conocen a fondo el habla mexicana. El erotismo se manifiesta a flor de piel pero sin caer en ningún momento en frases o imágenes trilladas tan al uso en este género, ni tanto menos en la pornografía. Un erotismo que resuma en cada línea sin por eso convertirse en protagonista omnipresente ni ahogando lo esencial de la obra, que trata fundamentalmente de los hondos vericuetos de las emociones humanas.
Los personajes son fascinantes y traslucen la poderosa imaginación de la autora. . Se mueven a la perfección por las historias - igualmente fascinantes - modulando los tempos y sus timbres con seductora precisión. Los títulos de los relatos constituyen un hallazgo detrás del otro, y el del libro sencillamente perfecto, en tanto resume, sin decirlo, el espíritu general que anima la obra. Bienvenida al Paraíso, Eve Gil.

*Narradora, dramaturga y guionista argentina.
Entrevista con Eve Gil
Por: Miguel Aza
Periodista dominicano (en la foto)

Me gusta mucho leer tus respuestas entusiastas, para mí es un lujo poder leerte porque siempre aprende mucho de ti. Siguiendo con las preguntas sobretu oficio de escritora, me gustaría saber si por tu belleza (vamos, Eve, dejémoslo claro, eres una mujer guapa) han querido restarle mérito a tuobra, ya sabes: si es bella, es bruta. ¿Cómo has podido librarte de ese prejuicio?

Respuesta.- La vida entera se me ha ido tratando de contrarrestar el prejuicio. Desde niña... prefería jugar con los niños y patear un balón porque no estaba en mi naturaleza ser tierna y amorosa, y todos a mi alrededor me exigían ser lo que yo no era. Como escritora me mantengo en esa tesitura. Mi literatura, desde el primero -"Hombres necios"- hasta el más reciente libro -"Virtus"- están planeados para contrarrestar prejuicios de todo tipo, sobre todo estéticos. "Una mujer no puede escribir así o asá", dicen unos, o "las mujeres solo escriben sobre ciertos temas". Pero ese es apenas uno de los prejuicios que combato. En México hay, según los críticos, dos literaturas, la centralista (por llamarle de algún modo, en verdad no tiene nombre) y la de la frontera norte. Se supone que los autores de la frontera norte solo escriben sobren mojados y narcotraficantes... pues yo he convertido ambos temas en tabú... en tabú por lo que a mí respecta, quiero decir. No significa que no me importen, o que no admire a autores que abordan el tema, al contrario... pero no quiero que me encasillen, ni como "escritura femenina", ni como "escritora fronteriza"... vamos, ni siquiera tengo género fijo. He escrito bildungsroman, novela histórica, novela intertextual, novela política, novela de ciencia ficción y ahora experimento con un género que, de tanto odiarlo, ha terminado enamorándome: la metaficción.
Respecto al asunto de la belleza: lo de asociar la guapura con la estupidez es otro prejuicio que he combatido a través de La Trenza de Sor Juana, por ejemplo. Muchas de las grandes genias literarias, fueron, o son, mujeres extraordinariamente guapas... y las que no lo son tanto, tienen el encanto muy seductor de ser inteligentes. La inteligencia puede suplir a la belleza fácilmente. No diria lo mismo en el sentido inverso.
¿Podrías hablarme de tu cocina literaria? ¿Cómo nacen tus relatos y novelas?
Respuesta.- Aunque mis novelas no tienden a ser autobiográficas, o si lo son, es de manera muy solapada, cada una de ellas representa una etapa específica de mi desarrollo psíquico, emocional y artístico. Mis intereses estéticos mutan constantemente y a veces hasta caigo en contradicciones. Supongo que mis novelas, concretamente, reflejan ese caracter voluble de mi personalidad literaria. Nunca soy la misma, no me repito jamás. Me sería mucho más difícil adquirir un estilo propio... no podría...Mis relatos son otra cosa. Estos han surgido de forma espontánea. La mayoría por encargo, aunque últimamente he trabajado algunos por iniciativa propia, y les he cogido gusto. Mi problema con los cuentos o relatos, es que me extiendo demasiado. Con decirte que estuve a punto de renunciar al género, porque siempre que me pedían un cuento para una antología terminaban rechazándomelo por excesivo (en extensión). Una amiga mía muy querida, muy buena escritora, me dijo: "Ni modo Eve, tú no naciste para cuentista. Lo tuyo es la novela" Y en eso estábamos cuando gané el Premio Nacional de Cuento Efraín Huerta. Actualmente, lo que hago, es respetar mi propio ritmo. Uno de mis autores favoritos, Haruki Murakami, también escribe cuentos extensísimos, que yo denomino "novelas bonsái". Eso son, ni más ni menos, mis relatos: novelas bonsái.

¿Te gustaría que tus nenas sean escritoras (sé que todos los padres dicen que sean lo que ellos quieran, pero sabes muy la gran influencia que ejercen los padres en los hijos)?

Respuesta.- Sinceramente no me gustaría. Por el bien de ellas. Porque este trabajo es el peor pagado del mundo -claro, a menos que seas best seller -y es muy incomprendido hasta por los mismos escritores... pero preferiría que fueran escritoras y no contadoras o ingenieras... claro, ellas estudiarán lo que prefieran, pero a ambas les veo carita de que van derechito al arte, al menos la mayor, de 14 años, que justo mañana expondrá por primera vez su obra pictórica.
Si es posible me gustaría que me hablaras un poco de tu experiencia como lectora al leer la obra narrativa de Katherine Mansfield, Clarice Lispector y Flannery O´Connor. ¿Cuáles escritoras clásicas me recomendarías leer?
Respuesta.- Las tres que mencionas están entre las más admiradas por mí, particularmente Flannery, que es como mi abuelita... no sé como expresarlo: me siento muy cercana a ella, sus cuentos me afectan y alteran demasiado. También me arrebata Elfriede Jelinek, porque es una mujer que dice verdades que duelen, que incomodan... y las dice sin molestarse en hacerlas más digeribles y eso a mucha gente le resulta tremendamente desagradable, pero yo se lo agradezco, como agradezco todo tipo de franqueza. Autenticidad es el mérito número uno para un artista. Odio lo plástico, lo falseado, lo ultra-estético, lo preciosista... lo abomino. A mí me gusta que me hagan sentir allí, que me hagan paladear el lenguaje.
¿Cuáles son tus escritoras mexicanas favoritas del siglo XX?
Respuesta.- Del siglo XX tengo tres autoras que adoro, a las que denomino "mi triada sagrada": Inés Arredondo, Elena Garro y Rosario Castellanos. Tres autoras bien distintas entre sí, tanto, que parecieran de distintas épocas y nacionalidades. En lo único que se parecen es en que son sencillamente geniales. La lista de mis afectos literarios por mujeres sería demasiado extenso. Te menciono por lo pronto a estas tres, y menciono a otras que no han sido justamente reconocidas a pesar de ser también geniales: Guadalupe Dueñas, Josefina Vicens y Amparo Dávila.

No me dijiste nada sobre la impresión que te di tras leer tu cuento "Vocación de Electra" ¿Acaso no acerté en mis comentarios? ¿No pude captar su esencia por la lectura de refilón que hice?
Respuesta.- No comenté nada al respecto porque me dejaste pasmada. Hiciste una lectura extraordinaria de mi relato, me hiciste ver cosas que ya estaban ahí pero en las que no me había detenido el tiempo suficiente. Te lo agradezco mucho. Me encanta que me revelen cosas de mí misma y de lo que escribo. Ha sido una lectura muy inteligente y sensible la tuya.
Por último, me gustaría que me dijeras cuáles han sido los diarios íntimosde escritores que más te han gustado.
Respuesta.- Han sido muchos... pero el que conservo muy cerca de mí, el que me animó a escribir un diario personal -aunque no sea remotamente tan interesante, tan profundo, tan prolijo y tan insólito- es el de Alejandra Pizarnik. Esta mujer vivía a carne viva, con las vísceras expuestas... su sensibilidad no es exquisita... es, ¿cómo decirlo?...mordiente. Te muerde, te araña... pero con dulzura. No sé cómo explicarlo. Nunca he leído una prosa que me arrastre de esa forma, que me haya hecho desear decirle algo a la persona que lo escribió. Sencillamente extraordinaria.
Lee a Miguel Aza en su blog El cazador solitario

Comentario de la poeta bajacaliforniana Leticia Garriga

Disfruté de la serie de historias enlazadas por el ingenio y la creatividad, en los temas que conducen al lector a través de estas confesiones de la escritora Eve Gil, en su libro "La reina baila hasta morir". Retratos impresionistas y surrealistas de esas princesas y brujas que habitan en cada una de nosotras y que se despiertan por el beso o el rapto de un príncipe caracterizado en cada narración de la Eve, por los diferentes disfraces de los hombres ya sean nuestros o " de las otras princesas-brujas" , que las mujeres encantadas y encantadoras a veces, encontramos en el camino.Los ojos, las uñas, los senos y pezones, las cabelleras, los labios, el clítoris o las piernas de éstas brujitas y princesitas a veces perfumadas o mal olientes, se revelan ante el lector y salpican con sensualidad a veces procaz, el deseo por ese encuentro con el amor o el desamor, guiado por los miedos de encarnar los sentimientos brutales de la desolación, la envidia, la tristeza o el abandono. Una concatenación de historias cortas que La Eve escribe y describe con sabiduría de bruja mayor y nos hace creer en los avatares de ellas; sus mujeres-reinas-princesas-brujas-embarazadas-secretarias-ejecutivas-abuelas-escritoras… las que dialogan desde las páginas de "La Reina Baila Hasta Morir", con nosotras sus lectoras.

Por: Francesca Gargallo
Las reinas no son mujeres, o son gobernantes escogidas con base en una selección genético-clasista, o son insoportables mamertas que se creen divinas. En esta última acepción reinas, diosas y niñas fresas coinciden, aunque las primeras dos tienen en la realidad extra esnob unos cargos de regidoras de la vida que no deberían ser rebajados. El baile es una actividad de regocijo ante el movimiento cósmico que asemeja las personas a acompasados planetas jadeantes. Es también una actividad demonizada por sacerdotes y juristas que perciben en ella la lascivia de la vida que quieren embridar. Y la muerte…, pues muerte es un término que no oculta la fatalidad del fin que de inevitable manera es consustancial a la vida. Así que La reina baila hasta morir (Ediciones Fósforo, México, 2008), el título con que Eve Gil introduce siete cuentos diversos, centrados en mujeres odiosas o anodinas por formales, y sexuadas sólo por putería, es un compendio de estrujantes sugerencias literarias sumamente contradictorias. Quisiera ser gozoso y no puede, quisiera demostrar la perdición y es infantil, intenta rescatar la fatalidad y se convierte en un juego vampiresco de secretarias que no tienen nada que perder, esposas chupadas por la avidez blasfema de un marido demasiado perfumado y ajeno a la maldición que le propicia la abundancia material, actrices cansadas de sexo por deber y necesitadas de experiencias eróticas que se buscan en el anonimato del Internet; reinas malditas de cuento de blanca nieves que no pueden encontrar en el trabajo el placer que le daba en juventud la seducción, hijas de una burguesía que sólo acepta lo que es como ella y rechaza la diferencia con más odio que la muerte.
Eve Gil es de las mujeres que siempre escribe para decir algo. Sus cuentos, sus novelas, aun su blog y sus artículos (es una de las pocas periodistas que conozco que nunca entrevista a un/a escritor/a sin antes haber leído parte de su obra) tienen una relación particular con la verdad y con el tiempo. Igual que la vida, también su literatura construye un vínculo con lo necesario: implica una búsqueda de la verdad innombrable, la que no puede ser creída porque no acontece tal cual, y se proyecta en el tiempo hacia el pasado para el futuro. Sus relatos tienen a mujeres como protagonistas en la mayoría de los casos, y en los otros involucran a mujeres como juguetes en mano de un destino que es a la vez hombre y sistema. De tal manera, Gil jamás propone un ideal de mujer. Seguramente no el ideal genérico construido por la cultura de los hombres, pero tampoco el ideal de mujer liberada de la mirada masculina, la que es dueña de sí, es decir de sus fantasías. Las protagonistas de la literatura de Eve Gil son mujeres odiosas (y no estoy haciendo un juego de publicidad de lencería, provocan odio, no son diosas evocadas). Odiosas porque representan tanto lo que da miedo al sistema masculino como lo que las mujeres rechazan en su construcción de un deber ser diferente. Son la quinta esencia de la putería, las ninguneadas del semen del otro, las que no saben amar si no es desde los parámetros de la aceptación que no tienen, las malas, las que joden, o bien son las jodidas, unas pobres diablas sin vicios ni virtudes que construyen sus fugas o sus venganzas de las reglas sociales que dividen a las niñas en legítimas y naturales, a las empleadas en casaderas o cogibles, a las mujeres en bellas y feas, y no sólo no logran sus propósitos sino tampoco logran despertar cariños, una pena sincera en quien es testigo, gracias a la pluma de Gil, de sus intentos de alcanzar el amor.
La reina baila hasta morir reúne siete cuentos escritos en tiempos diversos que se relacionan entre sí porque ninguno tiene final feliz ni una protagonista simpática. Son distintos en la estructura –aunque por lo general Eve narra desde una sola voz, en un estilo vivaz aunque bastante lineal-, y recogen una información distinta sobre lo que la autora debe decir al mundo, a los hombres del mundo en particular. El deber de decir algo que, como acabo de recordar, sostiene toda la obra de Gil en este libro se vuelve amenaza y grito; es desesperado y lucha entre la forma y la colocación de la información en la conciencia colectiva. Intenta escaparse de la cultura y se hace dependiente de ella, porque se resume en la afirmación que las mujeres todas no son lo que se ve de ellas, nunca brillantes como se debe, nunca confiables desde la confianza que piden los hombres a sus fantasías, nunca claras: las mujeres son peligrosas. Vampiresas seducidas en la calle muerden luego a sus amigas, mujeres de poder contratan a asesinos, exuberantes divas de la televisión se entregan a la pasión en hoteles oscuros, nietas tiernas son las que se mueren en la raya del insulto a su abuela. La literatura de Gil es un grito, un reclamo, una atención constante. Se proyecta al futuro desde un no presente, desde un pasado de moral cristiana, desde una crónica de ciudad no pisada, no vivida, sino aterrorizante espacio de lo cotidiano imaginado desde la concreción de la maldad. La sexualidad de los personajes de Eve Gil es más tremendista que orgiástica, se relaciona con el deber del mal más que con el placer que, en sí, es un bien. Así los siete cuentos de La reina baila hasta morir son para el asombro en la lectura, un fogoso condensado de deseos construidos en la fantasía sin censura, y también sin cuerpo, de alguien que en un hotel de paso se encierra para imaginar el jadeo de la perversión como un arnés conceptual.
Haz click en la imagen del recorte para agrandarla:
VIRTUS: PRÓLOGO A MANERA DE EPÍLOGO
La ciencia ficción es un género que me acompañó a través de un instante muy concreto de mi vida: siendo una jovencita aficionada a la escritura y a la lectura que, sin embargo, no sabía que quería ser escritora. Leí vorazmente autores que me invitaron a abordar en mi propia escritura mundos posibles (que no imposibles), como Isaac Asimov, Philip K. Dick, J. G Ballard, Manuel de Pedrolo, Tanith Lee, la saga Shikastra de Doris Lessing y Ursula K. Le Guin, a quien cito en un epígrafe y quien me hizo ver que la Ciencia Ficción es la máscara idónea de una realidad demasiado increíble y absurda para narrársele en forma realista. Por supuesto, no puedo dejar de citar a dos autores evidentemente homenajeados aquí: Aldous Huxley y George Orwell, así como a otros no tan evidentes: Mary Shelley y su Frankenstein y Frintz Lang, director de Metrópolis, cuyos alucinantes obreros contribuyeron un poco a crearme los míos.
En este caso, sin embargo, la ciencia ficción, género que por cierto dejé de leer hace mucho (y mejor así para no “contaminar” la escritura de esta novela) es sólo un pretexto, una licencia que me tomo y una etiqueta para describir en pocas palabras la inefable esencia de una novela que disfraza de ironía el dolor y la indignación en que tiene su origen. Se trata, en realidad, de una metáfora fantástica de lo que actualmente acontece en un país específico —México— y que necesitaba narrar, criticar, justificar, entender y explicar sin tener que escribir “otro-libro-más-de-Política”, en primer lugar porque no soy politóloga y mi participación en este campo ha sido como observadora y practicante más o menos asidua de sus derechos y obligaciones. A los políticos sólo los conozco superficialmente, a través de otros periodistas que han escrito extraordinarios libros y reportajes que exhiben la corrupción y la podredumbre moral de nuestros gobernantes. Pero esto es literatura y no hay por lo pronto otra posibilidad de escribir una novela más o menos decente sobre nuestra realidad actual, como no sea recurriendo a algo semejante a ese género absurdamente menospreciado, y cito a Doris Lessing: “(…) la ficción del espacio constituye, junto con la ciencia ficción, la rama más original de la literatura contemporánea; que es imaginativa e ingeniosa; que ha revitalizado ya todos los campos de la palabra escrita; y que los académicos y pontífices de las letras hacen mal en desdeñarla e ignorarla, aunque, claro está, siendo como son, no quepa esperar de ellos otra cosa (…)”

Así entonces, y reemplazando un poquito el viejo lema: “Cualquier semejanza con la realidad…”, podría decir que en este caso específico, los personajes aquí presentados no pretenden caricaturizar a los políticos mexicanos, todo lo contrario: los políticos mexicanos son caricaturas de mis personajes.

Dicho lo anterior, me permito dedicar este libro a quienes, como yo, se consideran defraudados.

E.G
Que el Gobierno de México no quiere privatizar a PEMEX...
¿Qué es
esto entonces?

Del anterior libro de cuentos de Eve Gil, Sueños de Lot, nos dice la autora argentina Ana María Shua: “(…) Con un dominio de la narración que incluye el más sutil de los suspensos, Eve Gil ha escrito estos cuentos llenos de sonido y lujuria, más perturbadores que complacientes, necesarios y peligrosos.”
En los siete relatos reunidos en La reina baila hasta morir, se perpetúa esa narrativa provocativa y rompedora de los convencionalismo, tanto sociales como literarios, aunque en este caso el punto de partida, un poco en la tradición de Unica Zürn y Luisa Valenzuela, son los cuentos de hadas que en mucho han contribuido a reafirmar, como atributos deseables en una mujer, la sumisión, la estupidez, la dependencia y la despersonalización: aquí, una Alicia glotona y sexualmente activa es regresada a la fuerza del País de las Maravillas por la policía; Cenicienta sale a encontrarse con un príncipe depravado, cubierta apenas por un abrigo de visón; Blanca Nieves se enamora de la Reina y, mientras es ferozmente envidiada por esta, sueña con hacerla suya; Caperucita Roja se la pasa planeando la muerte de la abuela, a la que gusta de atormentar con llamadas obscenas que aparentan provenir del lobo feroz, y Rumpelstinkin hace de su nombre la única posibilidad a través de la cual un materialista rey puede conservar la felicidad conyugal. Eso sin contar al enigmático mimo que gusta que concluir sus actos callejeros con una mordida vampírica en la yugular de una hermosa mujer y la princesa Anastasia Romanov que acompaña a una escritora, que podría ser Elena Garro, en su desesperación por evadir el paredón de fusilamiento.

Eve Gil la escribe como una mujer casi niña que emplea, por juego o por placer de curiosidad, las palabras temibles del primer deseo en un estilo efervescente, por momentos arrebatado como el primer beso, en otros terorífico como la violencia sexual.
Francesca Gargallo,
contraportada primera edición de Réquiem por una muñeca rota.


Eve Gil debe ser considerada entre las más interesantes voces de nuestra narrativa, porque arriesga por sacudirse lo trillado y opta por una literatura que golpea a base de truculencia bien dominada, ateniéndose a las mejores fórmulas narrativas…
Ignacio Trejo Fuentes
sobre Sueños de Lot

Al erotismo amoroso se han acercado autoras como Inés Arredondo, por no citar a un puñado, pero Eve lo hace con asombrosa naturalidad y sin aspavientos, en busca de una nueva moral.
René Avilés Fabila
sobre Sueños de Lot

…la autora otorga a la sangre femenina una función prácticamente idéntica a la que le atribuye Julia Kristeva quien en Powers of horror define lo abyecto de los flujos femeninos no como signo de carencia de pulcritud o de salud, sino como un signo subversivo que desestabiliza la identidad…
Diana Palaversich
sobre Réquiem por una muñeca rota

…La mayoría de los escritores de la generación de Eve Gil que han publicado en el extranjero, han debido recibir la venia de uno de los grandes conglomerados editoriales españoles o bien modificar las propuestas fundamentales de su trabajo: Gil consiguió publicar en España sin pasar antes por una editorial mexicana, pero no solo en eso consiste la rareza de su literatura…
Alberto Chimal

La pasión se lleva por escrito: Eve Gil
Por: Elena Méndez
08/07/2008
Hace dos años entrevisté por primera vez a Eve Gil, una mujer con quien la pasión se lleva por escrito. Desde ese entonces ha publicado cuento: Sueños de Lot (Editorial Porrúa/Gobierno Municipal de Tampico, 2007); La reina baila hasta morir (Ediciones Fósforo, 2008); ensayo: Jardines repentinos en el desierto (Instituto Sonorense de Cultura –ISC-)
[Nota 1] y novela: Virtus (Editorial Jus) –ambos libros editados en el 2008-.
Asimismo, ha participado en las siguientes antologías: Con un vuelco en el corazón (Editorial Garabatos); Un vacío siempre lleno (Maricruz Castro y Aline Petterson, editoras, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/ Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey); Los procesos de la escritura de creación (Teoría y práctica) (Literalia Editores)-todas datan del 2006-; 25 años del Premio Nacional de Literatura Efraín Huerta, Tampico 1982-2006, antología de ganadores en el género de Cuento (Compiladora: Sara Uribe, Editorial Porrúa, Municipio de Tampico); La dulce hiel de la seducción (compiladora: Ana Clavel, Ediciones Cal y Arena) –aparecidas en el 2007-; y Fantasiofrenia II, antología del cuento dañado (Ediciones Libera, 2008).
Está por aparecer en España su novela Réquiem por una muñeca rota, originalmente lanzada por Fondo Editorial Tierra Adentro en 2000, bajo el sello de RD Editores. Esta obra, así como también Sueños de Lot
[Nota 2] serán traducidas al inglés, por Toshiya Kamei y Soney Flores, con los títulos Requiem for a broken doll y Dreams of Lot, respectivamente. Se encuentra en preparación la traducción simultánea al polaco de Réquiem por una muñeca rota, Cenotafio de Beatriz y Sueños de Lot, por Mieszko A. Kardyni y Pawel Rogozinski.
Su obra ha sido estudiada por prestigiados literatos e investigadores mexicanos y extranjeros, como Agustín Cadena, Paola Madrid Moctezuma, Margaret Frohlic, Diana Palaversich, Cándida Elizabeth Vivero Marín y el ya citado Toshiya Kamei
.
Desde el 2004 es titular de la columna ‘Charlas de café’ en la revista Siempre! Desde este año imparte el Taller de Creación Literaria, asignatura del sexto semestre de la carrera Ciencias de la Cultura, en la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Leer a Eve Gil conduce a emociones que bien podrían calificarse de ‘bipolares’. Lo mismo puede arrancar una gran carcajada que una lágrima muy amarga. Nos lleva de la esperanza a la desolación, del sarcasmo a la ternura. Por esa razón la entrevisto de nuevo.
- Hace diez años usted abandonó su natal Hermosillo para radicar en el Distrito Federal, debido a la censura sufrida por su obra. ¿Aún sigue siendo censurada?
En lo absoluto, aunque siempre existe la posibilidad de la censura mientras las autoridades culturales muden cada sexenio. Por lo que a este respecta, no solo se sacó de la bodega el tiraje total de El suplicio de Adán (ISC, 1998) y lo han hecho circular, sino que he recibido un trato respetuoso, cordial y amistoso por parte de la administración del doctor Fernando Tapia, que fue mi maestro en la carrera de Letras y se ha caracterizado por ser el único director culto y sensible que ha tenido el Instituto Sonorense de Cultura, hasta ahora... por desgracia, gente como el doctor Tapia no abunda, ya no digamos en Sonora, sino en México en general.
- ¿Por qué razón ya no ha vuelto a escribir teatro ni poesía? ¿Volvería a abordar dichos géneros alguna vez?
Poesía no escribo porque es un género que venero... y nadie puede violar un terreno santificado. En cuanto al teatro... tuve una experiencia muy traumática en 1995, en que prácticamente vi como un monólogo de mi autoría (‘Electra masacrada’) se iba reduciendo, según lo dictados de los moralistas que eran acatados al pie de la letra por una directora que, además de inexperta, se sentía dueña de mi texto. Después de aquella monumental pelea en que le arrojé un billete de cien pesos a la cara a la susodicha (según ella, mis ‘regalías’ por el montaje de la obra durante un mes), me juré nunca más escribir teatro... pero puedo rectificar...
- Usted en algún momento se ha definido como 'metacrítica'. ¿Podría abundar al respecto?
Metacrítica’ llamo a la crítica de la crítica. Me considero metacrítica porque critico a los críticos literarios. Les devuelvo el boomerang, en otras palabras. Naturalmente no a cualquier crítico: hay algunos con los que no me metería por nada del mundo porque los respeto muchísimo y los considero mis maestros... pero otros... bueno, no merecen consideración ni respeto porque ellos mismos no la tienen, ni para con el lector y mucho menos para con los objetos de su crítica que, por lo general, son los autores que ellos quisieran ser... o aquellos con quienes les conviene quedar bien. Y eso no es crítica literaria: es exorcismo o relaciones públicas.
- ¿Cómo influye sor Juana Inés de la Cruz en lo que usted escribe?
Influye, principalmente, en mi postura de vida. La leo y siento que me aconseja sobre cómo proceder en mi vida diaria. De ella tomé el ejemplo de promover a otras mujeres, a mis precursoras, a mis contemporáneas, para que no se pierda el hilo mágico y misterioso que nos envuelve. La heroína de Virtus, que es una niña genio de nueve años, se llama Juana Inés en su honor... y come queso transgénico porque no le queda de otra a la pobre...
-El hecho de que Doris Lessing haya ganado la edición más reciente del Premio Nobel de Literatura ¿indicaría una real valoración de la literatura escrita por mujeres?
Por supuesto, es algo que debe de llenarnos de alegría a todas las mujeres pues no sólo se trata de una escritora, sino de una escritora feminista, condición que hasta hace muy poco era muy mal vista por la Academia, misma que le regateó el premio a otras autoras de semejante perfil como Simone De Beauvoir, Lillian Hellman o Mary McCarthy. Por supuesto, celebro la concesión del Nobel a Doris, que es una de mis autoras de cabecera, aunque celebré todavía más el de Elfriede Jelinek, a quien nunca supuse distinguirían alguna vez con este galardón... y es que Jelinek no sólo es feminista, sino crítica acérrima del sistema patriarcal. Otro detalle alentador, es que se redujo considerablemente el margen entre el premio a Jelinek y a Lessing. Hay que recordar que después de Nelly Sachs, quien ganó el Nobel en 1966 tuvieron que pasar casi treinta años para que otra mujer (Nadine Gordimer) lo obtuviera.
- ¿Por qué sus personajes femeninos suelen mostrar rencor hacia la figura paterna?
Considero que la inmensa mayoría de las latinoamericanas de mi generación, las nacidas entre los 60 y 70, todavía padecieron el machismo de su padre, incluso de su madre... mis protagonistas, como la gran mayoría de nosotros, tienen conflicto respecto a la figura paterna, pero también hacia la materna. En mi caso particular conviví poco con mi padre, y no guardo de él la idea de que sea machista. Pero tuve mi dosis con un tío que se hizo cargo de mi educación desde los quince años y actuó como suelen actuar los padres machos: le pago el Tec de Monterrey a mi primo (que no era su hijo, sino su sobrino, como yo) y a mí, con trabajos, me pagó una academia secretarial. Tuve que rascarme con mis propias uñas para llegar a la universidad.
- ¿Cómo surgió la idea de escribir 'anticuentos de hadas' (pienso en ‘Ataraxia’ y en ‘Cenicienta Hardcore’, incluidos en La reina baila hasta morir)?
Surge de un trauma de la infancia... cuando inició mi afición a la lectura, alrededor de los 13 años, mi mamá, queriéndome hacer un lindo regalo, me obsequió la edición de los cuentos completos de los Hermanos Grimm y de Perrault, de editorial Porrúa, y yo, emocionada de leer por primera vez mis cuentos de hadas ‘en letritas’, ya sin muñequitos, me llevé la terrible sorpresa de que Blanca Nieves, la Bella Durmiente, la Cenicienta y Caperucita Roja poco tenían que ver con las versiones ortodoxas de Walt Disney. Blanca Nieves fragua con los enanos una venganza contra su madrastra, que consiste en cocerla viva... el cuento de la Bella Durmiente no termina cuando el principe la despierta, sino cuando sus hijos están a punto de ser comidos por la Bruja... al lobo de la Caperucita tuvieron que destazarlo para sacarle de adentro a Caperucita y a la Abuela (no como en la película del Loco Valdés) y las hermanastras de la Cenicienta llegan al extremo de mutilarse para que la zapatilla les venga bien. Todo eso sin contar que cuando leí por primera vez La Sirenita, quedé hecha un mar de llanto... y eso que todavía no existía la versión de Disney. Los cuentos de hadas han sido la mayor fuente de pesadillas para mí... y me seduce esa mezcla de inocencia y perversión que se advierte en todos ellos.
- ¿Por qué sus heroínas ejercen una sexualidad poco convencional- por citar algunos casos: Aquamarina en ‘Kundera dixit’, Beatriz en Cenotafio de Beatriz, Lorna en el ya mencionado ‘Cenicienta Hardcore’-?
La sexualidad de cada uno, hombre o mujer, heterosexual u homosexual, es totalmente distinta, esto es, anticonvencional. Tan distinta como nuestras huellas dactilares, por ejemplo. Y la sexualidad de mis heroínas va de acuerdo con su personalidad e identidad... y si ellas no son mujeres comunes y corrientes, su sexualidad resulta, por consiguiente, transgresora.
- Considero que en su novela más reciente, Virtus, usted apuesta por la hibridación de géneros, en este caso el narrativo y el ensayístico; asimismo, aborda el tema de la alienación, tal como su colega bajacaliforniana, Mayra Luna. Ergo, me parece que con ello se manifiesta plenamente fronteriza, como lo ha declarado alguna vez.
En efecto, desde un principio quedó establecido que sería una novela disfrazada de ensayo. El quid era escribir un ensayo desde el futuro y ver este desde la perspectiva del pasado. Respecto a lo que mencionas de Mayra... déjame decirte que es una de las autoras ‘nacidas en los 70’ (lo entrecomillo porque empieza a gastárseme la legitimidad de dicha clasificación) que más admiro... y aunque es más joven que yo, es de las que más cosas me ha hecho descubrir y aprender. Mi escritura, ciertamente, es fronteriza porque deambula entre dos territorios y se mantiene al borde de ambos, en el caso de Virtus está la frontera entre ensayo y novela, la frontera entre novela histórica y ciencia ficción, la frontera entre la imagen y la palabra, la frontera entre la farsa y el drama, etc. Respecto a la alienación: Es un tema que viene obsesionándome desde hace buen rato y en Virtus se aborda una posible vía para uniformar el criterio de las masas que es hacerles creer que viven una realidad maravillosa. No creo que estemos muy lejos de eso: basta escuchar los spots del gobierno, donde nos describen un México por completo ficticio. Por desgracia, son pocos los que advierten el engaño, porque la gente tiende a creer que lo que le dicen en los medios de comunicación es la verdad absoluta. La gente de la época en que transcurre Virtus ya no es tan fácil de convencer... y es entonces que se recurre a la explotación de las nuevas tecnologías para que los más escépticos vean y sientan lo que al gobierno le conviene.
- 'El espanto es inherente a la realidad', asevera su protagonista, Juana Inés. Parecería, entonces, que no hay escapatoria.
Sí la hay, pero como en el caso de la novela, solo queda escapar hacia dentro de uno mismo. Lo trágico del mundo de Virtus, es que todo cuanto experimentan los habitantes de esta especie de megalaboratorio, es maravilloso... pero irreal, y yo me pregunto: ¿hasta qué punto el mundo tal y como está ahora, no nos juega una mala pasada? ¿Qué precio deberemos pagar a cambio de ese bienestar que se nos presenta bajo la apariencia de cápsulas, perfumes, comida rápida, etcétera?
- Usted aclara en la nota a la mencionada obra: 'los políticos mexicanos son caricaturas de mis personajes'. ¿Podría ampliarnos esta idea?
Lo que pasa es que algunos de mis lectores-conejillos-de-indias, se fueron con la finta de que algunos personajes representaban a los políticos que actualmente nos ‘gobiernan’, por llamarlo de algún modo... pero no, los políticos de Virtus son igualmente corruptos pero mucho más inteligentes... incluyendo al más tonto de todos, que no te digo quien es para no ‘vender’ la trama. Lo que más me alarma de quienes imponen ‘la ley’ no es tanto que sean corruptos, sino que son idiotas... lo suficiente para creer que pueden robar a manos llenas ante nuestros ojos, al tiempo que afirman estar apegados a la legalidad. En cierto sentido, vivimos una sociedad distinta a la de Virtus, pues entre nosotros reina la incoherencia entre los actos de los políticos y su forma de proceder.
- Este libro me transmite la sensación de que el mundo vive bajo perpetuas, sucesivas Inquisiciones.
En efecto: ahora no nos queman vivos, es cierto, pero hay muchas maneras de destruir a aquellos que no piensan como el poder quiere que pensemos: ahí están los spots donde exhiben a Andrés Manuel López Obrador como el nuevo Hitler, por ejemplo. Se supone que todos debemos considerar que López Obrador es un peligro para México, cuando los hechos demuestran que el peligro lo representan, por ejemplo, Mouriño y su extraño poder sobre Calderón. Son ellos quienes ha optado por militarizar a los estados del norte de la república bajo el pretexto de que van a la caza de los narcos... ¿quién es, entonces, más semejante a Hitler? El caso es que desde hace mucho vengo deseando tocar el tema de la Santa Inquisición, pero no aquella de Torquemada, sino su probable equivalente en un futuro no muy lejano... y ante el oscurantismo de la derecha no me extrañaría en lo absoluto que retornáramos a las prácticas bárbaras y se persiga a los brujos que, en este caso, serían los científicos e intelectuales.
(Entrevista realizada el 25 de mayo de 2008)
Fotografía de Ramón I. Martínez
Nota 1: Premio Nacional Efraín Huerta en 2006, categoría Cuento. Nota 2: Premio Concurso Libro Sonorense en 2006, género Ensayo._______________________
Para saber más
eve-gil-blogspot.com
www.la-trenza-de-sor-juana.blogspot.com
www.requiemporunamunecarota.blogspot.com
__________________________
DATOS DE LA AUTORA: Elena Méndez (Culiacán, Sinaloa, México, 1981).- Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Narradora. Redactora de
www.homines.com Subdirectora de www.revistaespiral.org Ha participado en los talleres literarios de los escritores mexicanos María Baranda, David Toscana, Cristina Rivera Garza, Andrés de Luna, Federico Campbell, Anamari Gomís y Antonio Deltoro. Textos suyos han sido publicados en España, Chile, México, Estados Unidos, Brasil y Colombia.
Tres momentos especiales de Eve Gil en el suplemento Perfiles de El Imparcial, diario sonorense.