Diario de una hipocondriaca en el encierro VII

CUBREBOCAS O NO CUBREBOCAS… ¿ESA ES LA CUESTIÓN?
Mayo 6, 09

Leyendo un apasionante artículo de Manu Dornbierer que publiqué en Capuccinsky Express, me percaté, no sin horror, de que el cubrebocas ha adquirido un carácter político… máxime si es de color azul, como son la mayoría.
Para algunas personas, llevar el cubrebocas no tiene relación alguna con la preservación de la salud. Quien lo usa forma parte de una manada de tontos que se tragó el cuento o, en el peor de los casos… ¡es panista!
En casos como este, uno se ve orillado a elegir entre pasar por la vida por “muy macho” (o macha) e izquierdosa… o tonta, nerviosa y panista.
Las apariencias engañan: prefiero ser blanco de malos entendidos y de burlas, que arriesgarme a pescar un bicho. Podré no estar convencida de la gravedad del asunto, como cualquier otro –ya no sabemos para donde mirar y a quién creer- pero no tengo la mínima intensión de exponer mi vida (y, como lo he dicho, exponerme a terminar en uno de esos hospitales dantescos de la salud pública)
Por otra parte, las modas se verán drásticamente modificadas por las nuevas reglas sanitarias. Los caballeros ya no podrán llevar corbata, pues se ha demostrado que esta es un hervidero de microbios. Y aunque esto debiera significar un alivio –usar corbata todos los días siempre me ha parecido una excentricidad- no faltarán los que protesten porque los liberan del nudo estrangulador.
Pero hay más: las damas no podrán llevar aretes, anillos, pulseras ni collares. Por lo que a mí respecta, ya tengo un espléndido pretexto para prescindir de estas cosas que –descubro de pronto- he llevado como una especie de imposición social.
En general, sea chachullo o no, este virus porcino, aviar o lo que sea, ha venido a solucionar gran parte de mis problemas. Me explico:
1) Terminé el trabajo que tenía pendiente y que justo un día antes de que se desatara la pandemia, me había hecho llorar de frustración porque sencillamente no encontraba tiempo para sentarme a sacar todo esto.
2) Conviví alegremente con mi familia. En esta casa nadie se aburre: todo mundo lee, navega en Internet, escucha música, dibuja, cose, etcétera. Esta contingencia, por cierto, no solo ha dejado expuesta la vergonzante realidad de la salud pública, sino también el fracaso absoluto de la SEP como formador de lectores. Solo quienes tenemos este bendito hábito podemos presumir de haber pasado un encierro feliz.
3) Trabajé, además, en santa paz. Jamás olvidaré estos amaneceres en que fui despertada por trinos en la ventana. Estos sencillamente no se escuchaban.
4) Ahorraré tiempo en adornarme como arbolito de Navidad. Me baño, me peino, me doy un rimelazo… y salgo (con mi cubrebocas)
5) He tenido tiempo para pensar… pensar mucho. No siempre cosas gratas. Me refiero a negros pensamientos como los que he consignado en este breve diario sobre asuntos políticos y sociales