El perrito de Lady Chatterley, de Eve Gil


Por Javier Munguía
Tomado de Libroadicto
miércoles 18 de noviembre de 2009
A la par de Sho-shan y la Dama Oscura, su más reciente novela, Eve Gil publica El perrito de Lady Chatterley, una compilación de sus cuentos, como para mostrar a sus lectores de nuevo cuño su carácter de escritora polifacética, poseedora de diversos registros narrativos. Este volumen incluye los libros de relatos Sueños de Lot y La reina baila hasta morir, así como “Arsénico y caramelos”, cuento aparecido en la antología La dulce hiel de la seducción, y uno más, inédito: “Escribir y amar”.
Sueños de Lot está compuesto por tres cuentos que tienen en común la ausencia de la figura paterna, el incesto simbólico y la terrible soledad que atenaza a sus protagonistas. Los tres cuentos arrancan con alguien que espera a otro u otra.
En “Vocación de Electra”, quizá el mejor entre estos tres relatos, la protagonista y narradora, actriz de oficio, espera en un cuarto de hotel a su amante, maduro director que nunca ha sabido darle el papel protagónico ni en el teatro ni en su vida. Ella, sin embargo, se resigna, pues ve en el amante esa figura paterna, protectora, que siempre ha echado en falta. Conforme avanza el cuento conocemos el tremebundo pasado de la narradora, que explica a cabalidad su relación de dependencia.
En “Last tango reloaded” Osorno, narrador protagonista, es esperado en un cuarto de hotel por una jovencita que lo ha contratado para que pase la noche con ella. Venciendo sus escrúpulos, pues él mismo es padre de una joven de esa edad, Osorno se dará al goce con la muchacha, que busca en él a ese padre que nunca le ha dado atención. El encuentro aliviará, al menos por un rato, la condición de islas de ambos personajes.
“Kundera dixit”, narrado en tercera persona, cuenta la historia de Cronopio y Aquamarina, dos solitarios que se han conocido por Internet y que, ahora frente a frente, mantienen un diálogo que los desnuda tanto o más que el propio sexo. Por las inquietantes analogías que Cronopio hace entre la amante y la hija, el cuento nos trae reminiscencias de La casa de las bellas durmientes, de Kawabata.
Como vemos, estos tres cuentos gozan de una evidente unidad y se iluminan uno a otro. La reina baila hasta morir, en cambio, está compuesto de relatos muy diversos. “Cerridwen y las sirenas” y “Claveles salvajes”, por ejemplo, son cuentos fantásticos en los cuales los protagonistas son amenazados por un factor misterioso que acaba trastornando del todo su cotidianeidad. “Las abuelas”, narrado por una niña que desahoga su resentimiento ante una abuela paterna indiferente y orgullosa, también participa de la literatura fantástica, pero revelando su verdadera naturaleza sólo al final.
El erotismo está bien representado en el libro por “Cenicienta hard core”, en el que la narradora revela ante nosotros sus deseos carnales más recónditos y los hace realidad, cuestionando implícitamente los estrechos límites morales que impone la sociedad, así como la imposibilidad de llevar a cabo esos deseos ocultos, siempre latentes.
“Alicia o el diablo”, narrado en tercera persona, es protagonizado por una joven y su “secuestrador”, que se han enamorado. A contrapelo de la condena social, que ve en el captor un monstruo, el cuento nos revela cómo la joven encontró el afecto que nunca tuvo en casa, con su madre autoritaria e indiferente, en el hombre que la privó de la libertad.
En “Ataraxia” se nos narra una versión contemporánea de Blanca Nieves. Sólo que ahora la perspectiva es la de la malvada reina, de modo que el final feliz se vuelve triste: la maldad nos atrae y concita nuestras simpatías. “La culpa es de los bolcheviques”, por su parte, es un conmovedor homenaje a la escritora Elena Garro. Narrado en tercera persona, el cuento explora los últimos días de vida de la escritora, el atormentado recuerdo de su gran amor y la proyección de su propio drama en sus ficciones.
“Arsénico o caramelos”, incluido antes en una antología de relatos eróticos publicada por Cal y Arena, da cuenta de la relación entre Emma, una Madame Bovary contemporánea, y Portia, su joven alumna, que terminará por seducirla y enrostrarle sus propios anhelos prohibidos. En este relato queda patente cómo las prohibiciones estimulan nuestro deseo e imaginación. A la vez que disfruta del sexo condenado, Emma siente un delicioso placer al sentirse transgresora.
Por último, “Escribir y amar” da cuenta de la relación epistolar entre dos escritores, Ana y Orlando, que, más que conocerse, se inventan a través de sus cartas electrónicas. Este cuento, que abre el libro, plantea sutilmente cómo los otros muchas veces constituyen proyecciones de nuestros propios deseos e ilusiones, más que identidades en sí mismos.
El espacio es breve para dar cuenta a cabalidad de los relatos que componen este libro. Sin embargo, es importante apuntar que si vale la pena leer estos cuentos es porque en ellos encontramos indagaciones en nuestros yos recónditos, desnudos de todo límite y convención. Hay que aplaudir que la autora no le tema a profundizar en nuestra condición humana, aun a costa de desnudarse a sí misma. Hay que leer a Eve Gil.