En dominios de Herodes


Junio 5 de 2009, Hermosillo, Sonora
Cerca de 50 niños perecen en el incendio de una guardería subrrogada por el IMSS y otros tantos sobreviven con gravísimas quemaduras e irreversibles daños pulmonares. No hablamos de un terremoto, mucho menos de un infortunado accidente que sobrepasara las capacidades de quienes tenían a su cargo las vidas de estos niños; no se trata de algo que los creyentes puedan cómodamente atribuir a "un designio divino", mucho menos a algo fuera del control humano. Hablamos de negligencia criminal, de algo que pudo haberse evitado con un poco de sentido común, unos cuántos pesos y, sobre todo, la voluntad de los llamados "servidores públicos" de proveer de lo básico a las criaturas. Hablamos, pues, de desprecio por la vida de estos chiquitos, de asesinato, de un delito que debiera ser investigado y penalizado a nivel internacional.

Febrero de 2010, Ciudad Juárez
Docenas de niños y adolescentes mueren durante una fiesta de las denominadas "tardeadas" ante la inesperada irrupción de una serie de sujetos armados hasta los dientes que no vacilan en descargar sus cuernos de chivo sobre aquellos cuerpos inocentes, desprevenidos, que convivían sanamente. No estamos hablando de un establecimiento de "giros negros", ni de chicos consumiendo alcohol y drogas: hablamos de niños ingiriendo helando y Coca-cola. Al día siguiente se presenta el infame sujeto que hace cosplay de Presidente de México a poner en duda la inocencia y honorabilidad de los chiquillos, haciendo el más repugnante acto de lavado de manos desde Poncio Pilatos.

Marzo de 2010, Durango
Un grupo de jovencitos de entre 8 y 21 años que venían a bordo de una camioneta pick up, orgullosos y sonrientes porque acababan de recibir una de las becas del programa Oportunidades, son interceptados en un retén falso y baleados sin más por una turba de individuos que no hicieron distinción de ningún tipo.
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En Tamaulipas se ha decretado que los niños no deben salir al recreo ante la posibilidad de resultar víctimas de un tiroteo. Claro, es más fácil "guardar" a las criaturas, privarlos de su elemental derecho de juego y esparcimiento, que proveerlos de vigilancia profesional y pelear contra algo para lo que en realidad no existen ni las ganas ni los medios para combatir. Los padres de los niños asesinados en Juárez y en Durango no tienen siquiera el aliciente de ver algún día tras las rejas a los asesinos, porque en este país no existe justicia para nadie... y los niños y niñas están en el último lugar de la lista.

Marzo de 2010, Estado de México
Una niñita de 4 años llamada Paulete Gebara Farah, desaparece "misteriosamente" de su cama. Paulete tenía un padecimiento que todos denominan pomposamente "deficiencia motriz" (pero la descripción que los medios realizan de su problema me hace suponer que era autismo). La madre reporta el hecho a las autoridades. No hay chapas forzadas. No hay señales de que la niña haya sido sustraída por la fuerza. La mujer que vemos en la pantalla describiendo la desparición de su hija tiene los ojos secos y menciona algo de unos frijoles que se quemaron. El padre no da la cara. A las dos nanas de la niña -que proviene de una familia pudiente- se les ve atemorizadas....aterradas más bien. ¿Amenazadas? Empiezan a surgir indicios de que al interior de ese hogar se vivía violencia conyugal e intrafamiliar; que la hermosa niña rubia, impecablemente peinada que mira a la cámara con unos ojos inconcebiblemente tristes para tratarse de una criaturita rodeada de osos de peluche y escuelas privadas, sufre maltrato a manos de sus elegantes progenitores, acaso -esto lo concluyo yo- desesperados por las deficiencias que impiden a la criatura ser tan perfecta como parece en las fotos. Al cabo de unos días, el cadáver de la pequeña aparece al interior de una bolsa de plástico... en el mismo departamento donde debe haber vivido un infierno durante su corta existencia; un infierno que ostenta el insoportable tufo de la hipocresía, la conservación forzada de las apariencias y la incapacidad de los adultos para asumir la responsabilidad de una hija especial.
¿Y por qué presiento que serán las nanas quienes pagarán los platos rotos?
Y mientras esto sucede, los curas se rasgan las vestiduras porque los homosexuales pelean su derecho a adoptar niños y formar la familia a la que todos tenemos derecho. Se les olvida a los ensotanados... a los señores de la mitra y el cetro que los monstruos denunciados por Lydia Cacho, esos que prostituían niñas de 5 años, eran perfectamente heterosexules, lo mismo que los políticos implicados en la red de pornografía infantil que hoy aspiran a gubernaturas sin que nadie aluda su extraña preferencia sexual. Afirman estos Siervos del Señor que la única familia concebible, aceptada ante los ojos de un Dios al que ni siquiera se atreven a mirar a los ojos, es la conformada por una madre y un padre y muchos hermanitos. Me pregunto: ¿Cual habría sido el destino de Paulette de haber sido adoptada por unos homosexuales decentes, afectuosos, sensibles y dispuestos a afrontar el reto de sacar adelante a una niñita de sus características?
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Es lógico que nos horroricen -todavía- las matanzas de los muchachos que se divertían sanamente y de los que regresaban a casa tras recibir una beca... más que lógico: quien no se horrorice es porque ha dejado de ser humano. No obstante es algo que no debiera resultar tan sorprendente en un país donde la educación de los niños está a merced de una banda de cuervos carroñeros, encabezados por una máscara horrenda llamada Elba Esther Gordillo, que hacen todo lo posible para "amaestrar" a las criaturas en vez de educarlas... No debe de sorprendernos lo que le ha sucedido a Paulet en un país donde los niños de sus características son expulsados de las escuelas sin miramientos y discriminados por una sociedad notoriamente insensibilizada... No debe sorprendernos que el crimen organizado y el ejército no se toquen el corazón para matar niños y jóvenes, cuando los propios gobernantes juegan indiscriminadamente con sus destinos colocándolos en manos de empresarios que solo buscan enriquecerse a costillas de las necesidades de los padres y madres trabajadores...cuando esos mismos empresarios, padres de familia a su vez, no han manifestado una mínima empatía hacia el dolor y sufrimiento de "sus clientes", que es así como consideraban a los padres de los chiquitos devorados por el fuego... No debe sorprendernos que la gente haga conjeturas y chistes asquerosos alrededor de todo esto si tenemos un presidente que se atreve a hablar con criminal ligereza de una tragedia de las dimensiones de la acaecida en Ciudad Juárez.
¿Qué nos queda a las madre y padres de familia de este país sino criar y cuidar a nuestros hijos a contracorriente de un gobierno que ha manifestado con claridad aterradora que les importa un bledo lo que les ocurra y cuya única estrategia para mantenerlos a salvo es encerrarlos, mientras los criminales, incluidos los militares, deambulan por las calles amenazándonos, riéndose de nuestra cara de susto?
¿Qué nos queda? ¿A quién recurrir? ¿Hacia donde dirigir nuestro grito desesperado que pugna por salir pero a nadie parece importarle?