Entrevista con el dramaturgo, actor y director sonorense Jorge Celaya

Foto de Jorge Celaya actuando: MÓNICA ROJAS
La foto de Jorge “al natural": EVE GIL

La violencia puede ser poética y viceversa. De hecho, pareciera pensar Jorge Celaya, la poesía es violenta, o no es. Y su teatro tiene una firme base poética que se manifiesta tanto a través de la corporalidad de sus actores –que a veces flaquean ante las bestiales emociones que los textos de Celaya remueven en ellos-como en los diálogos cargados de furia y pasión que, las más de las veces, son puestos en boca de los marginados de nuestra sociedad; los que no serían capaces de construir frases como las propuestas por el dramaturgo y sin embargo van construyéndolas con sus actos y estilo de vida. No me sorprende, por tanto, que el dramaturgo, actor y director sonorense (Altar, 1960), ganador, entre otros premios, del Salvador Novo por su obra Voces (1989), afirme transpirar teatro por todos sus poros. Lo puedo ver. La entrevista se lleva a cabo a unas cuantas horas del estreno de su obra más arriesgada, que ya es mucho decir, ética y estéticamente hablando, Expreso al Paraíso: “El teatro es mi vida. Naturalmente, también me apasiona el cine, y tengo planeado llevar mi obra Bar y Desierto al cine. En tal caso también actuaría y dirigiría, porque no puedo dejar de estar allí. Las veces que las he dejado en otras manos no consigo dormir, y es que yo concibo la creación como algo integral.”
Expreso al Paraíso no será la excepción: Jorge dirige y actúa, de hecho eligió al personaje más “despreciable” de la obra, “El Mara”: “Nunca escribo con la idea de crearme un personaje exclusivo para mí… bueno, sí lo hacía cuando era más joven, pero ya no. Sobre la marcha elijo al personaje que he de encarnar y casi nunca es el protagonista…aunque la verdad es que en mis obras todos son protagonistas. El hecho es que un personaje que no se luzca demasiado, me permite tener una visión panorámica de lo que ocurre sobre el escenario y supervisar el desarrollo actoral de los demás. El director no necesariamente tiene que estar afuera, de hecho entre más próximo a su creación, mucho mejor.”
“Además, prosigue muy sonriente el dramaturgo, ya me encasillaron de malo… actualmente interpreto a un psiquiatra deshonesto en la telenovela La loba. Estoy muy habituado a los malos, tanto en el terreno actoral como en el escrito. Eso sí: me niego a crear villanos estereotipados. Todos los “malos” de mis obras son, a fin de cuentas, humanos. “El Mara” es un asesino sin escrúpulos, y sin embargo, por momentos, descubro las circunstancias que hicieron de él lo que es por una cuestión básicamente de supervivencia. Un artista es un incansable buscador de “por qués”. Por qué ese personaje es malo. Por qué actúa como hace si tiene una parte de nobleza, etcétera.”
Expreso al Paraíso es la vigésima primera obra del dramaturgo sonorense, que ya trabaja sobre otro texto inspirado en un caso real en el que, estando en un lujoso restaurante de Nueva York, se descubrió sentado a escasos metros de la gran actriz Meryl Streep, cuya voz atrajo irremediablemente su atención. Dicha obra tiene como título tentativo Guerra, champagne y Meryl Streep, y seguramente es muy distinta a la que nos ocupa. Expreso al Paraíso aborda un tema recurrente en sus obras: la problemática de la migración, algo que como ser fronterizo le toca profundamente. En esta, sin embargo, enfoca sus miras hacia la frontera sur, por donde cruzan salvadoreños y guatemaltecos, quienes al pasar por territorio mexicano padecen vejaciones iguales o peores que las de nuestros compatriotas. Según la obra de Celaya, quien por supuesto obtuvo información de primera mano –permaneció en Tapachula, Chiapas durante cierto tiempo-, estos personajes que parecen nacidos para correr ya no en pos del sueño americano sino de una vida más digna que la que les tocó en suerte, están dispuestos a pagar un precio demasiado alto –“las mujeres ya cargan sus anticonceptivos porque saben que las van violar en el ínter”-y no cuentan siquiera con el consuelo de que un Cielo los acogerá si fracasan en el intento. Lo que les espera después de la muerte es la perpetuación de su equívoca circunstancia como indocumentados, y un poco a la manera de Dante Alligheri, Angélica, la protagonista (interpretada por Maya Mazariegos), una indocumentada salvadoreña, deambula por esa especie de limbo o purgatorio buscando no amor, sino venganza… aunque llegado el momento ambas situaciones confluyen en una hermosísima escena que, no se piense por favor, equivale a un final feliz, nada más lejano que eso: es simplemente la cúspide del lenguaje poético que en la obra maneja con extraordinaria fluidez.
Uno de los grandes retos de Expreso al Paraíso, fue tomar la decisión casi de última hora de transformar al personaje de “Laura”, entrañable prostituta cincuentona que vive una maternidad frustrada, en travesti, magníficamente caracterizado por Antonio Monroy. Jorge tomó la decisión cuando, durante los ensayos, la actriz que daría vida a dicho personaje no se presenta y solicita la asistencia de otro actor que acompañaba a uno de los participantes de la obra… y descubre que una Laura travesti intensificaría el dramatismo de la situación: “La obsesión de ser mamá, siendo biológicamente varón, me brindaba más herramientas para enriquecer tanto el personaje como la obra. El personaje es parte de un sueño en donde se ve dando luz a una niña, y tras ello se obsesiona con una niña a la que ve todos los días aguardando el autobús escolar, hasta que un día decide raptarla para llevársela con ella a “Disneylandia”, es decir, la obliga a cruzar con ella la frontera…”, el resto se lo dejamos al lector para que acuda a presenciar esta extraordinaria obra que se presenta todos los lunes, en punto de las 20:00 en el Teatro La Capilla de Coyoacán y permanecerá en cartelera hasta el mes de noviembre.