Qué mes más raro...

Para el Doctor Pedro Jáuregui que me salvó de convertirme en ghoul, mis amigos del Proyecto H, para Argentina Casanova (Campeche) y Patricia Garfias (Mérida), para José Luis Franco, que tiene en común conmigo un precioso niño Aspie que se ha leído toda la obra de Victor Hugo a los 14 años  y a Samuel Arreola, que me platicaron historias fascinantes (Mazatlán), para mis nuevos amigos del Konditori (Fabio, Alicia, Blanca Luz, Toño del Toro); a Elenita Méndez que se salió por fin de Sinaloa y será mi "hermano" en un cosplay,  y las preciosas mamás otakus que conocí ayer, particularmente la de Light Yagami y L.

Foto: vista de Mazatlán que sigue siendo mi personal cuento de Las Mil y una Noches, digan lo que digan... y es una de las primeras fotos que trabajo de manera artística.

Casi no escribo en este blog, contrario a los otros de mi autoría, concebidos para hablar sobre la obra de terceras personas. Me gusta mucho comentar mis planes en tertulias de café, pero no hacerlas públicas. Mentiría si les dijera que no lo hago por modesta -no me considero modesta, no en el sentido mexicano, insistir en aparentar que lo suyo no tiene importancia para que los demás no se enojen, no, pero sí soy bastante reacia a manifestarme por temor a ser mal interpretada-; es que, irónicamente, quienes no se pierden una coma o una jota de lo que aquí escribo no son precisamente los que más me quieren (porque con ellos mantengo trato directo)
Pero no me aguanto de escribir esto... este mes ha sido el más extraño de mi vida. Definitivamente algo ha cambiado en mí. No hace mucho traía una rabia -que los lectores habrán notado- como una puñalada en el esternón...digo el esternón porque pretendo mantener mi alma a salvo de mezquindades. Rabia, principalmente, conmigo misma, porque nunca ha dejado de confiar en las buenas intenciones en la gente y siempre trato de encontrar alguna justificación válida cuando se me agrede sin motivo, así entonces, me caigo más gorda yo que la gente que pretende hacerme daño, no tanto porque me odie (el odio es un sentimiento impropio de mediocres, creo yo: más bien es envidia), sino porque esas personitas no tienen vida propia y se aburren encerradas en su casa, engordando como ballenas y chillando con las soaps operas (porque las telenovelas mexicanas son naquérrimas), añorando tiempos y talentos y neuronas perdidas. Pobrecita gente. Peor cuando te enteras que están encerrados porque no saben cuidarse a sí mismos. Pobres, de verdad. Una está loca pero tiene vida propia, tiene hijos, tiene planes, y eso contribuye a mitigar eso que no es propiamente locura sino impotencia, frustración. El diablo, pues (yo siempre he creído que el diablo no es un ángel maligno, ni un ente, sino una enfermedad espiritual)
Este mes no he parado de viajar y de conocer gente linda. Estamos trabajando en un proyecto hermoso para contribuir de alguna manera a atenuar el dolor de los niños sobrevivientes al incendio de la guardería ABC de Hermosillo y, por supuesto, de sus papás... porque vaya si conozco la sensación de impotencia que genera tener un hijo que requiere urgente atención médica y no tener un quinto partido por la mitad (aunque Doña Nazi jura que ya superé a JK Rowland en la lista de los Records Guiness como la Escritora Más Rica del Mundo con mi Sho-shan y que me codeo con Slim, jejejejeje) y que, cuando te ves orillado a recurrir a la salud pública, te tratan como haciéndote el favor -como si no fueran tus impuestos los que pagan los sueldos de todos esos zanganos que hacen cosplay de médicos y enfermeras... de Silent Hill- y hasta te devuelven al chiquillo con severos traumas, como fue el caso de mi hija pequeña, que permaneció amarrada una semana cuando se le atendió por crisis convulsivas, "porque daba mucha lata", me explicó la enfermera de la genial idea. Acerca del proyecto no hablaré en este espacio, solo puedo decir que es lo mejor y un poquito lo peor que me ha ocurrido. Lo mejor porque lo estoy gozando inmensamente, el proceso de realizar una obra de arte colectiva, acompañada de amigos muy amados y algunos que se han incorporado generosamente...la peor porque tuve que acudir al médico presa de un cansancio que me hizo suponer que tendría cáncer, o principios de "la meno" (como tan sutilmente sugirió mi querida Elena, pero no: por desgracia todavía tengo hormonas para regalar) o sabrá Dios qué. Pero nada de eso: era falta de sueño y exceso de estress, y ya lo estoy manejando.
Por si fuera poco, en medio del lleva-y-trae al que me ha sometido la intensísima promoción de la segunda edición de Sho-shan (ya sin nombres nazis en la dedicatoria... les digo: soy la última en enterarse de la maldad de la gente y de sus ideologías aberrantes) y mientras caminaba por la acera de enfrente de mi casa tras realizar dos entrevistas (sí, yo sigo con mi chamba periodística porque el mundo sigue siendo redondo para mí y a Slim ni lo conozco), suena mi celular y me responde la dulce voz de una chica llamada Karla que trabaja para una prestigiadísima revista -el nombre lo conocerán en su momento, me lo ahorro para evitarles a los de la redacción un bombardeo de llamadas desde una "casa de reposo" ("nursery", la llama mi enigmático amigo Nemonico) de Florida de una persona que afirma que exploto a mis hijas y que la de 15 años es la reencarnación de Rimbaud y me dictó Sho-shan y la dama oscura-; notificándome que he sido designada Mamá Ejemplar. Mi primera reacción fue "Híjole, no, ¿y ahora donde me van a mandar?", ya estaba hecha líos con las claves de vuelo de tres destinos distintos, de una punta a otra de la República Mexicana, pero la dejé que me explicara en qué consistía. Yo no me considero una mamá ejemplar, de hecho siempre he creído que no atiendo lo suficiente a mi hija pequeña, que es quien padece el Síndrome que me ha hecho millonaria, según Doña Nazi. Y se lo dije a Karla: "Mira, lo único que puedo decirte, porque no me gusta mentir, es que mis hijas me han inspirado la mejor novela que he escrito... que la mayor me ha hecho descubrir el fascinante mundo del cosplay; que gracias a ella estoy estudiando fotografía -vía internet, con manuales, porque con trabajos tengo tiempo de ir por las tortillas: la escritora más rica del mundo junto con Stephenie Meyer y JK Rowling no tiene "muchacha" que le haga los mandados-; que mi hija pequeña se disfraza junto conmigo y que me encanta jugar con ellas a Las Chicas Superpoderosas, aunque ahora somos solo 2 porque la mayor ya anda noviando con un chilenito en internet (lo cual celebro, bendito internet que podrás ser transmisor de maldad de gente estúpida, pero no de enfermedades venéreas), y su respuesta fue que por eso me habían propuesto, porque no todas las mamás se involucran a ese grado con sus crías... no todas las mamás se decaran alumnas de sus hijos (porque la pequeña me ha hecho experta en Síndrome de Asperger y la mayor, en mangas, animes y cosplay) y no todas se niegan ferozmente a ser Libertad Lamarque. Es cierto que el problema de mi hija pequeña me ha exprimido el corazón, no lo puedo negar. Pero he peleado como gata boca arriba para no hacer de esto un drama ni adquirir ese gesto propio de las madres compungidas que se consideran heroícas, estoicas y merecedoras de un Paraíso telenovelero porque Dios "les ha mandado un angelito especial" (cómo odio esas frases cursis de Televisa)
Por si todo esto no bastara, he conocido chicos y chicas de edad aproximada a la de mi hija mayor que han intensificado mis ganas de crear para ellos. Me siento a platicarles de vampiros -mi tema favorito últimamente, jejejeje- y de cómo lograr efectos con las luces para una fotografía sensacional, y de dónde adquirir accesorios para cosplays no demasiado caros, y ellos a su vez me han enseñado un montonal de cosas. Me recomendan animes y mangas y me platican de algo que me resulta harto atractivo e interesante: como son las relaciones entre chicos y chicas actualmente. A estos niños ya no los siento machistas ni misóginos, al contrario, tienen muy reafirmada su masculinidad en el sentido de que se bastan por sí solos para salir adelante en sus estudios y en su vida personal. Ya no fastidian a la mamá ni mortifican a sus novias. No es raro, por consiguiente, que me sienta más cómoda con ellos que con los varones de mi edad... y además me encanta que me pidan permiso muy respetuosamente para entablar amistad con Murasaki (casi, casi al estilo japonés, jejejeje)
Pero lo que más amo es que estos chicos me llamen "Mamá Otaku" y que algunos sepan que esta Integra Hellsing es en realidad Eve Gil (aunque en mis presentaciones soy estrictamente Sir Integra y a Eve la dejo en casa, escribiendo sus reportajes y sus novelas, que bastante chamba tiene la señora)
Ha sido un mes raro: lleno de insomnios, de lágrimas (siempre que me retiro la careta de mi personaje y me desanudo la corbata, empiezo a llorar como una niña... un querido amigo mío que es actor, y con quien por cierto estoy trabajando en mi proyecto, dice que es algo perfectamente normal: el actor sufre cuando se desprende del personaje, particularmente cuando sabe que pronto deberá despedirse de él o ella); he corrido más que mi admiradísima Ana Gabriela Guevara; he conocido gente fascinante, he leído libros increíbles... me miro al espejo y veo un rostro que me agrada muchísimo más que cuando era una niña de quince años con la carita redonda que soñaba tener los pómulos agudos que hoy tiene... he conocido mamás que llevan a sus hijos a las convenciones de cosplay y me han hecho ver que las cosas están cambiando... están cambiando para bien. Y lo mejor: tengo la certeza de que estos niños imaginativos y llenos de vida son quienes sacarán a este país del fango en que se encuentra. Ese fango que nos obliga a perdernos en realidades alternativas, o como dice mi personaje: "Prefiero a los ghouls que a los delincuentes que gobiernan México"
Sí, qué mes tan raro... qué mes... el mes en que he terminado por convencerme de que, después de todo, la gente buena existe, y que es mucha más la gente buena... y que tengo amigos como mi mayordomo Walter (alias Jorge Celaya) que es capaz de tomarme de una mano y obligarme a pasar por el mismo sitio donde fui asaltada el año pasado mientras me dice, muy en su personaje: "Usted es Sir Integra Hellsing, y yo su mayordomo de los guantes mágicos, así que los asaltantes nos la pelan...."